Todos nos hemos divertido alguna vez en las posadas rompiendo una piñata y hemos cantado a todo pulmón “dale, dale, no pierdas el tino”, para proceder a lanzarnos por los dulces y fruta que había en su interior.
La piñata tradicional es en forma de estrella, se hace con una olla de barro que se cubre con papel de colores radiantes, vistosos y llamativos y según la religión católica, los 7 picos en la piñata representan los siete pecados capitales y los frutos que hay dentro de la piñata representan las siete gracias de Dios: humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia. Estas virtudes son contrarias a los pecados capitales que derrotamos al romper la piñata.
Con el paso del tiempo las figuras de las piñatas han evolucionado y existen muchos modelos, pero una piñata tradicional siempre será con olla de barro y para continuar con la tradición, el Museo de Arte Popular está convocando al “18° Concurso de Piñatas Mexicanas”, en el que podrán participar artesanos y artistas mexicanos o extranjeros residentes en México, de manera individual o colectiva.
Las inscripciones ya están abiertas y habrá premios en efectivo para los tres primeros lugares.
Las piñatas en México tienen su origen en el ex convento de San Agustín, en Acolman, Estado de México, donde hace más de 400 años la primera piñata vio la luz tal y como la conocemos hoy en día, aunque con algunas variantes como tamaño y figura.
Así que sin importar el símbolo moral que se la ha atribuido a la piñata, recibamos con alegría lo que de ella cae, pues son todos frutos del trabajo de los campesinos mexicanos que nos llenan de orgullo y por qué no de felicidad.
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