Dos de cinco
En México, cobra relevancia la voz viva de las Mujeres (En mayúsculas) no son “rajonas” en un país de machos mediocres que les arrebatan a diestra y siniestra las posiciones que ellas merecen.
Posterior al “Pajarito” Miguel Alemán, arribó a la presidencia el de corbata de moñito, (casi sacristán ante la poderosa imagen del antecesor)
Don Adolfo Ruiz Cortines, hombre de número, contador de Venustiano Carranza, hombre inmaculado, dicen los historiadores su mano derecha, ¡claro, era el de los dineros!
¡OH! Sorpresas nos da la vida Mariana, él, no robó, mas sin embargo, ante el desaseo de la administración anterior, le arremetió a los mexicanos una nueva modalidad, el primer sabadazo con devaluación del peso frente al dólar, en plena semana Santa, la de Abril de 1954, de $8.65 a $ 12.50. ¡Ufiss! Cómo correr a los bancos… Todos cerrados. Gol con maña, premeditación, ventaja, abuzar de la confiabilidad del ejecutivo. La vida en flores se convirtió en rosales espinosos.
Primera llamada de atención.
Don Adolfo López Mateos, magnético. El “pepsicolo” porque brindaba amistad cordial, como el lema del refresco de moda. Recorrió el mundo para atraer inversiones foráneas al país, (las que no hizo el jarocho, su antecesor, por negligencia, porque no se le daba el inglés, faltó a su compromiso con la Nación)
Fito pa’ los cuates, con su encanto personal, a pesar de sus migrañas, producto del aneurisma, convenció, a JFK de EEUU, en Asia a la mayoría de los gobiernos, a invertir rn México, en Europa compró la fábrica automotriz Bordward, e hizo, lo en sus manos incontable para atraer inversión.
Trajo la Olimpiada del 68, y el Mundial del Fútbol del 70.
Impuso en la geografía universal a México, como, “El Milagro Mexicano”.
Desconozco que alguien le reclame, a Don Adolfo, excepto, por automóviles deportivos, una infracción de corrupción.
Bajo agua, patrocinó a los hermanos Rodríguez en la fórmula uno, (construyó la pista de la Magdalena Mixiuhca para que el país fuera circuito de la ronda de F-1 mundial) no se si de su cartera, o de algún fondo extraño para el deporte.
Tengo claro que él, el, nunca se voló un clavo.
Se escabullía de casa, en su Jaguar plateado XK, al anochecer por la Avenida San Jerónimo, huía a pastorear, a olvidar el protocolo de su mandato.
No dudo, que la otra opción, fuera a pasar por una señora para solo pasear, la salud no permitía exceso.
Lo que mas disfrutada era la pista de GoKarts, en la colonia Nápoles, con los hermanos Rodríguez, en la calle de Nueva York, a una cuadra del Viaducto MA.
Su secretario particular, Humberto Romero, alguna vez presidenciable, se atemorizaba por el jefe, fuera de casa sin quien lo cuidara. La inquietud, surge de la reacción inesperada a su frágil salud (Existían los escoltas, los guardias del estado mayor presidencial sin exceso. No existían celulares, pero un el pitazo al jefe de la policía de la zona, era suficiente, pa’ver si al “presi” se le ofrecía algo. Tampoco existían paparazzi, a excepción de Carlos de Negri, el corrupto reportero de la nota roja del día, o el de la noche, Agustín Gutiérrez Barrios persiguiendo la noticia que abriría el noticiero matutino en el canal 2, el de la televisión del viejo Azcarraga, o la XEW Radio).