Nuestro muy evocado catedrático universitario de aquella combativa generación 65 de abogados, Don Guillermo Floris Margadant nos decía: que todos sus alumnos eran abogados hasta en tanto no se demostrara lo contrario. En aquellas recordadas aulas universitarias también se hablaba constantemente de abogados que ejercían la profesión como aliados de la injusticia, la corrupción, iniquidad, atropello y sinrazón.
En este segundo piso de la Cuarta Transformación de la República, la abogacía se encuentra siendo una profesión de mezcladas togas o variados comportamientos y pensamientos. Don Julio César Orozco Posadas, integrante muy importante de esa agresiva generación, en el presente dice: “ser abogado en México, se puede ser de todo, en la actualidad hasta traidor a la profesión y a la Constitución”. Lo cuál es, sin duda, bastante cierto si observamos la calidad de abogados que aplauden la dependencia de la justicia del Poder Ejecutivo Federal.
Ser un abogado independiente ipso facto nos convierte en ser blanco de abundantes comentarios, muchos de ellos negativos, faltos de generosidad y nobleza por ese excesivo apego para quedar bien con la Primera Magistrada de la Nación y algunas otras togas adeptas a su manera de actuar y gobernar.
La verdad es que el signo de los calificativos que recibe la abogacía independiente de la Nación, se alterna con la situación de aquellos que procuran recibir prebendas y estímulos para convertirse en cómplices de las infamias que se cometen en el entorno de procuración de justicia.
Manuel Solares Mendiola, también miembro de esa beligerante generación dice “abogar –de donde procede el nombre de abogado– es hablar en favor de la justicia o de los justiciables que han sido víctimas de la injusticia o atropellos de la autoridad”.
Para hacer de esta actividad una profesión de dignidad es, sin duda, algo muy especial. Julio César Orozco Posadas, Manuel Solares y múltiples togas más de esa generación de oro, saben que ser abogado es el de prestar su ciencia a los desvalidos, es obsequiar su experiencia y habilidad a todos aquellos que sufren deslealtades por las injusticias que muchas veces propicia la autoridad, abogado es todo aquel que defiende de infames acusaciones a los necesitados de justicia, ser abogado es señalar a la gobernanza cuando no actúa con la corrección que mandata nuestro Pacto Federal.
La abogacía independiente de la República es la mayor garantía en México que puede darse a una sociedad para que se le respeten sus derechos humanos y constitucionales frente a las inequidades de los gobernantes.
La labor de la abogacía independiente jamás debe de quedar relegada, ni su función disminuida, la presencia de la abogacía siempre debe de alzar la voz cuando existen actos de arbitrariedad, corrupción y/o incorrecta interpretación de la ley, sea ésta del partido político que sea.
Por eso es que la abogacía independiente siempre se debe de encontrar pronta para el ataque y señalamientos de un mal gobierno, sobre todo cuando se olfatea la proximidad de una tiranía en aquellos malos actos de gobernanzas corrompidas.
Con ello se asume la diferencia de independencia y dependencia.
Es cuánto.
Lic. Alberto Woolrich Ortiz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal
del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C..




