¡75,000 vuelos cancelados en 75 días en los Estados Unidos!
Es el saldo extraordinario del brutal invierno que prevalece desde diciembre pasado. La cifra resulta alarmante, sin embargo, al compararla en relación al número de vuelos anuales la consideración detalla una apreciación diferente.
De acuerdo a las estadísticas del Departamento de Transporte, anualmente se generan en el país casi 10 millones de vuelos anuales que embarcan a 815.3 millones de pasajeros, con un porcentaje de ocupación de asientos del 82.5%
Mensualmente, aterrizan y despegan 833 mil aviones comerciales, que al compararlos, con los 75,000 vuelos cancelados, representan en los 75 días el 2.7%.
La cifra pareciera menor, sin embargo, cuanto mayor es la cifra absoluta por menor que pareciera la relativa es motivo de un serio análisis.
Técnicamente el punto de equilibrio de cada vuelo, de acuerdo a los especialistas, es 75% de ocupación, sin descontar el impacto de las tarifas combinadas entre primera clase, la de negocios y turista, que bien puede modificar el porcentaje de equilibrio a favor o en contra, además del rendimiento de cada ruta.
Existen rutas consistentes durante todo el año, por ejemplo, Nueva York-Chicago-Nueva York, que sirve al segmento de viajeros de negocios. Otras padecen la estacionalidad, principalmente los destinos turísticos como Nueva York-Orlando-Nueva York.
Las rutas a destinos turísticos o, a los afectados por la estacionalidad la aerolínea debe mantenerla para no perder su participación en el mercado, a pesar, del costo que significa en los meses de baja ocupación aunque el resultado anual sea favorable, por la elasticidad de las tarifas entre los periodos de mayor y menor ocupación.
Las principales aerolíneas comienzan a sentir el impacto, Delta, United Airlines/Continental, US Airways, JetBlue, y como siempre, la mas frágil por su rentabilidad American Airlines. Y, los aeropuertos más afectados por orden de magnitud son: Hartsfield-Jackson/Atlanta; JFK/NY y, O’hare/CHI)
La circunstancia va mas allá de la cancelación de los vuelos, todos los pasajeros que se quedaron en diferentes aeropuertos habrá que movilizarlos, mientras eso sucede, los gastos operacionales se disparan; alojamiento y viáticos a tripulaciones, el mantenimiento extraordinario de las aeronaves por causa de la nieve y el hielo, horas extras al personal en tierra, el costo que representa los cambios de las reservaciones, en algunos casos costearles a los pasajeros varados su alimentación y, en situación extraordinaria alojamiento o, transportación a otra terminal…
El gasto extraordinario para los operadores de los aeropuertos, la limpieza de baños apiñados, en donde el factor higiene se convierte en prioridad, además de los insumos y personal que se requieren para mantener el funcionamiento adecuado, los pasillos, las zonas exteriores, energía, calefacción, y etc. etc. etc.
Los beneficiados de éste intríngulis son; los restaurantes, los bares, las estaciones de comida rápida, las tiendas de revistas, entre otros, dentro de aeropuerto. Afuera los hoteles aledaños y la infraestructura de hospitalidad, los taxistas, y el personal de servicio.
Los perdedores, son aquellas las empresas adonde no llego el personal que se quedó varado, los prestadores de servicios turísticos del destino adonde aun no han arribado los viajeros, los costos extraordinarios incurridos por esos mismos para paliar el sinnúmero de inconvenientes que representan los retrasos de llegada al lugar de destino. ¡Una verdadera odisea para todos los involucrados!