Desde el 3 de diciembre de 2012, la Secretaría de Gobernación tiene dos titulares. El formal, Miguel Ángel Osorio, y el de verdad, Luis Enrique Miranda. Éste es el amigo, el preferido, con quien –dice Raymundo Riva Palacio–, Enrique Peña “se anima a tomar un whiskey”, quizá hasta dos. El otro, apenas, es un colaborador.
Se siente y se sabe más poderoso el amigo que el colaborador.
Y es con ese poder que Luis Miranda parece traer una agenda totalmente distinta a la de quien, al menos formalmente, es su superior jerárquico, Osorio Chong.
Encargado, entre otras, de las negociaciones con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, durante meses Miranda ha sido incapaz de encontrar una solución al conflicto que plantean los profesores disidentes, contrarios a la llamada Reforma Educativa, que en realidad es una mera reforma administrativa y laboral.
Primer craso error. Dio a la CNTE reconocimiento, carácter de parte beligerante, cuando la contraparte reconocida oficialmente es el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Peor aún, por su evidente incapacidad o hasta desidia, a Miranda le “tomaron” un par de ocasiones las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Se plantaron en el Zócalo. Y desde las vísperas del 15 de septiembre en el Monumento a la Revolución. A ello súmele marchas y más marchas no sólo en el DF sino en buena parte de las más importantes ciudades del país… con los consabidos malestares para el resto de la población.
Harto, tal vez, de tantos encuentros a la mesa de negociación, Miranda finalmente dijo sí a la mayoría de las peticiones de los mentores que militan en la CNTE: los maestros participarán de manera activa en el diseño de sus evaluaciones… y si no las aprueban, pues seguirán en sus puestos y tan tan.
La Reforma Educativa, anulada pues.
Por eso los medios intitularon sus notas al respeto con verbos como doblegados –los funcionarios públicos–, mangoneados, doblados… por la CNTE.
Y ahí tiene usted ahora al otro secretario de Gobernación, el formal, desmintiendo al que es el amigo, el preferido, el de verdad.
Que no. Que los acuerdos firmados por Luis Miranda, no arriesgan a la llamada Reforma Educativa, que no, que no, que…
AL RELEVO DE ERUVIEL
Ruda tarea para el secretario de Gobernación formal. Desfacer los entuertos del amigo de ya sabe usted quién.
Ahí “la regó” Miranda. Cualquier otro –que no fuese el amigo, el preferido– ya habría sido puesto de patitas en la calle. Pero no. Nadie debe meterse con él.
¿Qué hacer entonces con Luis Enrique Miranda?
Pese a sus tropiezos y caídas, ¿se mantiene como alter ego de Osorio Chong? ¿Le baja él mismo la cantidad de crema a sus tacos, en un inusitado acto de humildad?
¿O será, acaso, que su destino es la gubernatura del Estado de México?
Porque, usted lo sabe mejor que yo, por más que se esfuerza en publicitar lo contrario, Eruviel Ávila no está “en el ánimo de El Señor”, quien a fortiori tuvo que nominarlo candidato del PRI a sucederlo, ante sus no muy veladas intenciones de buscar la gubernatura con las banderas del PRD, si no era favorecido por el dedo del señor Peña. Un cisma y un riesgo para las ambiciones presidenciales de quien entonces todavía gobernaba al EdoMex.
Nunca ha podido tomar posesión realmente el señor Ávila. Los peñanietistas siguen influyendo ahí.
Lo ha escrito no ha mucho el colega Miguel Alvarado en su columna del semanario toluqueño Nuestro Tiempo:
“Luis Miranda Nava visita su ciudad. La diferencia es que ahora lo hace con otros ojos, distinto de cuando la recorrió cuando era aspirante a la alcaldía por Toluca, en el 2006 y que perdió ante el panista Juan Rodolfo Sánchez. Ahora sabe que puede suceder al gobernador Eruviel Ávila en el cargo, una silla casi tan importante como la presidencia de México, pues del Edomex se extraen recursos económicos y humanos que afianzan o derriban proyectos políticos. Siempre ha sido así. Y Miranda siempre ha sido el operador político más eficaz (?) del Grupo Atlacomulco, desde que Arturo Montiel lo incorporó a su equipo cercano de trabajo…”
¿Se va Eruviel, ahora sí de a deveritas?
¿Desde Los Pinos envían a Luis Miranda a gobernar el EdoMex?
O, ¿qué hacemos con Luis Miranda?
Opine usted.
Índice Flamígero: Eso de colocar a un amigo –mexiquense de preferencia– al lado del titular de una dependencia no es privativo de Gobernación. Sucedía igual en la PGR, pero a través de una ventana de oportunidad abierta por la hija del “maestro” Humberto Benítez, el también hidalguense Jesús Murillo logró defenestrar a Alfredo Castillo, quien cayó en paracaídas sobre la Profeco. En Desarrollo Social, Rosario Robles da la cara, pero el amigo, el cercano, ¿el de a deveras?, se llama Ernesto Nemer.