· Del porvenir, la única certidumbre: que hemos de morir
· Empleo, la variable crítica, no hay más secreto ni ciencia
Las perlas del discurso de don Luis Videgaray Caso. En el fondo campea el espíritu del anglo whishful thinking. O como dicen los gurúes de la literatura de autoayuda: todo saldrá bien, muy bien. Sólo hay que pensar que todo saldrá a pedir de boca. Un mantra, pues.
No estamos mal. La economía está creciendo. Vuela como el cocodrilo, como dice el jefe. Y lo que dice el jefe es la pura verdad. Y todo indica que el producto va a crecer más en la segunda mitad del año.
Pero, ¿el crecimiento de un consumo agregado, concentrado en los ralos conglomerados de la clase media alta, será razón suficiente, sine qua non, para afirmar lo afirmado? Increíble.
La mayorísima parte de la masa de consumidores apenas consume algo de lo que requiere para su subsistencia. La canasta básica está muy cara. Y no pueden consumir lo que consumen quienes tienen un buen poder de compra, que son los que medio le dicen a don Luis que en la segunda parte del año habrá un repunte.
Del futuro sólo se puede especular. Especular no cuesta nada, Se especula cuando no se dispone de información concreta, precisa. Como aquello de “piensa mal y acertarás”.
Del futuro, la uniquísima certidumbre que abriga el ser humano es que ha de morir. Pero… Pero de que va a crecer la economía, esto no lo puede asegurar nadie, ni siquiera el economista en jefe del FMI, o de la UE, o de la OCDE. Sólo queda especular: Hacer suposiciones y pensar sin tener una base real.
Asegura Videgaray que existen cuatro factores que permiten estimar la recuperación de la economía nacional en el segundo semestre del año, y el primero es que en Estados Unidos se espera un mejor crecimiento.
Pero no hay que olvidar, don Luis, que el Banco de México redujo el miércoles su pronóstico de crecimiento de la economía del país en 2014, de su horquilla inicial de entre el 3% y el 4%, a una actual de entre el 2.3% y el 3.3%, con el argumento de que esta reducción (se hace) por el “comportamiento del PIB en nuestro país durante los últimos meses y las expectativas sobre los determinantes del crecimiento, en particular las del crecimiento para Estados Unidos”. No está, pues, nada claro que la economía del gigante vaya a crecer como lo espera Videgaray.
Y algo que no tiene desperdicio: “el gobierno y el presidente hacen su parte, tomando costos, asumiendo desgaste, y gobernando para transformar al país”.
Ay, don Luis, ¿y no se ha puesto a pensar usted que quienes toda la vida han hecho su parte son los millones y millones de mexicanos muertos de hambre? ¿En que quienes toman costos y desgaste son los millones de empleados muy mal pagados, contratados por empresas fantasmas (outsoursing); los millones de damnificados económicamente y refugiados en los subterráneos de la economía (la economía informal), y hasta los millones de pequeños emprendedores que no ven la suya?
Ya llevamos dos años de un sexenio y no se ve una luz al final del túnel como producto de “gobernar para transformar al país.”
Luis Foncerrada, economista en jefe del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), habla con una claridad meridiana de este asunto, que tiene liados a gobierno, empresarios, analistas independientes:
Crecer al 2.7 o al 3.0 por ciento es casi irrelevante.
Después de haber crecido un punto porcentual en el 2013, la tasa promedio para los dos primeros años de esta administración será menor a 2 por ciento. Inferior al promedio de los últimos 32 años, desde 1982, cuando se redujo la inversión pública y se inició la destrucción del poder adquisitivo del salario.
Recordemos que el punto más alto del poder adquisitivo del salario fue en octubre de 1976, y para diciembre del año 2000 había tenido una reducción de 76 por ciento. Quien podía comprar 4 tortillas en 1976 sólo adquiriría una en el 2000. El mercado interno se redujo brutalmente y la pobreza y la criminalidad, sin duda, se exacerbaron.
Lo más grave es que las tasas de crecimiento para el resto del sexenio pueden ser igual de raquíticas, a menos que de verdad se instalen los elementos para crear empleo.
El empleo es la variable crítica, no hay más secreto ni más ciencia.
O crecemos por un mercado interno pujante o no crecemos.
Seguimos exportando importaciones y eso no aporta beneficios significativos a la economía; el incremento de nuestro contenido nacional en las exportaciones ha sido muy lento y lo seguirá siendo sin medidas más contundentes, fundamentalmente fiscales.
La inversión extranjera ayuda pero es insuficiente.
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