• Huyen de la pobreza y la violencia estructural
• Muchos niños van a EU en busca de sus padres
El fenómeno de los miles de niños mexicanos y centroamericanos migrantes en Estados Unidos cogió desprevenidos a los gobiernos, de Obama, pasando por Peña Nieto y siguiendo con los centroamericanos.
Es un verdadero, gravísimo problema, que no se va a solucionar en el corto plazo y menos en las estaciones migratorias, o en los refugios instalados en la franja fronteriza estadounidense. Y menos repatriándolos.
Las autoridades estadounidenses dicen que han sido detenidos unos 50 mil niños, que están concentrados en refugios.
Tienen Obama – y México y El Salvador y Guatemala – una brasa ardiente entre las manos. Qué hacer con los niños. Ni idea. El señor Obama no tiene ni idea. Y si él no sabe, imagine si sabrá Peña Nieto. Los niños mexicanos migrantes son aproximadamente la cuarta parte de los que permanecen detenidos en las fronteras.
Fue la esperanza de que ya fuera a resolverse por fin la reforma migratoria de Obama la que hizo crisis. Muchos padres y madres indocumentados, que viven y trabajan en territorio estadounidense, y que viven prácticamente a salto de mata en ciudades y campos, se ilusionaron y fueron haciendo sus planes de llevarse a sus hijos para reunir a la familia.
Así se fueron y se están yendo miles de menores provenientes de países centroamericanos y México – de este país, curiosamente son niños de estados fronterizos, que supuestamente deberían de gozar de la doble nacionalidad, algo que siempre ha ocurrido -. Los soldados de la Patrulla Fronteriza los detienen y nunca llegan al hogar transterrado. Sus padres, indocumentados, no pueden reclamarlos. Y el fenómeno crece como la espuma.
Dicen fuentes oficiales que los concentrados en la frontera son como 50 mil, pero esa cifra puede duplicarse, triplicarse… porque muchos seguramente pueden burlar las medidas de seguridad de la Patrulla Fronteriza.
Y en la frontera sur de México pues es sabido que no existe una policía migratoria eficiente. La mayor parte de la línea no está vigilada. Son estaciones como Talismán o Ciudad Cuauhtémoc las que medio funcionan. Lo demás es puerta abierta para quien quiera entrar o salir de México.
El problema no es menor. Es gravísimo. Los padres de los niños migrantes fueron también migrantes que huyeron de la pobreza y de la violencia en sus países de origen. También huyeron de la pobreza y de la violencia terrible que se vive en México desde que el gobierno decidió declararle la guerra a los cárteles del narcotráfico.
También los niños huyen de la pobreza y de la violencia. Y en su camino tienen que sortear infinidad de peligros, de riesgos, de violencia de las bandas criminales, como la Mara Salvatrucha. Son presas del crimen Pero al fin llegan a territorio estadounidense. Los detiene la Migra y prácticamente los “encarcela” en los refugios, muchos de estos improvisados ante la enorme cantidad de detenidos. Y el infierno continúa
Qué hacer. Quién lo sabe. Si no lo saben los estadounidenses. Menos las autoridades mexicanas. Es un problemón aparentemente sin solución posible. Es una bomba que le estalló en las manos al presidente Obama, pero que tiene que ser desactivada en común por ambos gobiernos. México tiene una enorme responsabilidad, no sólo porque muchos niños mexicanos se vayan a buscar a sus padres, sino porque por su frontera entran cientos de miles de migrantes niños sin acompañamiento. Y no se les vaya a ocurrir utilizar la represión y la violencia para detener la ola infantil migratoria. Eso agravaría las cosas.
Urge pues que todos los gobiernos involucrados presenten una estrategia humana para intentar resolver el problemón. Y un encuentro de los presidentes en cualquier lugar de México o Centroamérica. Por lo menos para paliar el problema. Aparentemente no tiene solución. Es un problema estructural de las economías del río Grande para abajo. Mientras haya pobreza, desempleo, falta de oportunidades, la gente continuará yéndose en busca del Sueño Americano.
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