La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Minuto de silencio, bandera a media asta y altar, el kit para la reparación del daño
Lo que pretende ser una muestra de sensibilidad política, en realidad es un mea culpa, porque el presidente López Obrador tiene claro, aunque no lo admita, que aconsejado por Hugo López-Gatell, decidió no invertir en la compra de pruebas para detectar el COVID19.
Por lo tanto, que nos salgan con que la pandemia es un proceso muy doloroso por el gran número de muertos, es una ofensa, sobre todo, porque ‘montados en su macho’, se negaron a escuchar las recomendaciones, que los conminaban a modificar la estrategia.
Lo de los tres días de luto nacional y la ofrenda en el Palacio ‘Habitacional’, es una broma cruel de un gobierno que, en aras del ‘cuenta-chilismo’, escatimó el presupuesto para combatir el mal.
A la falta de pruebas, se suma la carencia de insumos para el personal de salud, lo que provocó que México tenga el mayor porcentaje de muertos, a nivel mundial, en dicho sector. Los datos son contundentes, ahora, de nada sirven los homenajes.
Nadie busca el martirio per se, mucho menos por una causa como el coronavirus, lo que esos muertos deseaban era vivir y en el peor de los casos, no morir sofocados, apestados.
Precisamos, no se puede afirmar que el total de decesos eran evitables, pero si un número significativo, que acontecieron por una irresponsable gestión sanitaria, no hay duda.
Tarde o temprano vendrá la evaluación, mientras tanto, a los ‘ingeniosos’ todavía les queda inscribirlos en los muros de San Lázaro y darles la Belisario Domínguez post mortem.