Desde Nueva York

José Nelson Murat Casab (Ixtepec, Oax. 1949) en el New York Times, más otras joyitas de la administración pública mexicana. Porvenir incendiario.

Tiempo atrás, un conocido de alto rango en Aeromexico, me convido a una cafetería adentro del centro comercial “Time Warner”, frente a la emblemática rotonda Columbus Circle mirando a Central Park. El motivo, conocer al ex gobernador de Oaxaca José Murat. El objetivo; explorar la posibilidad de realizar negocios en La Gran Manzana.

El encuentro con más Pena que Gloria. Resistí estoicamente, aproximadamente cuarenta y cinco minutos, la egolatría del personaje y narraciones de viajes faraónicos por el mundo acompañado de su familia, me impulsó a dejar la mesa, “la prudencia,” para no hacerle pasar un mal rato al conocido lo evitó. La reacción de coraje, cabreo y, pena por los oaxaqueños a quien durante su gubernatura los hizo más pobres de lo que eran me causó náuseas.

La comida frugal a base de refrescos light. Jamás me pasó por la mente siquiera una propuesta de negocio. Más bien guarde silencio, dejando al buen directivo de la aerolínea mexicana hacer el papel de punching back. La cuenta la pague para no deberle ni el saludo a un ser que a los sesenta y cinco años acusaba usar una silla de ruedas como recompensa a sus fechorías.

Mi cuate organizó el encuentro de buena fe, la relación con Murat la acreditaba los múltiples, excesivos, insolentes y, absurdos favores que le solicitaba al directivo para sus viajes.

De vuelta a casa, caminando cobijado por un anochecer de otoño que invitaba a realizar la travesía a pie, a mi mente la asaltaba la indignación, prometiendo investigar a fondo al rapaz ex gobernador amigo íntimo del mentiroso maratonista Roberto Madrazo. ¡Vaya dúo dinámico! Perro no come perro, el hampón navega en aguas tenebrosas con otro hampón, compinches en el autoritarismo, en la inagotable sed de poder para “mamar” sinfín las arcas estatales, o por donde dejaron huella. ¡Claro! Pasándole la obligatoria mochada a la Federación para los cobije con un grandísimo reboso tricolor de impunidad. Al fin cómplices…

Comparten la marca del visor, usan la misma red para pescar hasta en los últimos rincones de ese océano llamado gestión pública con dineros del erario para su único uso y usufructo. Dejando de lado el propósito primero de gobernar para quienes los encumbran y, ya en la silla del poder el olvido, los compromisos se convierten historia pasada conduciéndose como iluminados en una paramo de “sapiencia y generosidad” donde la plebe-el pueblo-los ciudadanos- los electores- no tienen espacio a compartir esas aguas profundísimas.

Otro mexicano, afincado en Nueva York, sí hizo caso al canto de las sirenas, de ser un “emprendedor” sin fortuna, de la noche a la mañana se hizo rico. Algunos de los negocios en operación sin éxito, otros, elefantes blancos, como La Central de Abastos de productos mexicanos en Passaic, N.J., ahí permanecen incólumes cerrados sin aportar ningún benéfico, excepto, a quien/es blanquean dinero.

Ahora que el NYT (New York Times):- “Presentó la primera entrega de cinco sobre una investigación de dueños de condominios que se las han arreglado para mantener sus identidades ocultas, al registrar las propiedades en fideicomisos, sociedades de responsabilidad limitada u otras entidades que protegen sus nombres”…- Aguardo con interés la lista de esos mexicanos para corroborar mis denuncias en entregas anteriores.

Personajes como Josefina Vázquez Mota, ex candidata presidencial, viajera frecuente a la ciudad, inclusive, en plena campaña a la primera magistratura nos visitaba sin agenda oficial; Rafael Moreno Valle, quien a través de Miguel Hakim y el presidente municipal de Passaic realizaron la compra-venta y remodelación de la antigua estación de bomberos de esa ciudad para establecer Mi Casa es Puebla, que por cierto, existe la réplica en la ciudad de los Ángeles; Pedro Mata el delfín de Murat; Jaime Lucero de Casa Puebla, distribuidor de productos mexicanos, que por más que el negocio sea prospero no amerita la fortuna que posee, y tantos más, de quien la acumulación de riqueza siempre generó mi suspicacia. Sin descontar el lavado de dinero y probables nexos con el crimen organizado.

Lo anterior, reafirma que las mañas aprendidas en México las exportan por estos lares. Sin duda, bien asesorados por abogados sin escrúpulos o ¿cándidos con escrúpulos? La lista, espero incluya a los otros, los del sector privado, que la vanidad les orilla a abrir cuentas en bancos neoyorquinos para presumir chequeras de sucursales en Wall Street o en la Quinta Avenida, estos también hacen de las suyas en detrimento del “adorado” SAT.

Otra invitación. Viaje a Chilpancingo, Guerrero, excelente pretexto para alejarme del cruel frío invernal. Mi interés, desmadejar los hechos de Iguala y Ayotzinapa para comprender con información viva, la saga del procurador Murillo Karam.                                                                                     La sorpresa fue mayor al conversar, durante las indagaciones, con funcionarios estatales, ninguno blanca paloma, aunque si indignados-claro se les acabó el botín- por los nuevos nombramientos de la administración del gobernador interino Rogelio Ortega, quien al parecer forzado por los de Atracomulco se ve precisado a nombrar a una gavilla de hampones, inclusive muchos inhabilitados, para colaborar en posiciones del gobierno donde haya presupuesto para saquear, como el contratista Orlando Soberanis, ahora flamante subsecretario de planeación de la secretaria de salud. Como este, cabezas ruedan en los puestos estratégicos, tesorería, finanzas, sistemas (para borrar huellas) y, etc.

Generalizar que la corrupción y la impunidad corroen el sistema mexicano sería desconocer contados aciertos del pasado, sin embargo, hoy, el tejido social se mira desesperanzador y con un alto grado de contaminación por los gobernantes en el poder, quienes además de neófitos se comportan como malandrines de arrabal. Ninguna persona con quien converse, durante mi estancia en México, dijo algo a favor de la administración del ilustrado Enrique Peña Nieto y secuaces que le acompañan, para mayor desencanto, tampoco de los otros, los comparsas de la oposición, sino lo contario.

El hartazgo es patente, si lo sumo a la descomposición de Guerrero, delincuencia, narcotráfico, corrupción cínica, rampante, en los cuadros oficiales y, del sector privado arrastrado por esos, como única forma de sobrevivencia, la situación es de más que delicada.

La desgobernanza es obvia, los actores no se hablan, menos se coordinan, mucho menos escuchan el clamor de justicia, la necesidad de bienestar, de seguridad de los ciudadanos.

Estados Unidos no se tienta el corazón, no permitirá que el vecino continúe así, el imperialismo y el colonialismo se mantienen vigentes, la Doctrina Monroe, el Destino Manifiesto y el corolario Roosevelt que “establece que, si un país americano amenazaba o ponía en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses, el gobierno estadounidense estaba obligado a intervenir en los asuntos de ese país para “reordenarlo”, restableciendo los derechos y el patrimonio de su ciudadanía y sus empresas”.

“Este corolario supuso, en realidad, una carta blanca para la intervención de Estados Unidos en América Latina y el Caribe” y, permanece disfrazado con programas como el Mérida, el del cambio climático; como el de la FAO con envíos de alimentos por la lucha contra la hambruna; los productos transgénicos para depender de Monsanto y asociados, la lista silenciosa de poderosas trasnacionales, comerciantes globales, corporaciones financieras, ases en penetrar como humedad los muros más sólidos. Sin descontar el consumo de drogas y el poderoso andamiaje que representa, generador de divisas y descomunales fortunas, ¿quién o quienes desean desenmascarar o legalizar negocio tan productivo?

¡Cuidado! Los tiempos exigen cambiar de rumbo. A girar el timón de inmediato, de otra suerte, el porvenir se vislumbra incendiario.