Es el nuevo comandante de la II Región Militar con sede en la capital de Baja California. Se despidió de tierras laguneras –la XI Región Militar– a finales del anterior noviembre. Augusto Moisés García Ochoa, General de División Diplomado de Estado Mayor ha sido reivindicado. Para todo efecto, fue ascendido.
Y es que sobre sus espaldas y prestigio García Ochoa cargó aquella ya famosa adquisición de equipo de espionaje por 5 mil millones de pesos. Hasta The New York Times le dedicó un amplio espacio, donde infundadamente le achacaba haber cobrado un 10 por ciento de “mordida” por tal compra a la empresa Security Tracking Devices de nuestro conocido Susumo Azano Matsura.
En su momento, la propia Secretaría de la Defensa Nacional desvirtuó esos ataques en contra de García Ochoa. Pero de cualquier forma el daño estaba hecho. Sus aspiraciones a la titularidad del Ejército Nacional Mexicano resultaron frustradas, entre otras cosas, por tal infamia.
Fueron otros los personajes que, en cambio, sí se beneficiaron de la trácala por la que dio la cara Azano Matsura. El ahora senador y entonces precandidato presidencial panista Ernesto Cordero Arroyo, y el ex dirigente nacional del blanquiazul César Nava Martínez fueron, en realidad los principales beneficiarios de esa adquisición de la Defensa Nacional, muy seguramente ordenada por quien entonces era su espurio Comandante Supremo, Felipe Calderón Hinojosa.
Y tal fue un verdadero ataque del enemigo a los mismísimos cuarteles de Lomas de Sotelo, el barrio de la capital nacional donde se ubica la Sedena. Porque, como se lo comenté aquí el 13 de junio anterior, a cambio de apoyos poco claros para la frustrada campaña presidencial del panista Ernesto Cordero Arroyo, el fallido gobierno calderonista permitió y quizá hasta alentó que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) hiciera un sobrepago de casi 105 millones de dólares al proveedor de equipos de cómputo para espionaje –intervención de conversaciones en teléfonos móviles, extracción de mensajería (SMS), correos electrónicos, listas de contactos, fotografías– al proveedor José Susumo Azano Matsura.
Y es que según la prensa israelí, los equipos vendidos por Azano Matsura –sistema de espionaje Pegasus– tuvieron un costo de 15 y medio millones de dólares y él los revendió a la Sedena, en varias etapas, en un monto superior a los 120 millones de dólares, lo que representa un margen bruto de utilidad del 875% sobre el precio de venta.
En los demás dispositivos mencionados en el diario El Universal hace casi año y medio, el margen varió del 40 % hasta el 60% del monto de sus contratos, basados en la información pública a la que se tuvo acceso.
Todavía más: La Sección Segunda del Estado Mayor de la Sedena (Inteligencia) informó a sus superiores, en su momento, sobre el artículo aparecido en uno de los medios informativos de Israel el 18 de octubre de 2012, donde se da cuenta del verdadero costo de Pegasus, pero dicen que por discreción e institucionalidad –whatever that means between the green people– nunca prosperó una investigación ordenada al respecto.
No podía prosperar, pues la orden de esa adquisición a tales precios inflados provenía directamente del ocupante de Los Pinos.
¿Quién pediría una “mochada” del 10 o siquiera del 1% sabiendo que la compra había sido ordenada por el mismo Calderón?
UN ACTO DE JUSTICIA
Ante los embates –tanto en la prensa local como en la extranjera–, García Ochoa se mantuvo estoico, inmutable.
Y hoy su superior, el General Salvador Cienfuegos, le corresponde nombrándolo comandante de la II Región Militar, en Mexicali.
Su encomienda, principalísima –ha dicho al tomar posesión del cargo– es la de erradicar la violencia en forma coordinada con los tres niveles de gobierno en Baja California, Sonora y Baja California Sur, entidades comprendidas en la región que comanda.
Ha sido éste un acto de justicia que beneficia a García Ochoa.
Falta ahora que la justicia también se aplique a quienes defraudaron dineros públicos por un monto de casi 105 millones de dólares: Susumo Azano, sí, claro. Pero también Calderón, Cordero y, entre otros, Nava que se beneficiaron de esos recursos –hasta instalaron un centro de espionaje para vigilar al entonces precandidato Enrique Peña y a sus más cercanos colaboradores y amigos– como si fueran propios y no, como son, de los contribuyentes, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: A propósito de compras, adquisiciones y asignaciones directas. ¿Recuerda usted a nuestro conocido Enrique Gerardo Amador Tardiff a quien despidieron de la CFE en 2010 por actos de corrupción y que ahora se presenta como “operador para los bisnes” del Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera Espinosa? Bueno, pues negado el hecho a capa y espada por la Administración del GDF, resulta que hace unos días, con todo descaro, realizó un cambio de maletas, de cajuela a cajuela de sendos vehículos, en plena Calzada de Tlalpan, más precisamente por el rumbo de la Calzada Ermita. ¿Será que tenía mucha prisa por tomar ropa de refresco para irse de viaje a Acapulco? ¿O sería que esas dos maletas dos estarían cargadas de billetes, muchos billetes, de alta denominación por ejemplo? ¿Usted qué cree?