Dice el mentecato Vicente Fox que “todos espían”. Mal de muchos… que lamentablemente es cierto. En esta época, todos o casi todos tienen su propio C-4, cual tecnocráticamente se bautiza a los centros de espionaje.
Los tienen las potencias. Aquí en México varias, múltiples áreas y/o dependencias de la Federación, por supuesto. Los gobernadores. Uno que otro alcalde de ciudad importante. Jefe de gobierno y delegados en el DF. Empresas, bancos, muchos particulares.
“Todos espían”. Los motivos y objetivos, empero, son diferentes en cada caso.
Podríamos decir que, en cuanto a los espionajes de las distintas áreas gubernamentales, han involucionado: de la seguridad nacional, al chisme de alcoba.
Hubo un tiempo, es cierto, en el que los servicios de inteligencia gubernamentales tenían un destino superior: la seguridad del Estado.
Personaje prototípico de aquella época es Fernando Gutiérrez Barrios –quien mañana cumple 13 años de fallecido–, a quien muchos conocíamos como Don Fernando, a quien no pocos temían, de quien muchos guardamos muy buenos recuerdos.
Controvertido. De luces y sombras. Durante casi 40 años Gutiérrez Barrios sirvió al Estado mexicano desde muchas trincheras. Destacó en todas. Militar, padre de la inteligencia mexicana, candidato a puestos de elección popular, secretario de Gobernación. Sólo le faltó incursionar en el campo de la diplomacia, no obstante que Carlos Salinas le ofreció una embajada cuando, en el peor de los momentos, se deshizo de él a principios de 1993. Se retiró como deben retirarse los toreros, según escribió en su carta de renuncia.
Ernesto Zedillo, por su parte, lo persiguió por la osadía de haber sido mencionado como posible candidato presidencial tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, como persiguió a otros –Fernando Ortiz Arana, por ejemplo– que habían sido considerados en aquel momento. Estorbaban los planes que para él, para Zedillo, había diseñado José María Córdoba Montoya, a espaldas de otro mentecato, Carlos Salinas de Gortari.
De Zedillo se sospecha, incluso, la autoría intelectual del extraño secuestro, el 17 de diciembre de 1997, del que Don Fernando fuera víctima y que, meses después, menguara su salud, hasta llevarlo a la muerte.
¿QUIÉN HACE SU TAREA?
México hoy carece de inteligencia. La desmantelaron los panistas. Y el PRI, ya de vuelta a Los Pinos, no sabe, no quiere o no puede reconstruirla. Espían, sí. Pero el blanco son aún las alcobas.
Nunca previeron, por ejemplo, el movimiento de la CNTE. Sus alcances. Cómo se ha ido extendiendo. Tampoco los recientes ataques terroristas a instalaciones de la CFE en Michoacán. Un par de ejemplos. Entre muchos, pues.
No hay hoy quien haga la tarea que bien desempeñó Don Fernando.
Hoy no hay quien, cual aconsejaba Nicolás Maquiavelo, “se transforme en zorro y en león. Porque el león no sabe protegerse de las trampas, ni el zorro protegerse de los lobos. Hay pues que ser zorro para conocer las trampas, y león para espantar a los lobos.”
Gutiérrez Barrios, sí fue el maquiavélico zorro, el maquiavélico león.
¿Puede el Grupo Hidalgo, apropiado ahora de las áreas de inteligencia y seguridad, producir un Gutiérrez Barrios?
Ni en sueños.
En el CISEN, por ejemplo, donde cobra uno de los señores Imaz –el que no se lleva el dinero en bolsas de plástico, sino a través de medios más sofisticados, cual atestiguan en Pachuca–, hay agrónomos y veterinarios habilitados como espías.
Avances tecnológicos para espiar hay muchos. Lo comentamos ayer en este espacio.
Pero no hay quien los analice. Quien haga prospectiva con los datos intervenidos. ¡Vaya, si no es por Snowden, ni siquiera se dan cuenta de que los espías son espiados!
¿Será casualidad? Desde 1993, año en el que Gutiérrez Barrios se retiró oficialmente de las tareas de seguridad, el país y, sobre todo sus gobiernos, han ido perdiendo a grandes trancos la gobernabilidad. Asesinatos políticos. Guerrillas. Violencia desatada por grupos criminales sobre los que no se tiene ningún control. Nombre usted el problema. Ha faltado inteligencia –de las dos– para evitar su estallido o, cuando menos, encontrarle solución.
Trece años.
Muchos más sin gobernabilidad.
Índice Flamígero: De acuerdo a una nota publicada en el diario Reforma a principios de este mes que agoniza, “el teléfono en el cual el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) asegura haber escuchado el intento de homicidio de Ricardo Monreal, no fue intervenido… por lo menos en las fechas que decía tenerlo espiado, porque el aparato estaba apagado. La empresa Nextel reveló a un juez federal que el ID o número de radio identificado por el Cisen no está a nombre de quien dice el organismo de inteligencia y tampoco registró una sola llamada durante los días en que dicha institución afirma que espió y escuchó la conspiración.” ¿La policía china de Osorio Chong?
Agrónomos y Veterinarios de Espías, que poca madre, así le hacía una Asambleísta del PRD, puso a su primo Biólogo de ¡Asesor Político!
¿y luego Mendicutti?