• PRD, una izquierda deshecha
• ¿Podría Cárdenas refundarlo?
El Partido de la Revolución Democrática fue creado desde las izquierdas: El Partido Comunista Mexicano, de íconos referentes como Valentín Campa y Demetrio Vallejo, y el Partido Mexicano de los Trabajadores del ingeniero Heberto Castillo, de José Álvarez Icaza, y tantos señorones del compromiso con el pueblo, le dieron el sustento socialista democrático. Con los años, sus cuadros dirigentes renunciaron a los ideales revolucionarios y se entregaron a la molicie y al poder que corrompe.
Muchos verdaderos rebeldes lo abandonaron porque no tenían ya cabida en las filas de una agrupación a modo del poder político y económico, caricaturescamente aburguesada, mediocre, sin sentido, que abandonó su doctrina y sus principios odontológicos para entrar en el juego de la partidocracia que camina alejada de la gente del pueblo, de los intelectuales y de los trabajadores, o que los utiliza únicamente para hacer bulla y mantener el registro ante la autoridad electoral y así no perder las prerrogativas que, en dinero y en especie, otorga el erario a los partidos.
Ya sabemos la historia del perredismo y más la conocen sus bases, que empiezan a arrimarse al agrupamiento lopezobradorista (de donde saldrán tarde o temprano, decepcionadas, por la incongruencia del porfiado líder: valga sólo anotar que si el tabasqueño manda al diablo a las instituciones, debe mandarlas en serio, pero anda muy activo por todo el país para cumplir con los requisitos impuestos, por ley y reglamento, por el “Instituto” electoral para registrar a Morena).
Pero bueno, el asunto de hoy es el PRD, cuyos cuadros dirigentes no se asumen del pueblo, sino que batallan cotidianamente por mantener sus privilegios personales. Un partido de la “izquierda” maiceada, que si va a alguna parte es al vacío, domesticado por el PRI que trae un proyecto de país, un modelo económico que no puede calificarse de izquierda por supuesto, pero al fin pragmático, que está sentando las bases para construir una economía capitalista al estilo de Brasil, del izquierdista Partido de los Trabajadores, o de Chile, o de Argentina. El PRD actual no tiene proyecto, no tiene modelo. Es un partido que sólo reacciona ante la coyuntura. Es irresponsable. No responde, pues.
En esas condiciones, qué podría hacer Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el padre de ese hijo autista. ¿Imagina usted al hijo del General dirigiendo, de nuevo, la maquinaria herrumbrada del partido que fundó? Por supuesto que él está entusiasmado. No es pesimista. Está seguro que el PRD puede volver a sus orígenes revolucionarios. (Tendría que purgarlo).
“No lo estoy buscando”, le respondió el ex jefe de gobierno del DF a un reportero que le preguntó si buscaría la presidencia del PRD. No la está buscando… “No conozco ninguna propuesta concreta más allá de lo que dicen los medios”, dijo. Ah, pero los medios son la caja de resonancia del sonido del río. Cuauhtémoc ha estado muy activo. Es una personalidad que no pueden rechazar los oportunistas del Comité Ejecutivo Nacional. El inge ha estado en los momentos más importantes, como la iniciativa de reforma energética. Su proyecto fue el que el partido presentó como oficial.
Con lo optimista que siempre ha sido, Cárdenas pensará que el PRD tiene remedio como una opción de verdadera izquierda, que tanto necesita la sociedad mexicana. Y es el único que podría refundar el partido, que no tiene que ser delirante ni panfletario, sino una opción de buen gobierno.
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