Por Abraham Gorostieta
Ciudad de México (Índice Político).- El Partido Acción Nacional viene arrastrando una crisis política que terminó reventando en julio de 2018. En esas elecciones obtuvo el 22.2% de la votación nacional, el peor resultado desde 1994. La crisis del partido se puede ver también en la Cámara de Diputados donde el PAN fue derrotado y el número de legisladores es peor que en sus tiempos más difíciles, ni siquiera en 1986 habían tenido un resultado tan bajo; en la Cámara de Senadores también, el resultado de las elecciones de 2018 fue el más bajo en 24 años.
¿Por qué la crisis política de Acción Nacional? Estudiosos del Partido de derecha en México afirman que el PAN ha ido perdiendo gradualmente la credibilidad y confianza social que durante años mantuvo por el perfil moral de muchos de sus fundadores e integrantes. “El alejamiento de sus principios lo fue llevando a borrar esa imagen impoluta de honestidad y probidad con el que eran conocidos por la sociedad”, escribió el doctor José Antonio Crespo en una de sus columnas.
Siguiendo la tesis del doctor en Historia, entonces podemos trazar que los responsables de este marasmo político que vive el PAN tienen nombre y apellido y se pueden ir identificando a lo largo de los últimos 30 años del partido. Sin duda uno de los responsables de la crisis moral y política de Acción Nacional es Diego Fernández de Cevallos que con su alianza con el expresidente Carlos Salinas de Gortari y la inexplicable fortuna que ha hecho como abogado, denunciada una y otra vez en distintos reportajes periodísticos con pruebas y documentos en donde se demuestra el tráfico de influencias para su beneficio personal.
Otro nombre, Antonio Lozano, también abogado y también litigante de la misma firma que Fernández de Cevallos, quien al frente de la entonces Procuraduría General de la República encabezó una farsa política en momentos de convulsión nacional. El invento de “la Paca”, la supuesta vidente que había encontrado los restos del diputado de Tamaulipas, Manuel Muñoz Rocha, acusado de asociación delictuosa y señalado como uno de los autores intelectuales del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu es otro duro golpe a Acción Nacional.
Otros golpes a la credibilidad y moral del PAN fueron asestados por políticos corruptos emanados de sus filas: el abogado Fernando Gómez Mont, señalado de corrupción y enriquecimiento ilícito. Los exgobernadores de Morelos, Sergio Estrada Cajigal y Marco Antonio Adame, acusados de tener vínculos con el narcotráfico. Vicente Fox y la enorme corrupción en su gobierno tan puntualmente registrada en medios de comunicación. El descaro de Marta Sahagún y sus hijos, quienes fueron protegidos con el manto presidencial. La guerra pérdida contra el narcotráfico de Felipe Calderón que pinto de rojo a México, estos son algunos de los nombres de los responsables de la debacle del PAN, un partido que cumple 80 años este septiembre.
Ricardo Anaya, el factor de la derrota
El historiador Enrique Krauze en un fulminante texto en la revista que dirige, Letras Libres, escribió: “La crisis de este partido se debe a la percepción fundada y creciente de que el PAN se parece cada vez más al PRI: la misma prepotencia en sus gobernantes locales, el mismo control vertical de sus cuadros y, lo que es más grave, la misma indecencia y corrupción en los niveles municipales y estatales. Ésa es la razón principal de su derrota: el prestigio moral, que durante los sesenta años de “bregar eternidades” fue su preciado capital, se ha ido gastando”.
El periodista Carlos Ramírez, en entrevista, nos explica: “El PAN quedó agotado por dos sexenios de ejercicio del poder presidencial que resultaron un fraude. En el poder, el PAN se vació de ideas, de tradiciones, de ideología, de propuestas. Y por el poder padeció una fractura entre corrientes”.
Atrás quedó el espíritu de sus fundadores: Manuel Gómez Morin y Efraín González Luna, que aunque sus posturas ideológicas no siempre convergían -Gómez Morin tenía una raigambre “maderista” y vasconcelista, mientras que González Luna era mucho más afín a la derecha católica-, ambos encabezaron una lucha por la democracia cuando prácticamente nadie pensaba que el voto fuese el camino para lograr la madurez política en México.
El leído columnista explica más a detalle sobre cuándo fue que la crisis política llega a su punto más alto: “El PAN entró en la desorganización interna en el periodo 2009-2014, aunque había quedado lastimado a finales del 2007 cuando el presidente Calderón propició el despido de Manuel Espino Barrientos como presidente panista vinculado a Fox. En el fondo, Calderón no supo qué quería del PAN. En diciembre del 2012 entregó la presidencia al PRI y ese mismo mes firmó el Pacto por México sobre la definición de una agenda legislativa de todas las fuerzas políticas nacionales. Al arrancar el gobierno de Peña Nieto había ya un PAN sin rumbo, sin liderazgos, sin proyecto: tercer lugar en las elecciones presidenciales con 22% de los votos, 29% de senadores y 22.8% de diputados”.
Gustavo Madero, presidente del PAN en 2013 fue dirigente, no líder, apunta la doctora María Amparo Casar en su libro Sistema político mexicano, una de las estudiosas más acuciosas del Partido Acción Nacional.
El autor de la columna Indicador Político, explica que la figura de Ricardo Anaya es pieza fundamental para entender la debacle del PAN: “En el 2015 Madero dejó a Anaya como encargado de la presidencia, pero el nuevo líder panista maniobró para quedarse con el cargo atropellando a Madero. No se trató de la emergencia de un líder, sino del encumbramiento de un burócrata de partido que supo escalar posiciones con rapidez”.
En efecto, Ricardo Anaya debe su consolidación en la política nacional gracias al apoyo de Gustavo Madero, aunque luego lo traicionó para quedarse con el partido. A partir de ahí construyó alianzas con panistas de diverso cuño, de Santiago Creel Miranda a Marco Antonio Adame. “Su pensamiento político era pragmático, ajeno a las ideas tradicionalistas y conservadoras del PAN; ello le permitió armar alianzas electorales con el PRD para ganar gubernaturas en el 2016. Y si ese pragmatismo le ayuda a asociarse con el PRD”, señala el periodista.
Pero el político que ascendía como una estrella fue tocado por el manto de la corrupción y el dinero inexplicable. La trayectoria política de Anaya fue manchada por un enriquecimiento que el panista no puedo explicar nunca: En noviembre de 2016 el periódico El Universal reveló viajes de fin de semana de Anaya a Atlanta, Georgia, durante meses porque ahí vivieron muchos meses su esposa y sus tres hijos. En octubre de 2017 el mismo El Universal publicó una investigación de triangulación de venta de inmuebles en Querétaro pasando por presuntas irregularidades. Y en febrero de 2018 volvieron a la carga las revelaciones ahora de una indagatoria fiscal contra una presunta empresa fantasma intermediaria.
El PAN se acerca a su fin histórico
¿Es Ricardo Anaya el que terminó sepultando al PAN? El expanista, el doctor José Francisco Paoli Bolio responde esta pregunta que le formulamos: “Sí, por una razón: la pérdida de identidad del PAN o la construcción de lo que fue una candidatura producto de una ambición personal, de una alianza PAN-PRD sin propuesta coherente de reconstrucción del sistema/régimen/Estado y de la ausencia de un diagnóstico de la crisis nacional que suponga una nueva alternancia presidencial es lo que hundió al PAN”.
Sumado a que los tiempos actuales imponen distintas dinámicas de hacer política, pues los electores votan por pasión, no por la razón. Los ciudadanos han ido retirándose del periódico y la revista impresa para reducir su conocimiento del mundo a través del dispositivo móvil que por sus características acorta la posibilidad de lectura y de comprensión política.
El PAN se acerca a su fin histórico, sin duda de ello. A sus ochenta años el PAN de Gómez Morín terminó con su tiempo. En los últimos 25 años ha vivido en un limbo que le dio votos pero que no le garantiza la sobrevivencia en los próximos años.
Para muchos panistas los mejores momentos de este partido se vivieron en 1987 cuando acaudillados por un valiente empresario sinaloense Manuel J. Clouthier los hizo reformarse en los interiores del partido.
Volviendo al texto del doctor Krauze, el historiador ubica el tiempo en el que el PAN perdió el rumbo: “El único intelectual de la nueva generación ‘neopanista’ fue el filósofo Carlos Castillo Peraza. Apasionado, complejo, lúcido, Castillo tomó el sitio vacante desde Christlieb en la modernización ideológica del PAN. Bajo su liderazgo, el partido conquistó las primeras gubernaturas de su historia en Baja California Norte (1989) y Chihuahua (1992), alcanzó mejores niveles en los comicios presidenciales de 1994 y un lugar de creciente influencia en las Cámaras. Durante los años noventa, panistas y neopanistas caminaron en razonable armonía, entre sí y con la izquierda partidaria. Los unía el objetivo común de poner fin al viejo sistema político. El gobierno de Zedillo allanó el camino a una competencia equitativa. El sistema se resquebrajó en 1997 y dejó de existir en el 2000, con la llegada de Vicente Fox, un caudillo de la generación de ruptura. Por desgracia, ese año murió Castillo Peraza y con él la posibilidad de afianzar el triunfo con un cuerpo de ideas que retuviese la identidad del PAN pero abriera ventanas al nuevo siglo”.