No es la primera ocasión en la que el gobierno venezolano se ve obligado a responder al gobierno de otro país por la caída o desaparición de una nave aérea. Un reclamo anterior al mexicano fue el de Italia por la misteriosa desaparición de un pequeño avión en el que viajaba el director de moda italiano Vittorio Missoni, desaparecido desde el 4 de enero, y que fue encontrado hasta el 27 de junio cerca de las costas de Venezuela. El avión había despegado de Los Roques, un archipiélago turístico venezolano, hacia el aeropuerto internacional de Caracas, a 144 kilómetros de distancia, cuando desapareció con Missoni, su esposa y otras cuatro personas.
Empero, de nada valieron los reclamos del gobierno de Enrico Letta. Todo indica que el de Missoni pudo haber sido uno de los 30 aviones que, dice el venezolano Nicolás Maduro, sus fuerzas aéreas han derribado tan sólo en este 2013.
¿Qué paso con el avión de Missoni? ¿Qué con el inmovilizado e incendiado la semana anterior de matrícula mexicana? ¿Dónde están los pasajeros y tripulantes? ¿Dónde la cocaína que supuestamente transportaba?
La respuesta a esta última pregunta es importante, dado que en Venezuela predomina el llamado Cártel de los Soles, usado para describir a los grupos oscuros dentro de las fuerzas de seguridad de Venezuela que trafican cocaína. Es, en cierto modo, un término engañoso ya que crea la impresión de que hay un grupo jerárquico, formado principalmente por oficiales militares, que fija el precio de la cocaína en el país. Hay células en las principales ramas de las fuerzas armadas – el ejército, la armada, la fuerza aérea y la Guardia Nacional, desde el más bajo hasta el más alto nivel – que esencialmente funcionan como organizaciones narcotraficantes. Sin embargo, describirlas como un “cartel” en el estricto sentido de la palabra sería exagerado. No está claro cómo funciona la relación entre estas células, aunque al parecer las rivalidades entre éstas se ha vuelto letal en el pasado.
De hecho, hace poco más de un año, el narcotraficante mexicano Sergio Villarreal Barragán, alias “El Grande”, detenido en 2010, implicó a generales del ejército venezolano en una red de tráfico de drogas desde la ciudad venezolana de Maracaibo hasta México.
MILICIA EN EL NARCO
Pregunté sobre el asunto del avión mexicano al Coronel del Ejército Rubén Darío Bustillos Rávago –encabeza al nutrido grupo Frente Institucional Militar–, quien me respondió textual, hace un par de días:
“Lo de ese avión está muy oscuro… ¿Cómo es eso de que viajaban 7 personas y no pudieron atrapar a ninguna? Además, la nave fue quemada en tierra… ¿Y la droga? Hermano, a estos carajos no hay que creerles nada. Y menos cuando se trata del narcotráfico, pues este es un Narco-gobierno…”
Y, en efecto, los elementos de las fuerzas armadas que se cree están más profundamente involucrados en el narcotráfico en Venezuela están, como era de esperarse, concentrados a lo largo de la frontera occidental con Colombia; especialmente en los estados de Apure –dónde fue obligado a aterrizar el avión de matrícula mexicana–, Zulia y Táchira.
El poder de estas células proviene de su acceso a los principales aeropuertos, retenes y puertos, incluyendo Puerto Cabello en el estado Carabobo. Se cree que estas organizaciones militares tienen como fuente de cocaína a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en particular los Bloques Oriental y Magdalena Medio.
A mediados de la primera década del siglo 21, elementos de la Guardia Nacional y otras ramas de las fuerzas armadas comenzaron a participar más activamente en el narcotráfico. Células de las fuerzas de seguridad comenzaron a comprar, almacenar, mover y vender cocaína ellos mismos; antes su función principal era extorsionar a narcotraficantes que movían cargamentos de cocaína. Una teoría de por qué esta evolución se produjo es que los narcotraficantes colombianos comenzaron a pagar a los militares con drogas en lugar de dinero en efectivo, lo que obligó a los venezolanos a encontrar sus propios mercados para los narcóticos.
No hay árbol genealógico para una estructura tan efímera como el Cartel de los Soles. Parece evidente que las ramas principales de las fuerzas armadas – la Guardia Nacional, el ejército, la armada y la fuerza aérea – tienen facciones que trafican con drogas. Aunque a veces parece que trabajan juntos, también hay evidencia de que a veces operan unos contra otros y roban cargamentos de droga (una práctica conocida como “tumbes”). Ha habido reportes de una facción del narcotráfico en el ejército compuesta por agentes que participaron en el intento de golpe de estado de 1992, un grupo informalmente conocido como el “Cartel Bolivariano”.
Cargamentos de cocaína son comprados en los estados fronterizos de Apure y Zulia, o bien en los departamentos de la frontera colombiana. Debido a que los dólares son escasos en Venezuela, y debido a que el bolívar se devalúa con frecuencia en el mercado negro, es raro que las compras involucren dinero en efectivo. La cocaína es a menudo intercambiada por armas, especialmente en negociaciones con las FARC. De lo contrario, los venezolanos actúan como socios de los narcotraficantes colombianos, acordando dividir las ganancias de la venta de la cocaína en el extranjero.
¿Está ahí el origen del actual affaire con Venezuela?
Índice Flamígero: “¡Toma tu Buen Fin, México!” parece haber dicho el venezolano Maduro y dio paso a sus huestes bolivarianas para que asaltaran tiendas y se llevaran refrigeradores, televisores…