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MiPyMEs es el nombre que, en el mundo de los negocios, se le da a las micro, pequeñas y medianas empresas. la mayoría de las cuales no son sujetos del crédito bancario y pasan las de Caín para sobrevivir y más para consolidarse en un mercado salvajemente capitalista que no las asfixia antes de nacer inclusive. Las autoridades federales y estatales hacen lo posible por impulsarlas, invirtiendo cantidades millonarias de dinero, que sin embargo no es suficiente para que los pequeños y micro empresarios se posiciones de un mercado en tiempos de vacas flacas, como el que están viviendo las mayorías.
Millones de trabajadores, ante la falta de empleo, y ante los exiguos e injustos salarios que perciben incursionan en lo que modernamente se denomina emprendurismo; o sea que se convierten en mínimos empresarios que intentan resolver sus problemas de subsistencia mediante un negocito, una taquería callejera, una miscelánea de esas que quedan poco ante la invasión de las cadenas de tiendas de conveniencia, los oxxos por ejemplo, que acaban con todo como Atilas que pisan el pasto de las estepas siberianas que una vez pisoteadas no vuelven a reverdecer.
La Secretaría de Economía se esfuerza de manera admirable por otorgar garantías para que las pequeñas y microempresas, y muchas veces hasta las medianas, puedan acceder al crédito bancario, porque los bancos, con reforma financiera y todo, no tienen ningún interés en realizar negocios con ese tipo de empresas, pues sólo les prestan a las grandes aunque ésta no lo necesiten.
Este lunes en un desayuno en el Club de Industriales de ciudad de México lo puso muy en claro Vicente Gutiérrez Camposeco, titular de la Delegación Federal Metropolitana de la Secretaría de Comercio. Tampoco hay que digamos pingües recursos financieros para apoyar a las pequeñas y microempresas porque tampoco se trata de llevar a fondo perdido los recursos del erario que con tanto sacrificios engordan los contribuyentes que cumplen con sus obligaciones fiscales que son muy pocos en comparación con el universo de empresas y personas física que tienen la obligación de financiar con sus impuestos las actividades del Gobierno. Muchos, los peces gordos, evaden el pago de sus obligaciones fiscales, como lo acaba de revelar, con nombre y apellidos, el Sistema de Administración Tributaria.
Pero bueno, las autoridades tienen que apechugar – más les vale, porque para ello fueron elegidas – con un presupuesto destinado a impulsar a las micro y pequeñas empresas, esas que usted conoce y donde se abastece de infinidad de artículos necesarios para la vida cotidiana.
Tan sólo para garantizar los créditos bancarios, el gobierno federal destinó, entre enero y noviembre de 2013, poco más de 93 mil millones de pesos en apoyo de unas 80 mil pequeñas y medianas empresas en todo el país y en la ciudad de México apoyó a cerca de 15 mil MiPyMEs con un monto cercano a los 20 mil millones de pesos, con lo que el Distrito Federal se mantuvo en el primer lugar nacional tanto en empresas apoyadas como en derrama crediticia, vía los diversos instrumentos de apoyo.
Otro tanto realizó para apoyar a los emprendedores que presentan proyectos viables de desarrollo de negocios. Pero en este mundo matraca de la economía mexicana no hay dinero que alcance. Los apoyos son sólo para impulso, no para financiar la operación total de las empresas. Hay una gran mortandad de negocios que se abren para subsistir y para intentar una vida mejor. Imposible cubrir todo el universo. Lo ideal sería instrumentar medidas que levantaran la capacidad de compra de los trabajadores. Sin embargo, el fortalecimiento del mercado interno está en la cola de un venado, a pesar de las reformas estructurales peñanietistas aprobadas por el Congreso.
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