• Los retos del señor presidente
• Saldar las facturas pendientes
El presidente de la república enfrenta un enorme reto, difícil desventaja:
No sólo redibujar su imagen ante la opinión pública nacional e internacional, sino reencabezar un gobierno creíble, confiable por su eficiencia y eficacia, sobre todo para hacer frente a una economía mundial que se está moviendo entre la volatilidad -ya casi permanente- y la incertidumbre económica hasta de cortísimo plazo.
Pero también, Peña Nieto enfrenta el aparentemente infranqueable reto de acabar, de una vez por todas, con la inseguridad pública, que implica permanente violencia en torno al narcotráfico y el crimen llamado organizado, además de enfrentarse a los políticos corruptos, muchos en connivencia con las bandas criminales, pero sobre todo a la impunidad en la que se mueven.
Este martes resultaron muertas 9 personas en dos enfrentamientos ocurridos en la madrugada en el municipio de Apatzingán, en el estado de Michoacán, como para desmentir el discurso del comisionado – los críticos mordaces le dicen “el virrey” – Alfredo Castillo, quien insiste en que la violencia ha sido controlada en aquella entidad coto de narcotraficantes y políticos corruptos, liderados por La Tuta, misterioso personaje de la delincuencia, que se mueve en los límites de la complicidad de la clase política y la tolerancia oficial.
El panorama económico que va a enfrentar este año el presidente de la república no será más fácil que en los dos años anteriores. Nuevos y oscuros nubarrones se ciernen en el horizonte mexicano, cuya economía enfrenta la geográfica e histórica dependencia del vecino meridional: la mayor economía del planeta, cuyo futuro inmediato no es tan seguro ni bonancible.
Las empresas mexicanas se enfrentan a un año muy volátil en el mercado de valores lo que les va a dificultar sus procesos operativos y financiamiento. Acaba de terminar diciembre, que fue el mes de mayor volatilidad durante el año pasado, por la revaluación del dólar frente al peso mexicano y el desplome de los petroprecios, que dieron al traste con el optimismo presidencial en torno a la reforma constitucional de los planes de negocios de la ahora privatizada empresa del Estado, la petrolera Pemex.
Hay quienes, que no pueden ser acusados de amarillistas ni de pesimistas, que están convencidos de que la reforma petrolera y la fiscal se colapsaron por múltiples razones que tienen que ver con la capacidad operativa de las micro, pequeñas y medianas empresas y los precios del hidrocarburo y un factor sumamente importante y definitivo: la inseguridad pública y la violencia imparable.
Y en el frente de la inseguridad, está pendiente la factura de Iguala. Mientras las autoridades del ministerio público no aclaren de manera creíble lo que hay en torno a la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, no habrá tregua de parte de los sectores agraviados, no obstante que el gobierno le apueste al olvido de esos terribles acontecimientos, que pesan más en el ánimo de la ciudadanía que los veintitantos mil desaparecidos en el sexenio calderonista, de los cuales las autoridades de derechos humanos de la secretaría de Gobernación no han vuelto a decir nada.
El horizonte pues que se presenta a los ojos del señor Peña Nieto no es nada claro. Más bien oscuro y borrascoso, no obstante que él se empeñe en verle el lado luminoso (que en la realidad no lo tiene).
El entorno mundial está indicando focos visibles de incertidumbre. Hay países en el ojo del huracán político, lo que traerá consigo consecuencias económicas.
Brasil, en donde se espera sólo un pírrico crecimiento de apenas 0.7 por ciento; Venezuela, importantísimo productor de petróleo madreado por la caída de los petroprecios, y Argentina, en donde se le acaban los chances a la presidenta Cristina Fernández, y del otro lado del mar Pacífico, la China comunista-capitalista que mantendrá un bajo crecimiento económico, así como la europea Grecia, son focos rojos que deberá analizar con sumo cuidado el responsable inmediato de la política económica mexicana.
Todo el mundo desea que le vaya muy bien en este 2015. Sin embargo, habrá que tomar las cosas con inteligencia y serenidad. Nada será miel sobre hojuelas. La ventaja del señor Peña Nieto es el proceso electoral que accionara como un importantísimo distractor, que consumirá casi todo el año.
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