• Policías corruptos, policías hambrientos
• El polígrafo y la carabina de ambrosio
Manuel Mondragón, comisionado Nacional de Seguridad, dijo a mediados del mes que trabajará como lo hizo cuanto fue el titular de la policía de la Ciudad de México para “limpiar” la Policía Federal.
“(…) la policía Federal tiene asaltantes, secuestradores y homicidas (…) Lo importante es que nosotros mismos los detuvimos; nosotros los pusimos a disposición y ahora están en la cárcel”, dijo Mondragón, en referencia a los 13 policías detenidos en Guerrero por participar presuntamente en un grupo de secuestradores.
También dijo que “hay policías municipales que están corruptas de la A a la Z” y que necesitan ayuda del gobierno federal para acabar con la corrupción.
Pues el jefe policiaco no parará de “trabajar” porque la corrupción en las filas de la policía tampoco parará, pues es como un cáncer que se ha extendido por todo el cuerpo del aparato, sea federal, estatal o municipal. Y de ello hay infinidad de pruebas desde que la policía es policía. Y la corrupción no será parada con las obsoletas certificaciones operadas por las autoridades. Ni exámenes toxicológicos, ni sicométricos, ni mucho menos la aplicación del detector de mentiras (el infernal polígrafo) han servido, ni servirán, porque se requiere ir al fondo.
De qué sirve que los policías pasen los exámenes, pasen el terrorífico polígrafo, si no libran el diario examen de la pobreza, de la angustia de que el sueldo no les alcanza para mantenerse y mantener a su familia. Y en este punto es donde, como dicen los campesinos de mi tierra, la puerca tuerce el rabo en muchos casos. Qué le queda a un policía hambriento y que no haya salidas decorosas para resolver su vida. Irremediablemente que aceptar la mordida, el cochupo, o el pago atractivo de un grupo de criminales.
Tiene mucha razón Arturo Núñez Jiménez, gobernador de mi querido estado de Tabasco. Primero que nada, realizar un análisis de las condiciones socioeconómicas de vida de los policías. El polígrafo, considerado como la prueba madre para la certificación de los elementos policiacos en el país, ni siquiera es considerado un método fehaciente en ninguna parte del mundo. Y esta verdad ya la han considerado los miembros del gabinete de seguridad del gobierno federal y los propios gobernadores de la Conago (Conferencia Nacional de Gobernadores). Hay dudas, en sí, de la evaluación, que ya se ha discutido en reuniones de la Comisión de Seguridad Pública con el Ejecutivo federal, y ha habido coincidencias en que algunos énfasis que se ponen actualmente en la evaluación, como el peso del llamado polígrafo, no corresponden a lo que realmente se podría esperar de una auténtica certificación de los cuerpos de seguridad pública.
Por ejemplo, si se trata de advertir posibles vínculos con la delincuencia organizada, habría otros métodos más objetivos para ello, como es un análisis de las condiciones socioeconómicas de vida de los policías, a diferencia de una prueba muy subjetiva, como es el polígrafo. Otro problema que ha impedido alcanzar la meta de evaluar al 100 por ciento de los cuerpos policíacos del país es el insuficiente personal capacitado para manejar los polígrafos. Hay equipos pero no hay personal, lo que ha repercutido que miles de policías se encuentren en espera para que se les aplique esta prueba.
Y la Cámara de Diputados todavía, durante su asamblea plenaria de hoy martes, discutirá y votará la minuta del Senado que busca a ampliar el plazo para la certificación. El pasado jueves, los senadores aprobaron una reforma a la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, para ampliar un año más el plazo para la certificación de los elementos policiacos, el cual vencería el próximo 28 de octubre.
Mucha pérdida de tiempo y dinero.
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