El fraude a Banamex que perpetró Oceanografía, la empresa prestadora de servicios de Pemex en la sonda de Campeche, no es más que la parte visible del iceberg o la punta de la madeja de la corrupción en esa paraestatal a la que las autoridades de procuración de justicia pretenden exonerar o sacar de la jugada ex ante y, además, precipitadamente.
Sería saludable que la Secretaría de la Función Pública –o lo que queda de ella–, la Auditoría de la Federación y la PGR auditaran todos los procesos administrativos de las empresas prestadoras de servicios y constructoras de Pemex Exploración y Producción (PEP), a efecto de que también salgan a la luz el cochinero y la red de corruptelas que logró tejer Carlos Arnoldo Morales Gil, durante los diez años que estuvo al frente de la dirección de esa paraestatal y en la que también están inmiscuidos altos funcionarios panistas de los gobiernos fallidos de Fox y de Calderón.
En el padrón de prestadores de servicios de PEP existen innumerables pequeñas empresas (muchas de ellas conocidas como “de portafolio”) cuyos dueños o prestanombres están ligados a la élite de Pemex, que sólo operan cuando les dan el primer anticipo y que tienen sus libros blancos perfectamente actualizados, sus estados financieros de maravilla, sus avances y bitácoras de obra al corriente, certificaciones de obra o estimaciones, sus anticipos y sus precios unitarios actualizados, pero en la mayoría de los casos no existen las obras o, buen pretexto, ante cualquier supervisión ¡aseguran que las lluvias las destrozaron!
Tal es el caso de las peras, los puentes y los caminos que conducen a los pozos o a alguna infraestructura de producción y en estos casos los corruptos de Pemex y las compañías, tienen de aliado al clima, amén de los materiales de mala calidad que utilizan (en el caso de que llegasen a hacer las obras).
Toda esta corrupción la tejió Carlos Morales Gil, paso a paso como lo hacen los arácnidos. Fue construyendo su feudo lenta y soterradamente.
Cambio de mandos, cambio de manos y, afortunadamente, la corrupción de la que Morales Gil hizo gala no se eternizó y, ante el abuso evidente de este funcionario, fue retirado del cargo a principios del mes pasado. Hoy los contribuyentes demandamos, exigimos que se le investigue a fondo para que se le dé un castigo ejemplar.
TELARAÑA DE CORRUPCIÓN
A su llegada a PEP, sustituyendo a Luis Ramírez Corzo que había sido ascendido a la dirección general por maniobras –¿y complicidad?– con Francisco Gil Díaz, el tal Carlos Morales Gil incrustó a sus incondicionales compañeros de aula en la universidad, la mayoría ineptos y grandes corruptos, de acuerdo a personal que lleva décadas laborando para la paraestatal y concretamente para PEP, una de sus subsidiarias.
Posteriormente metió a sus alumnos, jóvenes inexpertos, manipulables y por supuesto corruptos.
Con esta claque construyó su castillo de naipes… y billetes, muchos billetes.
Morales Gil desborda ineptitud por todos lados. Desde que asumió la subdirección de la región sur, en 1998, y hasta su entrega, disminuyó la producción de aceite y gas durante su gestión. A nivel nacional, ya como cabeza de PEP, recibió la producción de aceite en 2004 en 3.5 millones de barriles diarios y la entregó muy reducida en el 2014 con 2.5 millones de barriles diarios.
El presupuesto de inversión en PEP, mientras tanto, se incrementó en ese lapso. De 3 mil millones de dólares a 20 mil millones de dólares. Un verdadero y real fracaso que se debe investigar.
Embarcó al país con el proyecto Chicontepec (su proyecto), en el que se alió con tres compañías: Schlumberger, Weatherford y Halliburton (¿a cambio de qué?), y donde Pemex ha hecho cuantiosas inversiones con el pretexto de “pruebas tecnológicas” y prometiendo el “oro y el moro”.
Pero, ¿cuáles han sido los resultados comparados con las metas?
Morales Gil dijo que ese proyecto, Chicontepec, reemplazaría al proyecto Cantarel en cuanto a reservas y producción ¿Dónde está la restitución de esos rubros?
Engañó a la opinión pública y de paso al inepto de Calderón con el proyecto Conquistador, “el mayor descubrimiento terrestre de aceite y gas de la historia de México”, con cuantiosas inversiones en el estado de Tabasco.
No obstante, esas “grandes reservas” se desinflaron y todo quedo en la nada.
De todas maneras eso se paga con nuestros impuestos.
Un ejemplo más de muchos: A fines del año pasado reventó, durante su terminación, el pozo Terra 123 en el estado de Tabasco. Dicho pozo fue perforado por la compañía Halliburton. A la fecha ¿alguien sabe si se le ha fincado alguna responsabilidad a esa compañía por ese lamentable accidente que le ha costado muchos millones a Pemex y graves daños ecológicos al estado de Tabasco?
Sí, acertaron, la respuesta es No. Porque había una relación innombrable entre Morales Gil y las compañías antes mencionadas, relación que les heredó, a su salida, a sus incondicionales.
Estas son solo unas de las muchas perlas de este personaje, protegido de Luis Ramírez Corzo –¿también está en este ajo?–, a quien le rentaba bodegas a precios que harían pensar que la ubicación de las mismas estaba en Paseo de la Reforma o a la vera de Park Avenue en Manhattan.
En otra entrega se tratarán más actos de corrupción de Morales Gil, como sus “inversiones” multimillonarias en paraísos fiscales.
Índice Flamígero: ¿Hipocresía? ¿Complicidad? ¿Mejor no hagan olas? En el boletín de prensa que Petróleos Mexicanos emitió para dar a conocer la “renuncia” de nuestro personaje de hoy, se lee: “Lozoya Austin reconoció la contribución de Morales Gil durante sus más de nueve años al frente de la subsidiaria y por su trayectoria de más tres décadas al servicio de Pemex.” Gracias, pues.