Cuando alguien me describe el sacrificio de los empresarios por mantenerse a flote y seguir desarrollando sus negocios, y que de paso son la esencia, la semilla del crecimiento social y económico, sencillamente me dan ganas de mentar madres, ¿qué acaso no todos estamos naufragando en el mismo navío?..
En su gran mayoría los grandes empresarios mexicanos, y prácticamente del mundo, son una chingada raza de hijos de puta que sólo ven en el prójimo una oportunidad de explotación y beneficio financiero a través de contratos anticipadamente leoninos, de ahí la importancia de una regulación por parte de una sociedad bien integrada y organizada mediante un gobierno y conformando un estado fuerte.
E igualmente hay quienes creen que un empresario es un tipo exitoso, valiente, casi heroico que se enfrenta a las contrariedades de una sociedad hoy más corrupta que nunca, sin dar cuenta que esos cabrones a quienes endiosan son verdaderamente la raíz del problema, actualmente la alta clase empresarial es poco evidenciada como la verdadera artífice de la corrupción y causante de las dificultades para alcanzar una igualdad y bienestar social en este territorio que con estulticia algunos siguen llamando patria.
Décadas de publicidad anglosajona nos han obnubilado en la mentira de unos seres que han construido una tierra de libertades y oportunidades, a semejanza de los Estados Unidos de Norteamérica, y quien tenga verdaderamente el deseo de averiguar cuales son las bases de tal propaganda le sugiero leer “La otra historia de los Estados Unidos” de Howard Zinn.
No faltará el pendejo que piense; “este cabrón es un comunista”, no, ni madres, no soy comunista, ni socialista, ni de izquierdas o como sea se entienda la izquierda en este pinche país que no parece tener remedio y donde la izquierda partidista e idelógica esta lejana incluso a la muy “light” Teología de la liberación que en si misma es una contrasentido del dogma eclesiástico, pero si soy un individuo que se da cuenta de muchas de las razones por las cuales una casta dorada conformada por pocas familias rige los destinos de millones de apendejados, seres tan sumidos en la molicie y la ignorancia que no atinan otra cosa que andar buscando líderes bajo las piedras, dejándose convencer por cualquier cabrón con labia y Dios en el hocico, o con los recursos necesarios para conformar la “opinión pública”, que como escribió Nietzsche es el resultado de la ¡pereza individual!
Lo he dicho muchas veces, y hasta ahora no hay quien me convenza de lo contrario, es principalmente la clase empresarial y la iglesia católica (en menor medida) quienes se han re-empoderado enormemente durante las últimas décadas y ahora son ellos los que establecen las reglas del juego en una sociedad quebrantada por la ignorancia.
Pero ahora sus desmedida ambición ha roto el saco de la “oferta y la demanda” y están espantados los muy cobardes a tal grado que su terror los ha llevado a considerar lo que antes parecía un “peligro para México” como una “opción salvífica de perdón y buena voluntad” para poder seguir chingando al prójimo, previos acuerdos desde luego, que tales alimañas, como dicen los abuelos, “no dan brinco sin huarache”.
Así tenemos a muchos empresarios que “sorpresivamente” ven en un líder mesiánico como AMLO, en quien por cierto no confío ni un ápice, un disfraz viable a lo que ellos mismos han edificado, así los empresarios son simplemente la peor clase de piratas que puede existir, una caterva de chaqueteros que siendo muy generoso al definirlos tan sólo cabe destacarlos por su ambición y disposición a obtener beneficios de donde cualquier otro con consciencia tendría escrúpulos.
Por ello cuando se hable de un empresario exitoso hay que colocar a estos individuos en su justa dimensión, no son seres empáticos, ni generosos, mucho menos filantrópicos, humanistas o iluminados, son entes despiadados a los cuales sólo interesa una cosa… las ganancias y beneficios con el menor esfuerzo, ejerciendo su astucia y sus intereses.
Quienes vean en los empresarios a seres socialmente solidarios permítanme decir que están en un error descomunal. Y quienes crean a su vez que los empresarios son los únicos garantes y generadores de desarrollo social merecen ser esclavizados y explotados por tales individuos.
Cabe recordar que en esencia un empresario es un depredador de oportunidades y que cuando vea una pasar, cualquiera que está sea, atacará sin miramientos, mucho más ante una oportunidad que implique consciencia social o moral debido a que estas siempre podrán torcerse y violarse siendo en consecuencia extraordinariamente beneficiosas.
Por ello cuando se tenga el infortunio de trabajar para unos de estos mierdas y se deba aplicar la consabida fórmula de genuflexión laboral; “a sus ordenes jefe”, al menos deba tenerse en cuenta hasta donde será necesaria tal disposición… o sumisión.
Victor Roccas.