Con su venia, conjuguemos hoy el “verbo” hubiera: ¿qué habría pasado si, por ejemplo, Oceanografía se hubiese conducido como una empresa socialmente responsable? Pues, seguramente, su propietario no estaría hoy bajo arraigo, sus trabajadores gozarían como mínimo de las prestaciones laborales que ofrece la ley, los contribuyentes no tendríamos que hacernos cargo de sus gastos, los bancos estarían satisfechos por el cumplimiento de sus obligaciones crediticias…
¿Y si el consorcio ICA-Carso-Alston hubiese aspirado a ser considerada como empresa socialmente responsable? La Línea 12 seguiría corriendo sin incidentes, no habría aceptado cochupos de la anterior administración capitalina, ni necesidad tendría de enviar a un representante a farfullar y/o balbucear ininteligibles tecnicismos a la Asamblea Legislativa del DF…
La responsabilidad social, por desgracia, está hoy ausente en la mayor parte de las empresas y de quienes formamos filas como sociedad. Hoy todo parece estar a la venta: se puede conseguir pasar la pena de prisión en una celda mejor que el resto de los presos si se pagan mil pesos por noche en prácticamente cualquier reclusorio del país… El derecho a emitir a la atmósfera una tonelada de dióxido de carbono sale por 13 euros en la Unión Europea… Y hasta es posible comprar el seguro de vida de un enfermo o anciano, pagando todas sus primas mientras viva, para luego cobrar los beneficios cuando fallezca, lo que implica que cuantos menos años viva, más jugoso es el negocio.
Hoy, como nunca, rebasados los límites morales del mercado, están latentes los peligros de la desigualdad en una época en la que la riqueza no sirve sólo para tener más yates o mejores coches, sino para comprar casi todo: desde influencia política hasta la propia seguridad.
No es gratuito, en este sentido, que las grandes escuelas de negocios también estén sufriendo los efectos de la más reciente crisis financiera mundial, la del 2008… Dos terceras partes de las más prestigiosas aulas de formación empresarial de Estados Unidos, Europa y del resto del globo han visto descender el número de aspirantes a cursar programas de negocios, según datos del Graduate Management Admission Council, encargado de realizar las pruebas de admisión.
¿DÓNDE QUEDÓ LA ÉTICA?
Las razones de este declive tienen que ver con la propia crisis económica, claro, pues reduce la demanda de todo tipo de productos y servicios, pero también con el descrédito. Una parte de la sociedad acusa a estos centros de élite de haber formado a los directivos faltos de escrúpulos que nos han conducido a la mayor crisis de la historia.
Todas las escuelas de negocios que se precian han introducido variaciones en sus programas educativos como respuesta a la crisis. Algunas solamente han reforzado sus clases de ética en los negocios, liderazgo y responsabilidad social corporativa, como es el caso de las estadounidenses Columbia, MIT Sloan Business School, Wharton o Tuck, o la suiza IMD, la francesa Essec o la británica London Business School. Otras escuelas han promovido juramentos de honor o códigos deontológicos en sus aulas, como Harvard.
En este cambio mucho ha tenido que ver el Aspen Institute, una organización de estudios educativos y de políticas públicas con sede en Washington, DC, cuya misión es fomentar el liderazgo basado en valores perdurables y proporcionar un foro no partidista para hacer frente a problemas críticos.
La buena noticia –que de vez en cuando las hay– es que el Aspen Institute ya tiene una corresponsalía en México. Fue lanzada hace unos días. La encabeza el ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente.Y en los trabajos de dos días participaron personajes de la política, la academia y la empresa nacionales. Fueron trabajos en los que, con diferentes perspectivas, se analizaron las reformas energética, financiera, política y fiscal.
Así, por ejemplo, el jefe del gobierno de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, resaltó la importancia de las deliberaciones del Aspen Institute para adoptar políticas públicas.
Por su parte, el presidente de Grupo Salinas, Ricardo Benjamín Salinas Pliego, quien ejemplifica en todas sus empresas la responsabilidad social de las mismas, hizo hincapié en la importancia de la participación de la gente, a través de este nuevo foro de análisis y debate.
Bienvenida, pues, la participación para la responsabilidad social en el Aspen Institute, ¿no cree usted?