DOCUMENTAL POLÍTICO
EMILIO TRINIDAD ZALDÍVAR
Si Claudia Sheinbaum Pardo no hace cambios, si no mete orden, si no se involucra de lleno en la problemática nacional y corrige el desorden, corruptelas y escándalos de varios gobernadores, no podrá decir que el gobierno es suyo, aunque sí la responsabilidad.
Si el pueblo pone y el pueblo quita (¿o será solo potestad de López Obrador hacer eso?), entonces debería la encargada del despacho presidencial ya no preguntar sino ver en qué condiciones tienen a sus entidades, oscuros personajes como Rubén Rocha Moya, Marina del Pilar Ávila Olmeda, Víctor Castro y Américo Villarreal, por solo citar a algunos, que sucumbieron a las maletas llenas de dinero a cambio de ceder territorio y el control de las policías locales y de algunos ayuntamientos para los narcos que los apadrinan.
Dicen que la patria comienza en las fronteras, sur y norte que tenemos, y es ahí, en esas regiones, donde más se nota la descomposición social y gubernamental, porque quienes comandan esos gobiernos, son rehenes y socios de los grupos delincuenciales, y su voracidad por el dinero, los hace presa fácil.
Lo mismo Baja California que Tamaulipas; Sonora y su zona colindante como Sinaloa y Baja California Sur, son entidades entregadas a los capos y sometidas por las balas y las amenazas de esos criminales.
Por donde uno vea escurre sangre, incompetencia y corrupción.
Gobernadores y alcaldes contra las cuerdas, sometidos y más atentos a las demandas de los narcos que a las necesidades de sus pueblos y comunidades, es lo que sobra en nuestro país.
En Mexicali, capital de Baja California, donde la gobernadora está más preocupada por mal bailar, mal cantar y ser tendencia en las redes sociales por sus frivolidades, ya le recordaron los narcos que son ellos y no su policía, los que controlan las calles. Ahí ya amenazaron al nuevo jefe policiaco, y o se alinea o se muere, dijeron en las mantas que colocaron en los puentes de esa ciudad.
¿Qué responderá doña Marina del Pilar Ávila Olmeda a tal provocación, que bien prendida del cuello y hombro sale en una foto con un conocido narco de la región? ¿Qué le compren, destierren o entierren a su jefe policiaco?
Es del conocimiento de toda la población de la entidad, que ella y su corrupto y voraz marido, Carlos Torres, hacen y deshacen a su antojo con el presupuesto estatal, y que sus ligas con delincuentes son uno de sus principales negocios.
En la Baja Sur las cosas no son muy distintas. En esa turística tierra, el desvío y desorden financiero, la impericia política, la insensatez de su gobernador, la presencia y control de todo por parte de narcotraficantes; el abandono de las áreas productivas, que podrían potencializar su desarrollo y crecimiento, son la causa de un brutal estancamiento.
Ahí manda la anarquía. Los capos ponen y quitan funcionarios. Controlan ayuntamientos, como el de Los Cabos, donde la familia Agundez, hoy con Cristian Agundez Gómez al frente, han entregado la Secretaría de Seguridad Pública local a narcos uniformados de policías.
En Los Cabos son señalados Edilberto Miramontes Gámez y Carlos Beltrán, jefe policiaco y Oficial Mayor respectivamente, de estar coludidos con los “Chapitos”, que roban, asesinan, secuestran, trafican y mandan.
Mientras tanto, el cobarde, débil, tímido y temeroso de Víctor Castro, que lloró en un evento ante la presencia del capo mayor, López Obrador, pasea su incapacidad para enfrentar desafíos, conflictos y riesgos, esperando que el tabasqueño y su gallo Adán Augusto López Hernández lo protejan, para que no trascienda más que él está en la otra nómina, la de los “Zambada”, o los “Mayitos”.
¿Sheinbaum Pardo seguirá ignorando todo esto? ¿No se hará de su gente para hacer los relevos que requiere, no sólo en su gabinete, sino en el Senado, la Cámara de Diputados y varias entidades pésimamente gobernadas?
De ser así, será cómplice de la mayor tragedia, de la más grande degradación del Estado mexicano, de la destrucción de una nación, que está convirtiendo su territorio en el mayor cementerio del planeta, donde la ley que impera, es la de las balas, las masacres y las desapariciones.
¡Gobierne señora!, es su obligación. Le dieron la oportunidad, no la desprecie ni desperdicie. No pase a la historia como la marioneta del mayor embustero y defraudador. No se preste. Tenga coraje. Tenga dignidad.
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