• Exponencial, el crecimiento de la mortandad
• Actualmente, más violencia; armas y drogas
Año con año se celebra el 25 de noviembre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, instituido por las Naciones Unidas, el 17 de diciembre de 1999, bajo la dolorosa inspiración de un 25 de noviembre, pero de 1960, cuando fueron asesinadas, en la República Dominicana, las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal por su activismo político en contra del gobierno del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Sin embargo, hablando de México, las agresiones bárbaras contra las mujeres se incrementan.
Las cifras oficiales, de la Secretaría de Gobernación, no mienten: la tasa de mortandad de mujeres por ataques con armas de fuego creció de 7.8 en 2001 a 23.8 en 2010; las ocasionadas por golpes y violación aumentaron de 8.2 en 2001 a 18.7 en 2010, y en el mismo periodo las originadas por ahorcamiento, estrangulación, ahogamiento, o ataque con instrumento punzante tuvieron la misma tendencia al pasar de 8 a 12.5.
Curiosamente, Chihuahua, con su Ciudad Juárez fatídica por los asesinatos de jovencitas trabajadoras en las fábricas maquiladoras, cuya fama recorrió el mundo y hasta fue material para filmar películas macabras, dejó el primer lugar. Actualmente, los estados donde más se padece la agresión contra las mujeres son Guerrero, estado de México, Chihuahua, Michoacán, Distrito Federal, Oaxaca, Chiapas, Sinaloa, Durango y Sonora, y en el último año se sumaron Morelos y Guanajuato, en este orden.
Ahora es más frecuente también que los casos de violencia en pareja lleguen a los hospitales. La Secretaría de Salud reportó desde 2006 que las mujeres víctimas de violencia doméstica atendidas por los servicios del sistema de salud aumentaron de 3 mil 249 en el 2002 a 36 mil 457 en el 2006, según el Programa sobre Prevención y Atención a la Violencia Familiar. Pero la más reciente encuesta realizada en 2011 detectó que sólo 9.2% de las mujeres que habían vivido algún episodio de violencia acudieron a alguna institución de salud o de justicia, para recibir atención.
Y no lo tiene que asegurar el Instituto Nacional de las Mujeres: el fenómeno ha salido de la privacidad de los hogares para convertirse en un asunto público. Pero ahora que es más visible, hombres y mujeres deben saber que la violencia no tiene justificación y que es un delito. Los agresores – y esto es impresionante, como lo afirma la presidenta del Inmujeres – llegan a 7 millones 900 mil hombres.
Ante esta situación se da otro hecho más sorprendente aún: cuando los casos de violencia contra la mujer llegan al Ministerio Público, se impone la impunidad, pues sólo en uno de cada 10 se castiga a los agresores. La impunidad ha ocasionado que sólo siete de cada 10 mujeres denuncien el maltrato que viven la confianza en las instituciones se ha perdido.
Increíble pero cierto: la descomposición social sí ha repercutido en la violencia contra las mujeres, pues al día mueren seis mujeres por su condición de género, como lo atestigua Pablo Navarrete, coordinador de Asuntos Jurídicos del Inmujeres. Hoy por hoy, la violencia hacia las mujeres es cada vez más extrema; hay más armas y drogas involucradas, como lo advierte Tania Robledo, directora de la Fundación para la Equidad (Apis).
Este gravísimo asunto, ciertamente, no se resuelve iluminando de naranja las ciudades o con un distintivo en el pecho. Se impone una revolución cultural en todos los asuntos de la vida de los mexicanos. Ah, y de los políticos, muchísimos de ellos sólo movidos por el chambismo.
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