• El de Ayotzinapa vomita llamas y ríos de lava
• Y el de la economía erupta incertidumbres
Ayotzinapa, con su cauda de sangre, dolor y llanto, es el vértice del volcán que ha emergido de las aguas procelosas y putrefactas de este mar mexicano. Duele emplear palabras tan duras, pero así estamos sobreviviendo, como náufragos, los mexicanos.
O también es la cima de otro volcán – el de la economía – que estallará, aunque nadie lo quiera, en esta tierra de volcanes, en donde ríos de lava ardiente pueden destruir todo lo no avanzado durante este segundo año del retorno del PRI al palacio nacional.
No se repara en que la situación es dramática, amarilla como la prensa del corazón, o la policiaca. La economía no va a crecer este año, como lo sueñan los encargados de poner en práctica las políticas de impulso y regulación. A pesar de las reformas estructurales. No obstante la subida de impuestos.
La economía mexicana se encamina más a un crecimiento pírrico de cuando mucho 2% en el todo el año. El Gobierno espera que se expanda este año un 2.7%, después de haber rebajado su meta inicial del 3.9%.
El mercado interno está muy desvalido y sumido en la depresión. El Buen Fin no fue tan bueno como lo pretendían sus promotores. Las tiendas de autoservicio son un ejemplo de la debilidad económica.
La Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), que agrupa a las mayores cadenas minoristas de México, no alcanzará su meta de crecimiento de ventas para este año, dijo este martes su presidente, Vicente Yáñez, en medio del menor dinamismo de la economía local. La expectativa de la organización era lograr un crecimiento del 1.7% a tiendas comparables, pero hasta el cierre de octubre el crecimiento acumulado era del 0.6%.
La semana pasada, Agustín Carstens, gobernador del banco central, afirmó que la economía entró en una trayectoria de mayor actividad en el segundo trimestre, aunque fundamentalmente impulsada por las exportaciones a Estados Unidos, y también por un mayor dinamismo del gasto interno, pero admitió que éste es bajo.
La confianza del consumidor subió un 0.7% en octubre, a 91.1 puntos, su mejor nivel desde octubre del año pasado, cuando se ubicó en 91.9 puntos, gracias a una mejoría en la percepción de la población sobre su situación económica actual.
Con todo, el indicador que mide la situación económica esperada de los miembros del hogar, así como los que evalúan la situación económica actual y futura del país, mostraron descensos a tasa mensual.
Además, a pesar de la aparente mejoría en el crecimiento industrial anual, reportada por el Inegi para septiembre, la industria mexicana todavía continúa débil y trastabillando mes a mes, como lo demuestran las cifras desestacionalizadas. La producción industrial todavía no muestra una clara tendencia de recuperación, primero porque los sectores continúan reportando crecimientos mensuales débiles y, segundo, porque las señales son inciertas con un mes positivo y el siguiente negativo.
De acuerdo con Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics, en un análisis divulgado por Forbes México, el crecimiento anual de 3%, reportado en septiembre, después de un avance de 1.1% en agosto y contracción de 1.5% en el mismo mes del año pasado, puede echar a volar las campanas e incluso interpretarse como una recuperación industrial.
Sin embargo, al analizar las cifras mensuales desestacionalizadas, la industria no sólo no avanzó, sino que incluso cayó un 0.1% con respecto a agosto.
La industria mexicana todavía no ha salido de la mediocridad, a casi dos años de haber avanzado la presente administración, y a pesar de toda la artillería fiscal y monetaria puesta en marcha para levantar a la economía de su postración de inicios de sexenio.
Además, la debilidad económica se ha combinado ya con una persistente inflación al alza, que da señales de tener raíces monetarias, con lo que la inflación será uno de los costos de haber intentado detener la caída económica a través de políticas claramente expansivas.
Y la situación global no pinta nada bien:
Los expertos auguran una nueva e inmediata recesión mundial, que haría agua el 2015. Pero ya comenzaron los primeros barruntos de una crisis que afectará seriamente a la alicaída economía mexicana.
La tercera economía más poderosa del mundo – la japonesa – cayó inesperadamente en recesión ante un declive en la inversión en bienes raíces y negocios, luego de una subida de impuestos, ensombreciendo más las previsiones para la economía global.
La japonesa se contrajo un 1.6% en el trimestre julio – septiembre, contradiciendo las estimaciones de que crecería, tras una gran caída en el trimestre anterior. (En general, una economía está en recesión cuando no crece durante dos trimestres seguidos.)
Los expertos explican que no se trata sólo de malas noticias para Japón, sino que aumenta la incertidumbre en China, donde el crecimiento está perdiendo fuerza, y para los 18 países de la eurozona, que crecieron apenas un 0.2% en el mismo trimestre.
El impacto del impuesto sobre las ventas, en Japón, fue mucho más severo de lo previsto”, dijo Junko Nishioka, economista en RBS Japan Securities. Y éste asunto de los impuestos ha sido un talón de Aquiles para la economía mexicana.
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