Denise Díaz Ricardez
Urgen muchos cambios de fondo en torno a la reivindicación de los derechos de todo orden en beneficio concreto de las mujeres en México, al igual que en toda Latinoamérica.
Muy pronto culminarán las responsabilidades gubernamentales del presidente Andrés Manuel López Obrador, para que las ocupe por primera vez en la historia mexicana precisamente una de ellas, Claudia Sheinbaum Pardo.
De los logros registrados hasta ahora en diversos ámbitos, muchos de ellos gracias a la decidida participación de grupos feministas, destacan algunos de enorme sensibilidad como es el aborto legal, el divorcio simplificado, manutención de los hijos, trabajo, educación, leyes severas contra el maltrato, el feminicidio, el acoso por referir algunos.
Recordemos que hay más mujeres que hombres en la República.
El último censo del Inegi, del 2020, da una población que alcanza poco más de 126 millones. De esta cifra –enorme- hay 61.4 millones de hombres y 64.5 millones de mujeres.
Y un dato complejo: de esas 64.5 millones se estima que 44.4 de ellas viven en marginación y al hablar de esto significa mayores dificultades para el equilibrio social en materias de salud, educación, trabajo, vivienda, transportes.
Y no se piense que en todos los sectores, desde los altos hasta los más segregados en comunidades indígenas, no se den casos de machismo, violencia, acoso, desprecios y en lamentables casos como los vemos a diario feminicidios inexplicables.
Por eso hay expectativa en el reto que emprenderá la nueva presidenta a partir del 1 de octubre entrante, en donde no sólo se tienen que revisar muchos aspectos de reformas al poder judicial, sino leyes, aplicación de las mismas y un desafío enorme a la educación para que puedan equilibrarse los legítimos derechos humanos entre hombres y mujeres.
Y no sólo hay esperanza en lo que pueda emprender la nueva titular del ejecutivo, quien para empezar ya anunció este martes respaldos a las mujeres indígenas de tres mil pesos mensuales a partir de 2025, sino un cambio muy radical en la reivindicación, en el crecimiento y en el desarrollo.
Cultura y educación en todos los grados, oportunidades de trabajo en igualdad de funciones y salarios, en fin, la unidad que requiere el país de norte a sur, en todos los estados, municipios y comunidades.