Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George*
El riesgo de la esquizofrenia, es que, en un momento dado, puede convertirse en epidemia. Del riesgo se pasa a peligro, si el mal contagia a los hombres de gobierno.
La esquizofrenia es un desorden síquico, caracterizado por la incoherencia mental. El síndrome parece primar en estos días la sucesión presidencial.
Hagamos un breve ejercicio para ver si es posible descifrar esta sintaxis:
“… no tendríamos los recursos necesarios que están poniendo sobre la mesa nuestros socios para hacer todo lo que haremos con nuestros socios” (Sic).
“… si yo cancelo un contrato es porque lo voy a hacer yo, necesitaría ese dinero para llevar a cabo la actividad”. (Otro sic.)
Entre el “nosotros” y el “yo” parece ausente la coherencia.
El entorno de ese galimatías es el encuentro de 100 Líderes del Sector Energía realizado el pasado lunes.
Parten los dos supuestos entrecomillados de un aparente reconocimiento de que dos candidatos presidenciales del sistema perderán la elección del 1 de julio.
De ser así, ganará la contienda un tercero que, dice la crónica de aquel evento, revisará uno por uno de los contratos petroleros.
La carreta delante de los bueyes
Hablando desde la perspectiva de un hecho consumado, el director general de Pemex, Carlos Treviño, ha entrado en trance y se adelanta a calcular el costo de las indemnizaciones que reclamarían los titulares de aquellos contratos si el anuncio advertido se ejecuta.
Treviño parte de una base falsa: Pone la carreta delante de los bueyes: Según los boletines de la Secretaría de Energía, potencialmente aquellos contratos generarían una inversión de 200 mil millones de dólares (si bien tales inversiones se inscriben en un cronograma de más de 40 años).
Sobre la base de esos aún invisibles 200 mil millones de dólares, Treviño se declara alarmado por su necesidad de dinero para pagar las indemnizaciones por la rescisión unilateral de los contratos derivados de la reforma energética. Habla de Pemex, como “yo”, “nosotros”.
Y se coloca Treviño desde ahora en el terreno del litigio: La indemnización la tendría que determinar un juez por daños y perjuicios.
Pasa del “yo”, a lo que tendría que hacer el gobierno: “Sería comprometer lo que está en los contratos y hay compromisos por 200 mil millones de dólares”.
¿Están de veras en los contratos esos 200 mil millones, o están sólo en la optimista imaginación de quienes están otorgando los tales contratos?
Sin quedar clara la cuestión anterior, Treviño declara desde ya: El peor escenario sería una desaceleración en la implementación de la Reforma Energética, lo cual sería grave para el desarrollo del sector petrolero.
No hay, ciertamente, evidencias tangibles, contundentes de la aceleración de la reforma energética, de lo que se colige que a la mejor estamos embarcados en la nave de los locos.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.