El viernes pasado, el frío de menos 5 grados centígrados acompañado de vientos de 12 kilómetros aproximadamente, no desanimó a los neoyorquinos de diversas ciudades del estado, mucho menos, a miles de turistas internacionales a inundar la Quinta Avenida, para admirar los aparadores navideños en los comercios y tiendas departamentales, interrumpiendo la cotidianidad de los Manhatees.
El centro Rockefeller, como todos los años es uno de los sitios más concurridos, después de Central Park. El gigantesco árbol de navidad-sustentable-, en la plaza principal, es motivo de deleite para niños, niñas, adolescentes y adultos. Sin descontar la pista para patinar en hielo que hace la experiencia inolvidable.
Los colaboradores del Salvation Army bailan, en cada esquina, al son de las canciones y villancicos navideños, exhortan a los transeúntes a colaborar a la colecta para apoyar a los más necesitados.
Santa Clauses, por doquier, anunciando el preámbulo del sábado siguiente, cuando se festeja el Santacon, una tradición nacida en 1997. Consiste en disfrazarse de Santa o duende, o algún otro personaje representativo de las celebraciones de fin de año.
A quienes caracterizan a Papá Noel, a cambio, en muchos o en casi todos los establecimientos etílicos, les ofrecen envidiables descuentos por las bebidas, en algunos, al personaje con el mejor disfraz le dan las bebidas gratis.
Lo relevante, durante el sábado, fue que la primera tormenta de nieve que a todos tomó por sorpresa, por la insistencia de traer copos durante todo el día y la noche, no suspendió a los celebrantes del Santacon, ni a los cientos de miles de personas ávidas de realizar las compras navideñas, disfrutando, además, a los hombrecillos de rojo.
La ciudad vuelta un caos, de alto calaje, no sucumbió a la impaciencia que produce el tráfico vial y, el de las oleadas de peatones en las aceras, sin dejar espacio para escurrir un alfiler.
La tolerancia marcó la festividad, excepto, la conducta de algunos Santas, de ambos sexos, en estado inconveniente que marcó la nota discordante. Los demás sumados a la alegría por la nieve, y las miles de opciones que presenta Nueva York. Cultura, espectáculos, gastronomía global, aunque la nota relevante, la representan los súper descuentos en cualquier comercio, que alcanzan hasta el 60%, o las otras ofertas, compre 2, le obsequiamos 1 similar.
La Gran Manzana, reluce cada año dentro de la constelación de ciudades alrededor del mundo. Por tanto que tiene que ofrecer, sin distinción de nacionalidades, lo abultado o no de las carteras, siempre el visitante encuentra algún rincón de interés… algún pasaje imborrable.
No sorprende que el clima cruel, de vientos severos, las gélidas mañanas, tardes y noches, no detenga a propios y extraños para visitarla, vivirla, vibrar a su ritmo, llevarse en la bolsa de los recuerdos, momentos gratos, más el deseo a regresar…
Nunca basta el tiempo para continuar la exploración urbana.