De la revolución y temas anexos.
Soy mexicano-estadounidense. Igual, a millones de paisanos, nuestro país nos expulsó a encontrar otros horizontes. Al finalizar el sexenio Delamadrista concluí abandonar mi ciudad, mis amistades, los sitios favoritos, la familia.
Visos de inseguridad asaltaban la ciudad, la contaminación, el tráfico vehicular, oportunidades de mejorar económicamente escasas. Colaborar con el gobierno priista con las consabidas deudas políticas, corrupción, inestabilidad, resultaba desalentador.
El sector privado amarrado a los de arriba padecía los mismos síntomas.
Las opciones a emigrar, varias, inclusive dentro de las provincias mexicanas. Las circunstancias, permitieron residir legalmente en el país vecino del norte.
Las obligaciones me llevaron a Centroamérica y Europa, hasta determinar que trotar, nómada, ligero de equipaje por diferentes continentes pesaba. El apremio a encontrar base, el apego a cuatro paredes donde colgar un cuadro se hizo necesario.
Por convicción regrese a Nueva York en donde viví en las bajos 90’s, cuando era una ciudad insegura. Antes mis anfitriones, Florida, Orlando y Boca Raton.
Londres era otra opción. Viví a gusto años previos, la particular flema británica, que cuando la necesidad orilla, resulta noble generosa. La cultura, la campiña, la cercanía al continente alentaba a regresar. El clima no.
La ciudadanía, estadounidense, la esquive por muchos años. ¿Para qué? ¿Qué necesidad? no urgía. Las obligaciones ciudadanas eran, son, iguales a los oriundos. Excepto votar, o ser jurado en las cortes.
Por muchos años compartí con orgullo, “El Milagro Mexicano”, con los interlocutores durante el periodo posterior a las presidencias de Adolfo Ruiz Cortines y, su tocayo, el “Pepsicolo”, López Mateos. El mote se lo anotó el pueblo, “brindaba con amistad cordial”.
Japón surgía con sus remedos de patentes de occidente, los automóviles Datsun aparecieron por las calles de las ciudades mexicanas igual a cajas de cerillos rodantes. La industria farmacéutica comenzó a abrir paso en el segmento del mercado. Los mirábamos en grupo buscando negocio. La tecnología todavía no la dominaban.
Corea del Sur, Taiwán, Malasia, Singapur, ni mencionar China, eran economías pobres. México, el gran México, el milagroso, resultaba prometedor, adelantado” años luz” a ellos.
¿Y…? ¿Que sucedió? En vez de avanzar a ritmo próspero, quedo atrás, atrás…
Los compañeritos lo rebasaron.
Reconozco avances de quinta en infraestructura, inconclusos, acabados pobres, en salud sin medicamentos, servicios lamentables, de la educación solo me congratulo de saber que la maestra vive como reina en el reclusorio, el campo, “bendito Dios” dejó de producir, es mejor importar, los campesinos ahora son emprendedores en otras actividades, y… la lista es larga.
También hay aciertos, la oligarquía controla el país, la clase media se esfumó, la economía informal representa el 50% de las posiciones laborales, el sapientísimo gobierno cede la iniciativa a los ciudadanos, quien mejor que ellos con su talento, dedicación, esmero, responsabilidad. Preferible dejarles el liderazgo del desarrollo socioeconómico.
El artículo, de hoy, en Índice Político de mi entrañable amigo Paco Rodríguez me llamó la atención de más.
Concuerdo con el planteamiento de las condiciones propicias para otra revolución.
Difiero el modo. La revolución que apremia, será civilizada, el sentido de urgencia de mis compatriotas, la puntualidad que los caracteriza, la generosidad de regresarle con trabajo fecundo creador a la patria por acogerlos sin extender la mano como menesterosos, la voz exigente, aunque afable, para demandar en las pocas ocasiones que sucede, el destino en inversión pública, producto de los impuestos pagados a ojo cerrado.
La tranquilidad a acudir al juzgado a defender un requerimiento, o a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, humilde, lista a servir a la ciudadanía. Límpida Cristalina. Atempera el ánimo.
La burocracia ni mencionarla, trabaja como reloj suizo. La satisfacción de los usuarios desconoce como agradecer la prontitud de los funcionarios. La atención merece el mejor de los reconocimientos a nivel mundial.
Lo anterior me deja con un sabor de boca dulce, no existe pobreza, la corrupción, la inmunidad, la inseguridad, son conceptos inexistentes, la selección mexicana de fútbol ganará el campeonato mundial.
¡Viva México!
Con resolución, corro. El frío no lo siento por la emoción, el viento me saca lágrimas, no importa, urge comprar globos para festejar el éxito, la prosperidad de México.