¡Cómo quisiera que fuera verdad! ¡Cómo quisiera que aquello que dicen los corifeos de ciertos medios de comunicación, del CIDE y de Los Pinos, en ese orden, fuese cierto! ¡Cómo quisiera que la imagen presidencial que estos han ofrecido correspondiera a la verdad!
Porque, lamentablemente, lo que comprobamos en el día a día de este fárrago interminable, es que el señor Enrique Peña Nieto tiene poco de “estratega”; no es “conocedor de la gente y de los tiempos”; tampoco “hábil ante las crisis”, como pregonan esos medios, el CIDE y, claro, Los Pinos.
Por eso, ¡cómo quisiera que fueran reales esos atributos!
Más todavía cuando todos sabemos que un hombre con esas prendas morales y capacidades intelectuales no cometería la serie de equivocaciones, malas decisiones, despropósitos, gaffes, gazapos y deslices antropomórficos que venimos observando desde hace mucho tiempo en la casa presidencial y sus alrededores, donde se empeñan en sepultarlo a elogios.
El pueblo de México es testigo de que, desde que terminó el mundo rosado del episodio legislativo de las “reformas estructurales”, todo se derrumbó. La gente concedió un lapso para que ejecutaran las reglamentaciones a las mismas. Otro para que se percibieran los beneficios. ¡Y nada!
De ahí en adelante, a tragar sapos, irremisiblemente. Empezaron a dispararse los habilitados burocráticos y los pontificadores de micrófono que pretendían influir sobre el ánimo público. Hablaron de una catarata mayor de nuevas “reformas” que colmarían la felicidad masiva. Como si se necesitaran más para acabar con nuestra paciencia.
El sufrimiento de los periodistas, representantes de la opinión pública, para acabar de digerir las insensateces que se producen en un tracto ininterrumpido –y darlas a conocer con cierto cocido al público– es de antología. Nunca se habían registrado tantas en tan poco tiempo –menos de dos años– de ejercicio.
A estas alturas, los comentarios en lugares públicos, recintos universitarios, carreteras, estaciones de transmisión, redes electrónicas, corresponsalías, mesas de redacción, restaurantes, teatros y en cualquier sitio donde haya un determinado grupo de parroquianos y conocidos, arrojan saldos lamentables sobre el juicio colectivo al personaje.
La opinión nacional se está cebando materialmente en la presa. No queda un lado bueno. De ignorante, mendaz, frívolo y displicente, en el mejor sentido. De farsante, ladrón, engañado y asesino, los más recurrentes. Nadie quisiera estar en tal pellejo, pues “al pájaro se le conoce por las plumas”, según el poeta levantino.
DESCUIDO A EPN, ¿POR QUÉ AL PAÍS?
Coincido con varios compañeros de profesión en que, en uno y otro juicio público, existen exageraciones. Son el techo y el piso, desafortunadamente para el país. Es lo que hay. Si quiere reconstruirse la imagen del señor Peña –y, más importante, de la institución presidencial–, se debe empezar por ahí.
No existe un solo comunicador piadoso de los de la generosa nómina de Los Pinos que haya propuesto una rectificación, un control de daños, una ingeniería política de costos .
Todo se apuesta al cansancio tras el enojo ciudadano, al enfado de la protesta, al perdón del respetable. Al a’i se va.
Sí el personaje merece tal descuido, allá ellos; pero el país no se lo merece.
Su presente y futuro inmediato no debe ser arrastrado por esta caterva de incompetentes, por esta pandilla de inútiles que lo único que medianamente saben es esculcar los sobrantes de las maletas con dinero.
No es posible que –¡Dios quiera que por falta de información!–, se hayan cometido los errores de la devastadora gira transcontinental a las antípodas y el consecuente reclamo de la prensa internacional hacia los antagonismos provocados.
Recemos porque no sea cierta una declaración australiana del individuo de marras ante el Grupo de los 20, consistente en que “para el Programa Nacional de Infraestructura, puertos, carreteras y aeropuertos, se aplicará un monto de… 600 mil millones de dólares…” (¡zas!).
Porque lo anterior quiere decir que, de hoy en adelante, ante el rotundo fracaso de las “reformas estructurales “la nueva “narrativa” (Televisa dixit) consistirá en sorrajarnos día y noche el sonsonete publicitario de que, atendiendo a las necesidades de incentivar el mercado interno y el empleo… bla, bla… (¡ouch!)
Y querrá decir que, como el anterior verdugo, el Virrey Videgaray ya “cumplió “con destruir la economía y la esperanza nacional, es hora de estrenar un nuevo verdugo que vendrá a arrasar lo que quede de las finanzas públicas: “El Güero” Ruiz Esparza.
YA HASTA EXTRAÑAMOS ¡A FOX!
Hablar de una inversión de ese tamaño (¡ya no quiero ni mentarla!) es locura y desesperación, dicho sin groserías y sin alteraciones.
En un país como el nuestro esa cantidad es lo más parecido a ¡un escupitajo en la cara!
Sí sólo se puede “reasignar” el uno por ciento del presupuesto (50 mil mdp) porque los 5 billones ya están comprometidos entre pagos de deuda y sueldos y salarios burocráticos… y si no entrará un quinto de ingresos petroleros… ¿el “gobierno” –llámele como guste– está invocando a volver inmanejable la deuda externa?
¿Qué no tenemos suficiente con la incapacidad rampante que nos ha mostrado al mundo como asesinos, corruptos y mentirosos?
¿Queremos dar más lástimas?
¿Creemos que nos van a prestar más dólares para la rapiña y el derroche?
¿Qué no saben cuál es el castigo en los centros financieros mundiales?
El mandatario no está en condiciones de salir de México. Si por algún motivo tiene que salir, no debe hablar, ni comprometer nuestro destino. Cada vez que lo hace, nos pone contra las cuerdas. La gente está tan irritada que ya extraña la prudencia… ¡de Vicente Fox!
O sólo que haya leído esa parte de las Antiguas Escrituras: “tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; estar convencido de la realidad de las cosas que no se pueden ver” ( Hebreos 11:1).
En cuyo caso, ¡que traigan las otras, de todo y más!
Y recordaremos el proverbio flamenco: quien de su casa se aleja, no la encuentra como la deja.
Decía el filósofo de Güemes ,”si no llueve para el día ultimo, ¡ya no llovió en todo el mes!”
Índice Flamígero: En su andar hacia la candidatura priísta al gobierno de Sinaloa, el representante popular (sic) Heriberto Galindo Quiñones demanda “defender a EPN”. ¿Y a los contribuyentes quién nos defiende de sus yerros, corruptelas, onerosos pagos a los chinos por su casa en Lomas…? ¿Quién?
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com / @pacorodriguez
Defender lo indefendible (a Peña Nieto) es lo que proponen los políticos ciegos que no ven que el país se está viniendo abajo y ellos con sus “ambiciones” políticas que suenan más a necedad intransigente alejadas de toda cordura, mesura y sensatez.
Una vez más se cumple el maléfico presagio:”el anterior era menos peor que el que le sucedió”, Que tremendo que tengamos que añorar al predecesor.
Con todas las burradas que cometió Vicente Fox Junto con Felipe Calderón en los 12 años del PAN en el poder,hasta parece que no son tantas como las que lleva Enrique Peña Nieto en tan solo 2 años.
Sr, antonio Gonzalez M
Parmitame hacerle un reconocimiento por tan excelente analisis,coincido con usted, es
Don Paco, pues si, crei que fox fue el mas burro pero no, este se lo lleva por mucho, crei que calderon fue muy malo pero no, este es pior.
saludos