Una y otra vez Felipe Calderón muestra ser víctima del Complejo de la Cenicienta: tiene un miedo atroz a ser el menos querido, el más minimizado. De acuerdo a expertos, lo padecen aquellas personas que sienten que fueron rechazadas por su familia cuando eran niños, considerando erróneamente que, gracias a su talento, conseguirán no sólo el reconocimiento de sus méritos por parte de la sociedad, sino que salvará a su familia de esa supuesta situación dramática en la que se encuentra.
Habitualmente se coloca igualmente en una situación dramática, de víctima, a pesar de que la realidad no sea del todo así.
También, de acuerdo a Colette Dowling, se caracteriza por ser un complejo que suelen sentir muchísimas mujeres a la hora de independizarse. Sentirse inferiores al Príncipe Azul de sus sueños.
Y es que como Ceniciento, también, una y otra vez Calderón habla de su carroza a punto de convertirse en calabaza. Lo hizo, la primera vez, a finales del más reciente octubre cuando, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, señaló que, como ya tenía muy poco espacio en la agenda, debía hacer muchas cosas a la vez, y “antes de que se nos haga calabaza la carroza, estamos entregando todas las obras (incompletas) pendientes”.
Volvió a mencionar la parábola del cuento de Charles Perrault este último sábado cuando, ahora en Mérida, Yucatán, manifestó que ya se le anda convirtiendo en calabaza la carroza…
Le duele dejar el poder que ocupó ilegítimamente. Le duele más el tener que dejarlo en manos de un priísta, de lo que se lamenta a cada rato entre sus más cercanos, de acuerdo a lo que ellos mismo filtran entre los periodistas.
Pero ese dolor es todavía mayor cuando se siente víctima y no coautor de lo que el destino le depara, al seno de su propio partido, el PAN, para empezar. Ante la sociedad a la que lastimó como nunca antes se había hecho, más adelante.
¿Cuál sería El Príncipe (o Princesa) Azul de Felipe Calderón?
Yo creo que la tranquilidad de conciencia.
Y esa sí que está muy lejos de Los Pinos.
EL PIE POPULISTA
Hay autores, como María Moira Mackinnon y Mario Alberto Petrone (“Política y medios de comunicación: La construcción de liderazgos neopopulistas en el marco de los multimedios. Reflexiones acerca de Menem en Argentina y Fujimori en Perú. 1989-1995.”) que han elaborado teorías sobre personajes muy similares a Calderón Hinojosa, pues son productos “video-construidos”, que cobran vida y animación merced únicamente a la labor de estrategas publicitarios y productores de televisión. Mueren al dejar de aparecer en las pantallas.
Otros, como Isaiah Berlin (citado por J.B. Allock en“Populism, a Brief Biography”), han dicho que “existe un zapato –la palabra ‘populismo’– para el cual existe un pie en algún lugar. Existen toda clase de pies que casi lo pueden calzar, pero no nos deben engañar estos pies que casi ajustan a su medida. En la búsqueda el príncipe siempre vaga errante con el zapato; y en algún lugar, estamos seguros, espera un pie denominado populismo puro. Este es el núcleo del populismo, su esencia. Todos los otros populismos son derivaciones y variaciones de éste, pero en algún lugar se oculta, furtivo, el populismo verdadero, perfecto, que puede haber durado sólo seis meses, o haberse dado en un solo lugar… Este es el ideal platónico del populismo, todos los otros son versiones incompletas o perversiones de aquel.”
Y así encontramos que nuestro Ceniciento es y ha sido un populista, aunque su zapato sea de talla muy chica. Un populismo que, en el caso de Calderón, se ha manifestado reiteradamente en la negación de los valores elementales de la democracia al poner el énfasis en la cuestión del liderazgo “demagógico”, en las relaciones clientelares y la manipulación de la conciencia social, a través de un constante golpeteo de spots donde, incluso, se autodefine como “valiente”, cuando lo que se requería era uno eficaz.
Desde el próximo sábado, pues, Calderón caminará con un pie descalzo. Buscando el zapato que le calce bien.
Índice Flamígero: Dice Calderón que la carroza se le está convirtiendo en calabaza y sus pajes en ratones. Bueno, dijo que sus colaboradores se le están convirtiendo en “alguien sabe en qué ?” ¡Ah que don Felipe tan despistado! Ya eran ratas, ¡sólo se descararon! + + + Y, efectivos, efectivos, ya sólo faltan tres días…
— y demos gracias a Dios Don Paco, q por fortuna o por fortuita (?) nos libramos del ninyo mourinyo de calderon.
Calderón se siente muy bien entre ratas, por eso colocó a muchos en todas las secretarías de estado, sobre todo en la SSP.