La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
No olvidemos que antes del patriarca Abraham existió Caín
La ocurrencia de proponer a Donald Trump, como candidato al Nobel de la Paz, viene de la firma, en la Casa Blanca, de los ‘Acuerdos de Abraham’, pacto trilateral en el que Israel normaliza sus relaciones diplomáticas, con los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.
Para la ultraderecha sionista, al igual que para los halcones estadounidenses, implica un triunfo, ya que, desde su perspectiva, cercarán a los palestinos radicales, si otros países árabes se añaden al acuerdo. Cabe mencionar que los EAU, recibieron ofertas para adquirir armamento gringo de última generación, canonjías que podrían ‘sumar’ otras voluntades.
Sobre el cacareado asunto, la Autoridad Palestina dijo lapidaria: ‘es una puñalada por la espalda’. En efecto, los que padecen el militarismo israelí son los palestinos, sobre todo, los de los territorios ocupados. La pacificación de la región, no puede darse sin la independencia de Palestina, este consenso fue roto por los dos países pérsicos.
Sobre la posibilidad de que los palestinos se sumen al acuerdo, Trump señaló: será posible cuando estén listos, o sea: ¿cuándo a base de ‘cañonazos’ los aíslen de sus aliados?
Desde luego, la negociación entraña una recomposición geopolítica de la zona, que busca acotar el expansionismo iraní pero que, de ninguna manera, considera terminar con la tortura de los mancillados. Brindan en su nombre, sin ser convidados a la mesa.