• Le quitan el monopolio de la telefonía fija y celular
• Ahora va por el petróleo que privatizará el Congreso
Por las restricciones impuestas por la nueva ley de telecomunicaciones, promulgada este lunes por Peña Nieto, el magnate de origen libanés está ya impedido de continuar siendo el monopolista (preponderante, le llaman en ese lenguaje tonto de los dictadores de las leyes) de la telefonía.
Antes de que los diputados ratificaran la aprobación senatorial de las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones, la semana pasada, y de que el presidente las promulgara, Carlos Slim Helu hizo públicos anuncios muy importantes para cumplir con la ley antimonopolios.
Su empresa insignia, América Móvil, controladora de Telmex y Telcel, informó que pondría a la venta activos importantes a favor de “algún nuevo operador económico independiente”. (Algunos aseguran que será una venta simulada).
Anunció asimismo que renunciaba a la compra del 51% de las acciones en la compañía Dish para ostentar menos de 50% del mercado de telecomunicaciones, que es lo que le fija la nueva ley.
Telmex concentra actualmente casi 80% de la telefonía fija en el país, mientras que Telcel lo hace en 70% de la telefonía móvil.
Las medidas anunciadas también buscan facilitar el acceso a la convergencia, de la cual la autoridad ya se pronunció en el sentido de que Telmex podrá apostar por incursionar en la televisión restringida, año y medio después de aprobada la nueva legislación.
América Móvil prefiere hacerse pequeño que facilitarle la vida a sus competidores. Será más chico el conglomerado en México –al menos abandonará 30% de la telefonía fija y 20% de la móvil–, pero no en el mundo.
América Móvil opera en 26 países; pasó de 35 mil clientes de telefonía celular a 292 millones, un crecimiento de más de 8,300 veces, y de 5.3 millones de unidades generadoras de ingreso (“UGIs”) a más de 365 millones.
Pero la venta de los activos de América Móvil le hace lo que el viento a Juárez a este maronita, descendiente de libaneses que conquistaron México en plena Revolución Mexicana, que se tituló de ingeniero civil en la Universidad Nacional Autónoma de México y que fue maestro de algebra y programación lineal en su misma casa de estudios, pero cuya vocación principal eran las transacciones y convertir en oro todo lo que tocara.
No se amilana. El va a lo suyo que es amasar dinero y dinero. Y hacerlo crecer como la espuma. Comparte con el amo de la informática, Bill Gates, los dos primeros lugares entre los más ricos del planeta. Dicen que su fortuna roza los 80 mil millones de dólares.
Ya no puede ser preponderante en la telefonía pero va por más, algo más productivo y menos problemático, en México y en donde lo dejen. Acaba de decirle a la agencia de información financiera estadounidense, Bloomberg, que se apunta a invertir en el sector energético (ahora que los senadores y diputados privaticen Petróleos Mexicanos), el de la construcción de infraestructura y el inmobiliario. Es dueño históricamente de una muy buena tajada del centro de ciudad de México. También es socio importante de empresas energéticas en Estados Unidos, Colombia, Argentina y por supuesto México. Hace negocios desde siempre con Pemex.
“A pesar de que algunos han percibido a la reforma de telecomunicaciones como un golpe para Carlos Slim, el magnate mexicano no ha perdido vigor y está listo para emprender nuevos proyectos, sobre todo en el sector energético en México y en el extranjero”, reportó en su edición de este martes el respetable diario Reporte Índigo, que dirigen muy profesionalmente los periodistas Ramón Alberto Garza y Antonio Navalón.
Este árabe, que pareciera que posee la Lámpara de Aladino, desde joven comenzó a invertir en la compra de negocios, que hacía prosperar de manera exponencial, así como en la compraventa de bienes raíces en el centro de la ciudad de México. (Los empleados de Sanborns, por poner sólo un ejemplo, no ganan más que lo suficiente para llevar una vida muy modesta.)
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