Desde Nueva York
27/08/2012 – 02:56
Por: Rubén Cazalet
Pendiente, dos asignaturas inaplazables del ejecutivo federal y del congreso: La reforma migratoria y el derecho constitucional a poseer armas de fuego.En ésta ocasión nos referiremos a la primera. El presidente Barack Obama en busca de la reelección a la presidencia por el partido demócrata, y el candidato republicano Mitt Romney, ni por asomo tocan cualquiera de los dos temas, en especial, cuando las encuestas los favorecen por igual.
La cerrada contienda augura un final cuestionable que anuncia el fallo de la Suprema Corte de Justicia como en el caso de, George W. Bush-Al Gore, en las elecciones presidenciales del 2000, para insatisfacción del 50% del electorado derrotado. Ambos temas de alta sensibilidad desatarían tal polémica que agudizarían, aun más, la polarización de la ciudadanía desde que Obama arribó a la presidencia, sin descontar la embestida de la prensa, los medios de comunicación y los políticos rivales. La solución de fondo, comprensible para ambos sectores el demócrata y el republicano, es inexistente. No hay una ruta que prevea la feliz conclusión, por eso no sorprende que no exista motivo a exponerse innecesariamente. La determinación de los asesores de campaña es dejarla para después de las elecciones en manos del Congreso. El ejecutivo federal en una maniobra para atraer el voto hispano, se sacó debajo de la manga la orden ejecutiva de “Acción Diferida para los llegados en la Infancia,” una componenda del Dream Act, que permite trabajar y estudiar de manera legal a los menores de 31 años que arribaron al país durante la infancia, sin que “la tregua,” signifique el camino a obtener la añorada green card, mucho menos la ciudadanía. La paradoja de este galimatías legal, presenta varias aristas. La más candente exhibe la incapacidad del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) para detener el flujo migratorio, once millones de indocumentados lo demuestran.Si bien, el muro fronterizo, sumado a la tecnología de punta, como los drones, para vigilar los cinco mil kilómetros de línea divisoria, y el incremento en 30% de agentes fronterizos suavizaron el tráfico. Contenerlo, al cien por ciento, continúa pendiente. Otra iniciativa congruente a la realidad actual, contempla la legalización de pequeños empresarios, que como tantas, quedó atrapada en las garras del congreso. Lo más alarmante de esta parálisis legislativa reside en que desde el principio de los años noventas, la ley, fomenta la inmigración de familias, en vez, de trabajadores expertos. Es asombroso que desde entonces, el número de visas para ese grupo se mantenga en 146,000 por año, a pesar que la economía creció 66%.Sin descontar, también, el limbo jurídico que representa para emprendedores e inversionistasEl desarrollo de talento global ha crecido significativamente, en especial en países como China y la India, sin posibilidad de transferirlo por la obsoleta ley de migración, al conceder, solamente el 7% de la cuota total de visas por país, para el grupo de trabajadores expertos. Impidiendo al país a hacerse de tecnología de punta. De acuerdo a un estudio de AnnaLee Saxenian, en el famoso Silicon Valley, el 25% de las empresas que inició operaciones, entre 1980 y 1998, se logró gracias a la ingeniería y tecnología de técnicos hindúes y chinos. En una escala mayor, el 40% de las empresas que encabezan la lista de las 500 en la revista Fortune, las fundaron inmigrantes o sus hijos.En 2006, extranjeros nacionalizados contribuyeron con el 33% de las innovaciones, mientras que el año pasado de acuerdo a un estudio elaborado en relación a la oficina de la propiedad industrial, tres cuartas partes del total de patentes registradas pertenecen a inmigrantes. Desde el mismo año, más de medio millón de técnicos y especialistas esperan por su residencia. Algunos se acogen a permisos especiales como la visa NAFTA, por un año, renovable, sin derecho a solicitar la residencia. Otros, frustrados, emigran a países, en donde la burocracia en vez de repelerlos los abraza, como Australia. Lo anterior es un reflejo de la grave miopía a actualizar la ley migratoria, menos encarar el rompecabezas que significa legalizar o deportar, a once millones de no documentados que eclipsa cualquier iniciativa. La incoherencia del argumento de los detractores es que estos trabajadores, incluidos los expertos y los emprendedores, desplazan a los nacionales.En vez, de evaluar el crecimiento económico que se alcanzaría con talento especializado y la mano de obra que ya está laborando con, o sin reforma. Y si de acciones disparatadas se trata, cómo se explica que en las recientes Olimpíadas mas de cuatrocientos atletas que compitieron, se entrenaron en diferentes estados y universidades norteamericanas, como el caso del corredor británico, Mo Farah, quien le arrebató al equipo US las medallas de oro en las carreras de cinco y diez mil metros. Entrenado por otro extranjero nacionalizado, el legendario maratonista Alberto Salazar, de origen cubano, para acabar de rematar. Estados Unidos, a manera de harakiri, ayuda a que lo derrote el talento extranjero en los deportes, en tecnología, innovación y en economía.