Claudia Rodríguez
El mago de la escena pública
En política, los tiempos están sumergidos en una especie de máquina del tiempo que todo lleva a gran velocidad, es por eso, que los mexicanos sentimos como si ya hace mucho, el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador hubiese estado ahí más tiempo que en realidad los once meses y días que lleva al frente de la Presidencia; aunado a que desde la misma noche del primer día de julio del año anterior, en la que ganó la elección federal, de facto, empezó su mandato desdibujando al menos mediáticamente al aun presidente Enrique Peña Nieto, quien ni siquiera pudo sumar puntos en el rating mediático con la presentación del mensaje que acompañó a su sexto y último Informe de Gobierno.
López Obrador no sólo se ha mostrado como un mago para acaparar casi la totalidad de la escena pública y delinear la agenda política desde su perspectiva muy individual, sino que además ha ido entretejiendo finamente para hacer uso del carácter metaconstitucional que la Carta Magna le confiere.
El poder costumbrista metaconstitucional en pleno
Andrés Manuel llegó al Poder Ejecutivo con una pléyade de mayorías legislativas con lo que se advertía incluso que intentaría perpetrarse en el poder, como una cuestión inédita.
Pero todos quienes apuntaban lo anterior, estaban entre equivocados y mal informados. No hay ningún rasgo de originalidad en la concentración de poder en torno a la figura de López Obrador como primer mandatario del país.
A través de los cuatrienios o sexenios, cada uno de nuestros presidentes constitucionales ha tenido un gran poderío para actuar, decidir y hasta imponer.
En primer lugar, cuenta con sus aliados de partido en las Cámaras legislativas y la mayoría de las veces es el líder de facto del mismo instituto político que lo catapulta a la Presidencia.
Aunque el dinero público debe tener distintos destinos, es el Ejecutivo el que reparte. Los diputados aprueben las vías y los otros montos, y como en otras ocasiones, hoy, las mayorías en el Congreso están con el presidente.
El mandatario federal en turno, tiene la potestad de nombramientos distintos al frente de distintos organismos públicos y la usa para cumplimentar su plan de Gobierno.
Como López Obrador muchos más, aunque pocos eso sí, con un Congreso abrumador de legisladores de MORENA.
A querer o no, es inminente el poder metaconstitucional que se le confiere al presidente en turno y hoy lo tiene un partidario de la izquierda que, a decir verdad, a casi un año en el poder, mucho se le parece a la derecha.
La democracia dictatorial
No nos equivoquemos, es López Obrador, el que pone y quita, el que dirige, el que cambia, el que designa. Cómo en todos los tiempos, lo que mande y diga el mismo presidente de México, porque eso nada tiene que ver con la democracia ciudadana ficticia que se les ha vendido a los ciudadanos, presumiendo una credencial para votar con casi veinte candados de seguridad, que a final de cuentas sirve en realidad, de identificación oficial.
Allá arriba, en la cúpula del poder, todo es más de lo mismo; al grado que el mandatario federal puede usar el tiempo preciado de su mandato en dar un día sí y el otro también clases de historia y no pasa absolutamente nada, o imponer un funcionario público con carácter de autonomía y pretender que el asunto es democrático y distinto.
Como simulación ya estuvo bueno. A qué hora empiezan a gobernar justo como nos prometieron los de Morena.
Acta Divina…. El presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que México se convertirá en una potencia mundial con dimensión social “gracias a las riquezas que no lograron saquear otros gobernantes”. Acta
Para advertir… De presidente a celador del patrimonio nacional.
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