• Transparencia con sólo una reserva: “seguridad nacional”
• Cerraría el círculo la comisión nacional contra la corrupción
Bueno. Ya los diputados pusieron a tono con los nuevos tiempos la transparencia, el acceso de los ciudadanos a la información gubernamental y la protección de datos personales. Estos derechos serán ahora presuntamente mejor garantizados con la mediación del IFAI (Instituto Federal de Acceso a la Información). Bien. Pero, ¿y la corrupción? Porque la opacidad, lo contrario de la transparencia, es signo de malversación, de transas, de soborno, de injusticias y de toda la podredumbre que ha impedido que este país pueda ser una potencia en el mundo.
Pero siempre hay un pelitos que quedan flotando en la sopa política mexicana: Sólo el Ejecutivo federal tendrá derecho de apelar las resoluciones del IFAI ante la Suprema, aunque sólo cuando la entrega de la información a particulares “pueda poner en peligro la seguridad nacional”. Y ante esto, los diputados tendrían ahora que revisar y definir con exactitud qué significa “seguridad nacional” en tiempos de inseguridad.
La seguridad nacional se refiere a la noción de relativa estabilidad, calma o predictibilidad que se supone beneficiosa para el desarrollo de un país, así como a los recursos y estrategias para conseguirla, principalmente a través de la defensa nacional. Pero mientras los objetivos clásicos de la seguridad nacional consistían en lo pasado en prevenir o rechazar amenazas militares de estados (la guerra clásica), en la actualidad las amenazas a la seguridad nacional son difusas, e incluyen el terrorismo, los riesgos medioambientales y fenómenos sociales de escala global como las migraciones masivas (…). O sea que seguridad nacional es tan relativo que puede ser pretexto para todo, hasta para meter a la cárcel a cualquiera.
Este martes, los diputados de la LXII Legislatura cerraron el círculo de la discusión de la reforma de varias disposiciones constitucionales que ponen a la transparencia como factor fundamental del quehacer gubernamental y de la relación gobierno – sociedad, organismos intermedios – sociedad, y entre individuos e individuos. Un triunfo reformista más de la administración del presidente Peña Nieto.
Gracias a esta reforma, aprobada por los senadores en diciembre pasado, será pública toda la información en posesión de cualquier autoridad, entidad, poderes ejecutivo, legislativo y judicial, organismos autónomos, partidos políticos, fideicomisos, personas físicas, morales y sindicatos. Y sólo será reservada temporalmente por razones de “interés público” o de “seguridad nacional”.
En el papel, esto es un inimaginable avance, aunque el gran pendiente ahora es la revisión de la definición de los conceptos – qué es seguridad nacional -, para que no digan que a Chuchita la bolsearon. El IFAI será plenamente autónomo y sus resoluciones serán inatacables (pero no tanto) para que los ciudadanos cuenten con mejores herramientas para evaluar a sus funcionarios y representantes.
(Faltaría otro un gran paso y éste sería materia de la reforma política, si los legisladores tuvieran tamaños para abordar el tema y plasmarlo en la ley fundamental: Que una vez hecha la evaluación ciudadana, los ciudadanos pudieran revocar el mandato de los funcionarios y representantes reprobados por opacos. Pero bueno. Algo es algo, dijo el calvo.
Fíjese si esto no es algo tremendamente novedoso: gracias a la reforma, toda clase de información sobre asuntos y recursos – ¡recursos! Dinero, pues – podrá ser conocida por los ciudadanos mexicanos. ¿Será verdad tanta belleza?
Pero está faltando algo muy fundamental. El papel que no ha jugado la Secretaría de la Función Pública para investigar, perseguir y castigar a los políticos corruptos con penas carcelarias y reparación de daño: enriquecimiento muy explicable, malversación, blanqueo de dinero sucio, entre otras maldades a que nos tienen ya casi acostumbrados muchos próceres de la política.
El Ejecutivo tendría, como siguiente paso, que presionar al Senado para que los padres conscriptos dejen de estar haciendo como que la virgen les habla y se pongan a trabajar en la creación de la Comisión Nacional contra la Corrupción, tan prometida por el presidente Peña Nieto.
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