Historias para armar la Historia
Ramsés Ancira
Esta semana John Ackerman mostró que no tiene ningún rigor profesional como comunicador, es un vulgar propagandista del gobierno en turno y ni siquiera tuvo el tacto de aprovechar la oportunidad periodística para abordar el tema de la violencia y los feminicidios en Cancún, como atinadamente se lo propuso la conductora Sabina Berman en el programa “John y Sabina”.
Con tono conciliador, Sabina Berman inició la emisión en vivo del programa del 10 de noviembre: “Esta noche como notarán, hemos vuelto al formato original del programa, el formato que mantuvimos a lo largo de todo el año pasado, el formato igualitario A veces yo presento, a veces John lo hará, ambos elegiremos los temas a tratar y los invitados, y no habrá un conductor que ceda y quite la palabra. La igualdad tiene sus problemas, sus tropiezos, pero la igualdad es más fértil que el monotemático autoritarismo”.
Durante la hora de duración del programa, Ackerman jamás le respondió a Berman. Definitivamente no es el mismo que hace seis años convocaba a la participación ciudadana en los grandes debates de México.
Conocí a John Ackerman en el Club de Periodistas de México, durante una conferencia de prensa donde se hablaba de la corrupción de Enrique Peña Nieto como gobernador del Estado de México y de todos los gastos injustificados de su administración.
Dio tres datos que se me quedaron en la memoria, uno de ellos el presupuesto destinado a desayunos escolares, si se hacía la cuenta del dinero y se repartía entre el número de desayunos, resultaba que el precio promedio era más alto, que los costos más altos de los menús en restaurantes.
El otro fue que a todos y cada uno de los diputados del Estado de México, incluidos priistas, panistas y perredistas, les había regalado una camioneta de lujo al terminar su administración y empezar a prepararse como candidato a la presidencia de la República. Al parecer solo un legislador, del Partido del Trabajo, había rechazado el regalo.
El tercer dato que dio Ackerman estaba relacionado con las obras que se habían encargado en el Estado de México a la empresa española OHL para la construcción de vialidades. Los contratos establecían, según se dijo entonces, que a cambio de la concesión de carreteras urbanas se realizarían obras gratuitas, situación con la que no habían cumplido.
En 2014 Ackerman lanzó la iniciativa de un Congreso Popular. La inscripción podía hacerse por internet y la posibilidad de una democracia real, con la participación directa de los ciudadanos y no a través de representantes que ni conocemos, ni realmente nos representan. Realmente me entusiasmó. Me adherí al proyecto.
Los niveles de violencia y agresión a los que hemos llegado, dijo entonces el también profesor de la UNAM, son inadmisibles. Las marchas son buenas, pero desgastantes. “Los desplegados de las grandes figuras públicas también son importantes, pero tienen menos impacto que antes…tenemos que empezar desde ahora a construir experiencias de poder popular y de trabajo conjunto”.
El primer y prácticamente último acto del Congreso Popular fue una marcha para protestar “por el traslado de lo público a lo privado”. El aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917 fue la ocasión para anunciar el inicio de una serie de debates sobre los asuntos nacionales más importantes.
¡Que se vayan todos!, era la consigna.
Artistas como Daniel Giménez Cacho, y académicas como Irma Sandoval directora del Laboratorio de Documentación y Análisis de la Corrupción y la Transparencia de la UNAM, convocaron al Congreso Popular, entonces se ignoraba que era la esposa de Ackerman.
También participaron en este Congreso varios escritores, como Elena Poniatowska, Javier Sicilia, Julio Hernández, autor de la columna Astillero, Guadalupe Lizárraga, fundadora de Los Ángeles Press y Paco Ignacio Taibo, además del autor de esta columna.
Ese mismo año, ocho meses después ocurrió la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, pero el Congreso Popular no realizó deliberaciones. Prácticamente había desaparecido. Tengo la impresión de que muchos de los convocantes sintieron que Ackerman solo deseaba llevar agua a su molino.
Así lo señaló recientemente el director de la revista Proceso, Jorge Carrasco, cuando dijo que este es un proyecto periodístico y no un proyecto político como el de Ackerman y agregó “tus declaraciones sobre el “periodismo sicario” no pueden ser compartidas por esta casa editorial”.
En efecto, el reduccionismo de Ackerman de comparar a quien tenga el mínimo desacuerdo con el proyecto presidencial, con un asesino a sueldo del crimen organizado, no debería ser tolerado en un programa subsidiado por un medio público como es Canal Once.
El Covid y las clases sociales
Algo mal debe estar haciendo la Secretaría de Salud si todos los días aparece México entre los cinco países con mayor número de muertes por Covid, y una posibilidad es que lo que está mal es ser demasiado obedientes con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud sobre que medicinas se pueden usar y cuáles no.
El Tec de Monterrey montó un hospital para atender a enfermos de COVID y ha muerto uno de cada 10 pacientes; en la Secretaría de la Defensa Nacional 12 de cada 100; en la de Marina 16 de cada 100 y en Hospitales Privados 18 de cada 100. En los Institutos Nacionales la muerte asociada a este virus es del 27%, en los Hospitales de PEMEX del 36%; en el ISSSTE el 38% y en el IMSS 43%.
No se vale lo que dijo Hugo Gatell de que los muertos ya están muertos. Urgen congresos de médicos, que pueden ser virtuales, para que nos cuenten sus experiencias buenas y malas; las medicinas que emplearon y los resultados que tuvieron.
Bitácora suplementaria
Las críticas al presidente Andrés Manuel López Obrador por no felicitar a Joe Biden como presidente electo de Estados Unidos han llegado de todas partes. En realidad, la Doctrina Estrada de no reconocer ni desconocer gobiernos, al menos hasta que estos sean oficialmente reconocidos, ha sido benéfica en la historia de México. Hoy, y hasta enero, Donald Trump seguirá siendo presidente y sigue tomando decisiones radicales, como la de haber despedido al jefe del Pentágono Mark Esper.
Apenas el 11 de noviembre se hizo oficial el triunfo de Trump en Alaska. Esto no cambia los resultados definitivos, pero ¿cuál es la prisa?