El chiste es viejo, pero descriptivo:
Estaba Juan Caca en un bar, desconsolado, y ante ello le pregunta su amigo en la barra:
– ¿Qué te pasa Juan?
Y responde:
– Estoy devastado, todo el mundo se burla de mi nombre, es horrible, ¡me lo quiero cambiar!
– No te preocupes –lo calma el contertulio–, mi primo se lo cambió hace un mes. Ve al Registro Civil y en dos días te lo cambian y queda listo.
Acatando el consejo, Juan Caca va a la oficina del Registro Civil y, tras explayarse en su desolación, le preguntan:
– ¿Por qué se quiere cambiar el nombre?
– ¡Porque es horrible! –responde Juan Caca.
– Cierto. Cierto. ¿Cómo se quiere llamar ahora? –pregunta el oficial del Registro.
Y el tipo contesta:
– Pedro… ¡Pedro Caca!
Transformó su nombre, ¿qué no?
Algo así le está sucediendo a nuestro país con el gobierno de “la transformación”, vocablo que emplean quienes viven del erario público en cuanto discurso y jingle de spot nos recetan sin miramientos.
“Transformar a México” se ha vuelto divisa de la actual administración, luego de que ella misma sepultara a paletadas el clásico “Sufragio Efectivo, No Reelección”.
“No venimos a administrar, sino a transformar” dijo el propio señor Peña Nieto al celebrar (sic) sus primero cien días en la principal oficina de Los Pinos, el 10 de marzo de este año que languidece.
Luego, en su mensaje con motivo de la presentación de su primer informe de gobierno ante el Congreso, el mismo señor Peña anunció:
“Tenemos 120 días para que 2013 sea recordado como un año de grandes transformacionales, un año en que México se atrevió a despegar; es hora de creer. Juntos hagamos historia”.
Y esos 120 días –que culminarán la noche de San Silvestre de este 2013– sí que son historia. Pero negra.
¿Y LA CONCORDIA?
Socialmente polarizados desde 2006, hoy los mexicanos estamos todavía más divididos que en ese entonces.
Las élites, los favorecidos –por la corrupción institucionalizada– de siempre, aplauden a rabiar las reformas que en maratón legislativo le fueron aprobadas a Peña Nieto.
El basamento, los desposeídos –por la corrupción institucionalizada– de siempre, mínimo ven con recelo los cambios constitucionales y las nuevas leyes fiscales, entre otras.
Y es que mucho transformar y transformar… y todo sigue igual o va para peor.
Y eso me recuerda otro viejo chiste:
Llega un famoso circo (el PRI) al pequeño poblado. Su gran atractivo era el hombre que se transformaba en animal. Llegado el día de la primera función circense, el lugar estaba lleno. Empieza la función, se apagan todas las luces del escenario, menos una que era la que alumbraba al maestro de ceremonias y éste empezó a hablar:
– Señoras y señores bienvenidos al mejor circo del mundo.
Toda la concurrencia aplaude, y el maestro de ceremonias continúa:
– Este es el único circo en el mundo que les presentará frente a sus ojos al único hombre que se transforma en animal.
Y la concurrencia, emocionada, aplaude aún más fuerte.
– Pero primero tendremos a nuestros equilibristas –anuncia el maestro de ceremonias.
Y salen los equilibristas al escenario, hacen su número. Vuelve a salir el maestro de ceremonias y anuncia el acto de los leones, y así sucesivamente todos los actos del circo, hasta que llegan al acto más esperado por todos (la reforma energética):¡ El hombre que se transforma en animal!
Las luces se apagan. Una sola luz en medio del escenario… y aparece una silla de color oro en el centro del escenario. Sale un personaje vestido con pantalones de mezclilla, una camisa verde de manga corta y, en sus manos, una bolsita de plástico.
Llega a la pista, se acomoda, se sienta en su silla, extiende una mano y saca de la bolsita de plástico una cajetilla de cigarros. Enciende uno y tranquilamente comienza a fumar. Los comentarios de los asistentes no se hicieron esperar, entre lo que se podía escuchar era: “Mira, ya le está saliendo pelo de las manos”. “Te fijas como ya le están empezando a salir garras”. Y un sin fin de comentarios más.
Mientras tanto el personaje seguía sentado, fumando. Cuando se acabó su cigarro sacó un refresco de la bolsita y se lo empezó a tomar. Así pasaron los minutos, y las horas; el señor fumaba y tomaba soda.
Llegó un momento en que el público se empezó a desesperar, pero pacientemente aguardaba ya que aquello sería un acto único.
Pero llegó un momento en que fue tanta la desesperación que un asistente se levantó de entre el publico, y grito:
– ¡Ese hombre se está haciendo buey!
Y de inmediato, el maestro de ceremonias –los medios de comunicación tradicionales—brincó a la pista y gritó:
– ¡Ahí lo tienen, señoras y señores,el único hombre que se convierte en animal!
Transformers, pues. Pura fantasía, ¿o no?
Índice Flamígero: “La corrupción… según Forbes”, intitula el ingenioso Poeta del Nopal al epigrama que nos regala en estas fiestas decembrinas: “Seguimos haciendo historia. Por primera vez la revista Forbes ha presentado una lista con los 10 políticos más corruptos de México, donde destacan, por supuesto , varios distinguidos priistas; pero sospecho que la famosa revista se quedó corta. Para enlistar la corrupción en México hace falta, bajita la mano, una verdadera enciclopedia: En otro tiempo y lugar, / perdido en la lontananza, / tuve la leve esperanza / de que algo podía cambiar; / mas tuve que recular / con el orgullo deshecho, / ¿de qué sirve ser derecho? / pregunto con desazón, / si el senador y el ladrón / ¡duermen en el mismo lecho!” + + + Este espacio dejara de publicarse las próximas dos semanas. ¡Felices fiestas!
Muy bueno e ilustrativo.