Desde siempre se pensó –y se dijo– que la razón para que los inversionistas extranjeros no participaran en los negocios petroleros mexicanos, simple y sencillamente estribaba en la falta de reformas constitucionales garantes de esos flujos de capitales. Por generaciones se aceptó este argumento.
Llegó el momento y el Constituyente Permanente –Cámaras del Congreso de la Unión y legislaturas estatales– reformaron la Constitución hace cerca de un año para permitir, sin cortapisa, cualquier tipo de inversión, asociación, sector industrial y geográfico en las ramas energéticas.
Como no pasó nada en casi un año y no sólo nadie invirtió después de las reformas de marras, sino que las instituciones responsables de las estadísticas oficiales, registran que el primer semestre del 2014 ¡es el peor del siglo! en inversión extranjera, algo huele muy mal.
Nadie en su sano juicio puede justificar que, en ese interregno, no haya habido un solo movimiento, un solo guiño del capital extranjero. Al contrario, hay acciones retráctiles, como de rechazo franco y abierto a invertir en el país, en cualquier modalidad, no sólo en los terrenos energéticos.
Esta paradoja es la mejor contestación a los que preguntan todavía por qué no se “mueve México”, ni en “martes o jueves”.
El capital, temeroso por naturaleza –y el externo no es la excepción, sino todo lo contrario–, tiene medidas cautelares que aplica frente a la falta de confianza de un nicho de inversión.
Algo parecido a una alerta sísmica para los negocios. La falta de confianza en los depositarios de la inversión. La falta de seguridad que advierten, no en las legislaciones secundarias (garlito que se usó para justificar la falta de aplicación de las reformas constitucionales), sino en un conjunto de gobernantes ineptos y voraces que dan al traste con cualquier expectativa razonable.
Porque esos inversionistas extranjeros petroleros, ya estaban aquí. Es más, nunca se fueron, ni después de la expropiación. Siempre contaron con todas las garantías. Y lo que es peor, antes de que empezara la algazara de las reformas constitucionales, estaban invirtiendo en contratos mucho más que ahora.
Entonces, ¿qué pasó? ¿Quién los detuvo? ¿Por qué se contuvieron? ¿Los impactaron las amenazas del PRD? ¿El fantasma de Cárdenas? ¿El que Pemex y la CFE se conviertan en empresas productivas? ¿El nacionalismo del gobierno de EPN? ¿El registro a Morena?
O nada de lo anterior. Sólo el simple temor a ser defraudados. La falta de seguridad en la palabra empeñada. El hecho es que ¡estábamos mejor, cuando estábamos peor!
La paradoja mexicana. ¿Qué nos dirán de esto en el Informe entregado anoche al Congreso? ¿Cómo lo explicaremos a las generaciones venideras?
¿Por qué no invierten aquí los extranjeros?
¡Por eso no se “mueve México”!
QUE SE VA LOZOYITA
Por la falta de entendimiento de los objetivos de la reforma energética y por el nulo conocimiento de lo que era Pemex, sus capacidades, limitaciones y prácticas cotidianas, el imberbe director (todavía), el tristemente famoso Lozoyita se embarcó en diversos proyectos –todos disfuncionales– que acabaron demostrándole a sus “padrinos” que no era competente para el puesto.
Primero, quiso monopolizar el cabildeo en Los Pinos. Cuando se presentaba a trabajar, solía descender en el helicóptero a la azotea de la Torre de Marina Nacional, bajaba al pent-house, firmaba lo urgente y se regresaba a “grillar” a las oficinas y antesalas de Aurelio Nuño. Su permanencia en el puesto dependía sólo de esto. Nunca conoció los campos, a los actores, los inversionistas, nada.
Segundo, anunció inversiones multimillonarias, junto con el gobernador de Querétaro, dizque para instalar en aquel estado, la “Universidad Petrolera”, algo que nadie le pidió y que no le correspondía como empresa, toda vez que la capacitación de los trabajadores, corresponde a los organismos de los trabajadores.
Tercero, nunca entendió que si EPN se proponía abrir el mercado petrolero a las inversiones privadas nacionales y foráneas, lo que él, como director de la empresa tenía que hacer era capacitar a sus trabajadores administrativos, para eficientar los procedimientos, costos y resultados, para poder enfrentarse a los verdaderos tiburones de la industria global.
Cuarta, nunca se disciplino a los “padrinos” a quienes les debía el puesto. Se dedicó a “grillar” con todos los miembros del gabinete y ofrecerles el oro y el moro, igual que lo hizo en tiempos de estudiante, donde sacó la carrera a base de boletazos, obtenidos a cambio de futuras prebendas, a cargo de “papi”.
Quinta, ya lo evidenció el Virrey Videgaray en la plenaria de los diputados. Y esa es la señal más importante de que hoy, el joven Lozoyita es ya un cartucho quemado. La gente de respeto que quiere invertir en la industria petrolera, le “buscan la vuelta”.
No cabe duda. No tiene la culpa el indio… sino Nuño ¡que lo hizo compadre!
ONU: EL ANTI-INFORME
En días de guardar –vísperas del segundo Informe de gobierno–, con un estilo absolutamente anticlimático, la Organización de las Naciones Unidas y el Colegio de México, dieron a conocer datos espeluznantes que atañen a la política social.
Dicen ambos que en cuarenta años no se ha reducido una rayita la miseria y la pobreza en nuestro país, aunque los informes gubernamentales digan lo contrario. Asimismo, que son una quimera los datos favorables a la inseguridad.
Hasta ahí, es lo que ya nos hemos acostumbrado a escuchar en tonos ríspidos. Pero lo que rebasa el asombro, es el dato relativo a que ¡más de cien millones de mexicanos no pueden tener acceso a una canasta básica de alimentos!
Sigan burlándose, señores hacendarios, de que Brasil reconoció haber entrado a la recesión.
Índice Flamígero: ¿50% de candidaturas para las mujeres? El reino de la igualdad de género sólo existe en las mentes febriles de las feministas o de los seres extraños. No es posible ser matemáticamente exacto en política. Se gobierna con los mejores, o con los que tengan el mismo proyecto. No con los que tengan la misma cantidad de progesterona. Pero de eso a andar reclutando coroneles o mandos de representación con una silla testal –cómo la que se utiliza en el Vaticano, con un agujero en el asiento para saber si él o la elegida porta testículos o vagina– hay seis siglos de diferencia. Cuidado! Hay decisiones que sólo modernizan horizontalmente, pero que atrasan verticalmente. ¿A poco no?