• Entre el Sombrerero, el Gato de Cheshire y la Reina de Corazones
• Los trabajadores siguen cayendo en la madriguera del Conejo Blanco
Como en el cuento de Carroll, en el cual Alicia se estira y encoge, aumenta y disminuye de tamaño, los responsables de medir el comportamiento de la economía padecen de micropsia, o síndrome de Alicia en el País de las Maravillas.
Esta semana, los números y porcentajes con un mínimo signo positivo son visualizados como un gran avance. La economía va creciendo. Y así lo piensan, y lo festinan, tanto los economistas de Hacienda como los del Banco de México, en base a la econometría del Instituto Nacional de Estadística e Informática..
El descenso o la caída de Alicia por la madriguera, que parece no tener fin, recuerda la pesadilla, tan recurrente en muchas personas, de caer y caer, hasta que la sensación de angustia creciente les hace despertar. Es lo que le pasa a los trabajadores mexicanos. Sólo que cuando estos despiertan se encuentran con que en la nevera no hay carne, no hay leche, no hay huevos, no hay verduras, no hay, no hay, no hay…
La pesadilla de Alicia en la madriguera parece no tener fin. En la realidad, los trabajadores mexicanos la padecen cotidianamente, no obstante la Alucinación Liliputiense de los economistas oficiales y que sólo entusiasman a los seguidores de Paulo Cohello.
Mientras tanto, la Reina de Corazones, en este caso la pantalla de la televisión como conductora del pensamiento y del Eros y el Tánatos de los miembros de la sociedad, gobierna despóticamente el País de las Maravillas. Narcisista, rígida y controladora, la TV de Corazones “resuelve” los problemas, pequeños y grandes, mandando decapitar a todo el que ose ofenderla, como lo sigue haciendo La Tuta en el Estado de Sitio llamado Michoacán.
Las conclusiones de los economistas son a cual más ideales, entusiásticas, mediáticas: Descendió la tasa de desempleo y de informalidad; las ventas al menudeo, en recuperación; los ingresos y las remuneraciones, para arriba; las exportaciones e importaciones, en crecimiento; la inflación, prácticamente estable; las tasas de interés, también estables. En fin. Datos inseguros que sólo indican el vuelo tristón de las golondrinas.
La realidad. Ya da flojera hablar de ella.
El hecho es que los números del Inegi, los de Hacienda, los del Banco de México. deben de retratar el estado de la economía del Conejo Blanco, o la del Sombrerero, o la del Gato de Cheshire, y por supuesto de la Reina de Corazones.
O es como el mercado de valores que, en la semana que terminó el viernes, reportó un comportamiento mixto con sesgo negativo, debido a las tensiones geopolíticas, la revisión a la baja de la previsión del crecimiento económico global por parte del G20 y luego de que el ministro de finanzas de China señalara que su gobierno no planea aplicar más estímulos a esa economía, debido a que el crecimiento de ese país es estable.
Y todo ocurre mientras el Conejo Blanco mira su reloj y, apresurado, va diciendo: “¡Dios mío, voy a llegar tarde!”, Lo que refleja la ansiedad, la conducta paranoica y la exigencia exagerada de la clase política – sobre todo de los diputados y senadores – que trata a la ciudadanía como si fuera un ente integrado por niños aún en etapa de ignorancia..
En tanto, en los círculos hacendarios y en Los Pinos hay un enorme entusiasmo porque especialistas de Deloitte aseguran que, con la reforma energética, en los “próximos años” se espera la llegada de hasta 400 empresas que desarrollarían proyectos en el sector, y que podrían inyectar cuando menos 370 mil millones de dólares en financiamientos, ¡370 mil millones es una barbaridad! Según mis cálculos con esa inmensa fortuna la economía podría crecer a lo máximo, hasta un seis por ciento y resolver de una vez por todas la demanda de empleo. ¡Uf, ya esto como Alicia!
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