• La corrupción es como el cáncer
• Tienen que regresar a sus orígenes
Las clases dirigentes albicelestes están atragantándose con agua de su propio chocolate. Tanto que vituperaban a sus congéneres del PRI por corruptos. Sólo necesitaron una docena de años para mostrar el cobre. Ahora la prensa nacional, concretamente el periódico Reforma de los Junco, les está destapando las coladeras por presuntos cochupos en el reparto de beneficios para los gobernadores panistas.
Indudablemente la campaña negra es parte del llamado “fuego amigo” entre los grupos que pretenden el Comité Ejecutivo Nacional. Ahora los contendientes hablan de que quieren sacudirse de la corrupción. Corrupción al estilo guanajuatense y michoacano.
Una de las víctimas de las acusaciones anónimas de corrupción es el coordinador de la bancada panista en la Cámara de Diputados, Luis Alberto Villarreal.
Pero para batallar por la presidencia de la nomenclatura partidista, cada candidato podrá gastarse en la campaña electoral interna hasta 15 millones de pesos cada uno. Este miércoles arrancaron. Madero, el delfín del presidente Enrique Peña Nieto, lo hizo en Huehuetoca, edomex, y Cordero, en el DF. Podrán votar 220 mil militantes, que integran el padrón de militantes, según dicen. La elección se realizará el 18 de mayo.
Madero, presidente con licencia del CEN, ya entró al debate en torno a las acusaciones de corrupción. Deben de ser verdaderas porque los dueños y editores del periódico Reforma no las publicarían sin confirmar sus anónimas fuentes. En caso de que las acusaciones sean comprobadas, se deben combatir, “pero no utilizarse para golpear a una persona, un grupo o un partido.”
Según Madero, las acusaciones de prácticas corruptas en la Cámara de Diputados son parte de una campaña que pretende señalar que dentro del partido “hay buenos y malos”.
Las acusaciones de corrupción, según lo reportó el diario El Universal en su edición digital, son ya investigadas por una comisión interna, que ya trabaja y da seguimiento a temas de presupuesto interno, y en una iniciativa que permitiría tener mayor transparencia, vigilancia y rendición de cuentas, y busca si realmente existieron casos de corrupción.
Ernesto Cordero, senador con licencia, el candidato opositor apadrinado por el ex presidente incómodo, Felipe Calderón, también asegura que apuesta por el combate a la corrupción interna, porque el partido no es “tapadera” de nadie, y siempre ha luchado contra el abuso y la utilización ilegal de recursos públicos.
Cordero también dice buscar unir al partido; sacarlo de lo que él considera estancamiento, y desterrar su cercanía con el PRI.
Y ambos candidatos proclaman que los panistas tienen que recuperar los principios y los valores sobre los cuales fue fundado Acción Nacional, como un contrapeso a los gobiernos de la Revolución.
Honestidad, la bandera.
Así está de crispado el ambiente electoral al interior del partido cuyos próceres pudieron, pero no supieron cómo gobernar a México. Durante su estancia en el poder institucional la economía nacional se vino abajo, no obstante que, por naturaleza ideológica, los panistas son puntales del factor capital. Dijeron – Calderón hasta acuñó un mote: “el presidente del empleo” – que levantarían a México, pero fallaron, desde que el desbocado y boquiflojo Vicente Fox echó a patadas a los priístas de la residencia de Los Pinos.
Los panistas dijeron que acabarían con el desempleo, que llevarían a México a altos niveles de desarrollo y que acabarían con la corrupción. Ahora, con el escandaloso y multimillonario fraude de Oceanografía, están probando las mieles amargas de su propia perversidad.
Sería muy sano que, luego de esta elección interna, los panistas se dieran cuenta de que van de derrota en derrota, porque actuaron como con ligereza e irresponsabilidad. Los panistas aprendieron muy bien las lecciones. Las aplicaron. Y ahora están sufriendo las consecuencias.
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