Francisco Medina
CIUDAD DE MÉXICO.- Hoy hace 500 años, el 13 agosto de 1521 y después de 3 meses de asedio, Tenochtitlan se rinde ante los españoles comandados por Hernán Cortés. “Cuando se bajó el escudo…fue: Signo del año: 3-Casa. Día del calendario mágico: 1-Serpiente.”
La falta de alimentos, agua y las enfermedades como la viruela (hueyzáhuatl o hueycocoliztli) obligaron a los mexicas a buscar refugio en Tlatelolco, es ahí donde el tlatoani Cuauhtémoc es capturado. “¡Ya va el príncipe más joven, Cuauhtémoc, ya va entregarse a los españoles! ¡Ya va a entregarse a los “dioses”! “
“…Duró el cerco de México, según las historias, pinturas y relaciones, especialmente la de don Alonso Axayaca, ochenta días cabalmente. Murieron de la parte de Ixtlilxóchitl y reino de Tezcoco, más de treinta mil hombres, de más de doscientos mil que fueron de la parte de los españoles, como se ha visto; de los mexicanos murieron más de doscientos cuarenta mil, y entre ellos casi toda la nobleza mexicana, pues que apenas quedaron algunos señores y caballeros, y los más niños, y de poca edad. Este día, después de haber saqueado la ciudad, tomaron los españoles para sí el oro y plata, y los señores la pedrería y plumas y los soldados las mantas y demás cosas, y estuvieron después de estos otros cuatro en enterrar los muertos, haciendo grandes fiestas y alegrías…”, señala Fernando de Alva Ixtlilxóchitl.
Un largo peregrinar
Tras varios años de peregrinación, el 13 de marzo de 1325, los aztecas llegaron al Valle de México, donde fundaron la Gran Tenochtitlán; ahí, entre luchas de poder, vivieron casi 200 años, hasta la llegada de los españoles.
Hernán Cortés llegó a las costas de Veracruz en 1519 e inició su travesía hacía la Gran Tenochtitlán; en su camino enfrentó varias reacciones, pero también hizo alianza con indígenas de Tlaxcala, Cempoala y Texcoco; finalmente, el 8 de noviembre de 1519, se encontró frente a Moctezuma II, el tlatoani azteca que a partir de entonces sería hecho su prisionero.
Los españoles, en relativa calma, permanecieron en la ciudad durante meses, pero en una ausencia de Cortés, iniciaron los feroces ataques contra los mexicas, y al regreso de éste, en una de esas batallas, murió Moctezuma II. Con un nuevo tlatoani, Cuitláhuac, se organizó un enfrentamiento para sacar a los españoles del lugar, y el 30 de junio de 1520, en la conocida “Noche triste”, los españoles tuvieron que salir derrotados. Al poco tiempo, Cuitláhuac murió atacado por la viruela.
Como nuevo gobernante de los mexicas -que además sería el último- Cuauhtémoc intentó ganar aliados entre los antiguos tributarios del imperio; para vencer al enemigo fortificó la ciudad, pero los españoles sitiaron, por agua y por tierra, la gran ciudad.
Durante algunos meses los indígenas lograron mantener la resistencia, pero, por falta de alimentos, el corte de agua y atacados por las enfermedades, se replegaron a Tlatelolco; así Tenochtitlan fue ocupada el 13 de agosto de 1521. Cuauhtémoc fue apresado y llevado ante Cortés. El Imperio Azteca había sido destruido.
13 de agosto de 1521, una noche en el Anáhuac
En el cielo está esa lluvia que invita a perder los ojos en el horizonte. Pero en la tierra… montones de piedras tezontle se amontonan y apenas dejan ver que alguna vez tuvieron trazos perfectos. Los cuerpos sin vida de jóvenes, casi niños se amontonan a la entrada del otrora ruidoso mercado de Tlatelolco, la mayoría tiene las horribles heridas como de mordida de cocodrilo que deja una macahutil tlaxcalteca, los menos tienen la casi perfecta marca de una espada española. Al fondo, por cientos se amontonan niños, mujeres y ancianos sin vida, en sus cuerpos tienen las marcas supurantes del cocolistle, la viruela. No hay un sólo ruido, sólo el silencio de la muerte. Ya no huele a copal, sólo el fétido olor a carne putrefacta. No hay luz en los templos, ya no hay templos.
Pocos mexicanos hacen del 13 de agosto una fecha especial. Es un día más en el calendario. Cuando probablemente sea el día más importante para esta nación. Es el día que marca la rendición final de Tenochtitlan, la ciudad más grande del mundo, capital y corazón del imperio Mexica, aquel que ahora nombra a la nación moderna de México. Día de muerte y nacimiento a la vez.
El 13 de agosto es una herida profunda en la identidad mexicana porque no nos hemos esforzado en entender este no-evento y a estar en paz con él. Nos sigue disturbando: ¿cómo mil españoles pudieron abatir a un ejército de miles de guerreros valientes?, ¿por qué Moctezuma fue un cobarde e invitó a Cortés a conocer y desacrar los templos sagrados de Tlaloc y Huitzilopochtli?, ¿por qué nuestros abuelos fueron tan cobardes?
Ya lo dice la canción, casi himno de izquierdas, La Maldición de La Malinche de Gabino Palomares:
“Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados. Eran los hombres barbados de la profecía esperada. Se oyó la voz del monarca que el Dios había llegado … Iban montados en bestias como demonios del mal. Con fuego en las manos y cubiertos de metal. Sólo el valor de unos cuantos les opuso resistencia. Y cuando nos dimos cuenta todo había acabado”.
Esta es la visión del mexicano de sí mismo.
¿Pero qué sucedió realmente? ¿Cuáles son los acontecimientos que llevaron a tan terrible paisaje? ¿Fue todo tan fácil para Cortés y sus mil españoles? ¿Estaban los indios paralizados por la superstición? ¿Habrá una versión de la historia que haga humanos a sus actores? ¿Ni bestias sangrientas, ni infantes inermes?
La visión de los vencidos.
El magnífico nahuatlista Miguel León-Portilla, gran formador de mexicanos orgullosos de sus raíces es quien nos trae la versión de los que perdieron la guerra. El maravilloso y conmovedor libro Visión de los Vencidos es una lectura obligada para todo aquel que ose llamarse mexicano.
Visión de los Vencidos contiene la descripción de la conquista de México y caída de Tenochtitlan desde el punto de vista de los supervivientes. Sin embargo, fuera de su contexto Visión de los Vencidos es el libro que ha alimentado los sentimientos anti-hispánicos y anti-indígenas que tenemos los mexicanos modernos.
En el libro “La visión de los vencidos”, Miguel León Portilla describe que había interés por saber si se avecinaba una guerra, por lo que hechiceros y sabios fueron interrogados, sin dar una respuesta real.
Sin embargo, “por ese tiempo apareció un pobre macehual (hombre del pueblo), venido de las costas del Golfo con las primeras noticias de la llegada de unas como “torres o cerros pequeños que venían flotando por encima del mar”.
“En ellos venían gentes extrañas “de carnes muy blancas, más que nuestras carnes, todos los más tienen barba larga y el cabello hasta la oreja les da…”, destaca el historiador mexicano.
Con esa descripción, el 8 de noviembre de 1519, el tlatoani Moctezuma Xocoyotzin conoció a Hernán Cortés y consideró que se trataba del dios Quetzalcóatl quien, de acuerdo con una leyenda, se internó en el mar prometiendo volver.
De acuerdo con los informantes de la máxima autoridad del imperio azteca, la llegada de los españoles sería catastrófica para la ciudad.
Llegado el momento, el miedo se apoderó de Moctezuma y en su afán por revertir la situación, envió magos y hechiceros para que con algún maleficio los enfermaran o se murieran.
Dichos intentos fracasaron, pues luego de varias batallas en las que consiguieron adeptos, algunos por temor y otros por venganza, como los tlaxcaltecas, así como una derrota conocida históricamente como la “Noche Triste”, las huestes de Cortés se apoderaron de la capital del imperio azteca el 13 de agosto de 1521.
“El Códice Ramírez, que conserva fragmentos de una de la más antigua relación indígena hoy desaparecida, refiere que gracias al príncipe Ixtlilxóchitl, la gente de Tetzcoco se unió con facilidad a los conquistadores desde ese momento”, enfatiza León Portilla.
Detalla que los conquistadores fueron encantados por el oro y que éstos fueron adorados como hijos del sol, y en muestra del agradecimiento del fervor, Cortés les declaró “el misterio de la creación del hombre”, con lo que fueron moldeando la ideología religiosa.
Ya en la ciudad de Tenochtitlan, describe el autor de “La visión de los vencidos”, los españoles fueron aniquilando a los opositores y adhiriendo a su ejército a otras civilizaciones.
Dos meses antes de la caída de Tenochtitlan, Cortés tomó el Recinto del Templo Mayor y el mando de la columna, pero no lograban que los mexicas aceptaran la derrota.
Pero un hecho de la naturaleza hizo que los mexicas lo tomaran como un mal presagio, porque se apreció un torbellino de fuego y chispas color sangre que indicaban lo peor para ellos.
“Y se vino a aparecer una como grande llama. Cuando anocheció; llovía, era cual rocío la lluvia. En este tiempo se mostró aquel fuego. Se dejó ver, apareció cual si viniera del cielo. Era como un remolino; se movía haciendo giros, andaba haciendo espirales”, describe “La Visión de los Vencidos”.
Fue así como el 13 de agosto de 1521, Cuauhtémoc, último tlatoani azteca, fue arrestado en su canoa por el español García-Holguín, quien lo llevó ante Cortés.
En el triunfo de los europeos influyó también una epidemia de viruela, enfermedad que llegó de Europa a bordo de los bergantines ibéricos y que aniquiló a gran parte de los mexicas, entre ellos a Cuitláhuac, uno de sus últimos gobernantes, por lo que el ejército azteca también se vio diezmado.
Así, la caída de una de las civilizaciones más importantes de América se concretó entre armas y profecías, pero el legado cultural permanece en pie como parte importante de lo que significa ser mexicano.
Visión de los vencidos en un mural de Siquieros en Bellas Artes. Cuahutémoc, último Tlatoani Mexica sufre el tormento para inducir la confesión de que planea una rebelión contra Cortés. El tormento es dado por españoles metálicos y desalamados sosteniendo a un terrible mastín. Cuahutémoc y su capitán son sólo acompañados por almas de indios muertos con miembros cercenados.
Estos textos no fueron escritos por Mexicas, fueron escritos por Tlatelolcas, los últimos que resistieron el avance de los vencedores. Cuando Tenochtitlan ya estaba arrasado, sólo Tlatelolco resistió y dio alojamiento a Cuahutémoc y sus capitanes. Sus vecinos y opresores.
Los Tlatelolcas culpan de todo a los Mexicas, con el estilo náhuatl de hablar -te digo feo sin que te des cuenta- y dejan claro que los Mexicas fueron supersticiosos, débiles. Todos sus terribles sufrimientos eran culpa de los Mexicas y de su cobarde emperador, y ahora ellos describen su valor y sufrimiento Tlatelolca. La Visión de los Vencidos está escrita con la intención de realzar el papel de Tlatelolco en la resistencia y que no son traidores a diferencia de otras naciones conquistadas que sí le dieron la espalda a Tenochtitlan:
Fue cuando Pedro de Alvarado se lanzó contra Iliacac que es el rumbo de Nonohualco, pero nada pudo hacer. Era como si se arrojaran contra una roca: porque los de Tlatelolco eran hombres muy valientes.
AM.MX/fm
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