- Costosísima, la guerra contra la delincuencia
- La desaparición de los 43, la factura más cara
Graco Ramírez Abreu, el gobernador perredista de Morelos, me recordó la canción aquella que canta Óscar Chávez; la que dice: Marihuana tuvo un hijito y le pusieron San expedito, como el abogado de los de Santana, porque era sansón para la Marihuana… Cuni, cuni, cantaba la rana y echaba las coplas de la Marihuana…
Pues el buen Graco, un ascendiente directo de la chuchada amarillista, ahora anda metido en la droga, especialmente “emproblemado” con la marihuana, preocupado por esa yerba maltratada, satanizada por un Estado hipócrita, émulo de aquellos fariseos de la ley judía, que de día condenaban a los pecadores y de noche no salían de las alcobas de las viudas alegres.
Pues el gobernador morelense se presentó este miércpñes ante un grupo de reporteros, en la sala de juntas de la presidencia de la Cámara de Diputados, para hacer pública la entrega de una carta dirigida al presidente de la mesa directiva, el también perredista Silvano Aureoles Conejo, en la que lo exhorta a convocar a la creación de una comisión con especialistas de alto nivel para continuar el debate iniciado por la OEA para despenalizar la producción, la comercialización y el consumo de la marihuana.
Morelos es una entidad muy maltratada por la violencia provocada por la decisión de Felipe Calderón de declararle la guerra al narcotráfico y la delincuencia organizada. Muchos muertos – ¿le parecen cien mil? Y nos quedamos cortos – han provocado la violencia y la confrontación bélica. Y los soldados del marco no se intimidan ni se acaban, como lo vimos hace casi dos meses y medio en Iguala, con el secuestro y la desaparición de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa.
Ramírez Abreu tiene experiencia en el manejo de la política de prevención y persecución. Es un convencido de que el gobierno federal y los gobiernos estatales tienen que estudiar, analizar en común las posibilidades de hacer un cambio radical para enfrentar con inteligencia y no con armas, que no conducen a ninguna parte,
La declaración de guerra al narco y el despliegue correspondiente de las fuerzas armadas fracturó el principio de que la seguridad pública es materia de la autoridad civil y la seguridad nacional, de las fuerzas armadas. Y que fue lo que ocurrió. Que, por ejemplo, el mayor número de encarcelados en los reclusorios tienen como causa el tráfico y el consumo de la marihuana. Son miles de millones de pesos que se gastan en ese inútil combate que podrían destinarse al desarrollo del país.
Además, como lo denuncia Ramírez Abreu en su carta a la Cámara de Diputados, refiriéndose a la Iniciativa Mérida, mediante la cual el gobierno estadounidense “apoya” a su contraparte mexicana, existe una doble moral, una actitud de hipocresía, pues mientras los gringos insisten en que se mantenga en México su paradigma de combate al narcotráfico, han iniciado el proceso de legalización de la marihuana en muchos estados de la Unión.
Por toda esta reflexión, motivada por la oferta del actual gobernador del estado de Morelos, va siendo ya hora de que se piense en cambiar una estrategia a todas luces fallida, que sólo ha llenado los cementerios y las fosas comunes de cadáveres, y porque la violencia, los asesinatos, los feminicidios, los secuestros, las extorsiones continúan. Y cuándo, nadie está excento, nos dormiremos y despertaremos con otra noticia tan dramática, tan abominable, como la de Iguala.
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