Se dice que el todavía presidente electo Enrique Peña Nieto antes de rendir protesta como presidente constitucional del país, cumplirá con la tradición de visitar al presidente estadounidense en turno. Más que una tradición, si aterrizamos a la realidad de las circunstancias. No se trata de ninguna cortesía de uno u otro de los políticos en cuestión, sino de una necesidad regional, en donde uno presentará su agenda y el otro la ajustará.
El asunto de la seguridad en nuestro país y del movimiento así como enfrentamiento de los grupos que controlan el mercado de las drogas y otros productos ilegales, no es sólo cuestión que competa a México, sino a otros países de la región como primer reflejo, pero sobre todo, a nuestro vecino Estados Unidos.
El presidente estadounidense Barack Obama ahora como sus antecesores, ha invertido millones de recursos no sólo en dólares, sino también humanos y de tecnología para regular el mercado del narcotráfico en su país y mantener lo violento del conflicto que genera el narcotráfico alejado de sus fronteras, al saber que es imposible evitarlo. De tal suerte, a los estadounidenses, conviene hasta cierto punto que México sea el espacio en donde se contenga y desarrolle la violencia que genera la industria de las drogas.
Así que en la reunión bilateral que sostendrán el próximo 27 de noviembre Peña Nieto y Obama, creo que más allá de las cortesías de protocolo en donde se incluye la manifestación de trabajo conjunto y coordinado entre las partes, en lo que se refiere a temas de seguridad y combate al narcotráfico, todos sabemos que más allá de la soberanía nacional, uno expone y otro ajusta.
No creo en las coincidencias y menos si de política y amarres de la misma se tratan. Y es que si sólo se asistiera a una visita de protocolo bilateral, ¿por qué la alerta de viaje del gobierno de los Estados Unidos hacia sus ciudadanos en la que se advierten riesgos para su seguridad debido a “serios problemas del crimen y violencia” existentes por el crimen organizado en nuestro país?
Nada, me queda claro que el mensaje que Obama manda a las autoridades mexicanas con esta alerta tiene dos vertientes: Felipe Calderón contuvo la violencia en nuestro territorio pero no la disminuyó y eso sigue poniendo en riesgo de que el conflicto violento se extienda a tierras estadounidenses. En tanto que Peña Nieto se sentará a la mesa a “dialogar” con un tremendo paquete en el que seguro habrá que garantizar la seguridad del aún país más poderoso del mundo.
Acta Divina… Jay Carney, vocero presidencial del presidente de los Estados Unidos Barack Obama, ha señalado que éste último recibirá al presidente electo de México, Enrique Peña Nieto en la capital estadounidense y que “…espera con interés reunirse con el presidente electo de México Peña Nieto para escuchar su visión para liderar a México durante los próximos seis años”.