POR GUILLERMO C. ZETINA
Peña Nieto asombró al país con una generación de gobernadores jóvenes a los que llamó chicos maravilla. Entre ellos, Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge. Resultaron ser un trío de vulgares delincuentes y uno de ellos anda huyendo y los otros dos son huéspedes de frías cárceles donde están pagando su rapiña. Ahora López Obrador pone de ejemplo a Adán Augusto López Hernández, gobernador de Tabasco. Pero, al igual que los mañosos de Peña Nieto, este Adán demuestra día con día que lo suyo, lo suyo, no es gobernar. El Edén se ha convertido en un auténtico infierno.
En el incipiente gobierno de Adán ha ocurrido de todo: el desempleo es número uno en el país; en enero y febrero los secuestros se han disparado 100%. Los empresarios no le confían para invertir. La gente se siente insegura. La percepción popular es que no se ha hecho nada contra los corruptos. Los homicidios están incontrolables. Y para colmo el bisoño mandatario tabasqueño carga con el estigma de que en su gabinete hay políticos con fama de corruptos; parientes y hasta un hermano del presidente.
La popularidad de López Hernández va en picada, al grado que el 48% de los tabasqueños desaprueba su gobierno. Hasta el líder estatal de Morena, César Francisco Burelo, ha reconocido que ha aumentado la corrupción entre las policías. La corrupción no es combatida por Adán Augusto, y ahí está como muestra la refinería de Dos Bocas, que va hacia adelante entre sospechas de todo tipo. La diputado federal priísta Anilú Ingram dijo: “La refinería de Dos Bocas representa un acto de corrupción”. El ex presidente Fox denunció, sin que nadie lo pelara, que como jefe de la nueva refinería tabasqueña se puso a Leonardo Cornejo, quien ni más ni menos está involucrado con los sobornos de Odebrecht. Toda una fichita…
El periodista Felipe Eladio Sarracino ha denunciado sin éxito que en el Centro SCT en Tabasco “existe un cáncer de corrupción”. Otro informador, Gabriel Fields: “Tabasco es un estado infestado de corrupción”. Ya para que el periodista oficial Ignacio Rodríguez diga que “en la tierra de Amlo las cosas están pal perro”. Recalca que en Tabasco ese virote llamado Cuarta Transformación “es una gigantesca decepción”.
Reciente encuesta de Arias Consultores concluye que en Tabasco ha crecido la confianza de los empresarios para invertir; que Adán Augusto no inspira confianza al 65% de los encuestados; el 80% dice que no hay mejora en la obra pública; el 75% cree que tampoco han mejorado los servicios de salud; el 77% afirma que no ha bajado la corrupción que tuvo su mejor momento en el anterior gobierno de Arturo Núñez; eso sí, a la pregunta de quién es el mejoro gobernador posicionado con Amlo, Adán Augusto quedó en segundo lugar, después de Claudia Sheinbaun. Es decir: el cuatismo es lo que lo tiene arriba todavía. Los demás niveles de medición hablan de un gobierno más que fallido en Tabasco y que el nuevo Javier Duarte tabasqueño simplemente no ha podido con el paquete.
El presidente López Obrador tiene todo el derecho a poner donde quiera a sus cuates, por muy brutos que sean. En la historia reciente, otro gobernador tabasqueño, Salvador Neme, pasó a la historia por ser el mejor amigo de sus amigos; pero fue destituido del gobierno porque sus cuates no dieron una y se hincharon de billetes. Esta historia, al parecer, no la toma en cuenta el presidente.
(Un paréntesis especial en este renglón merece el director de ¡Pemex!, Octavio Romero, otro favorito del presidente, que no da una en el puesto por la sencilla razón que es ingeniero agrónomo, comerciante, ganadero (según su curriculum) pero de hidrocarburos es un cero a la iizquierda. Aún así, el presidente repite la historia de Neme: primero los cuates, aunque te lleven al precipicio. Es el mismo caso con Adán Augusto, su amigazo del alma).
Así más o menos están las cosas en la tierra del presidente. A ver cuándo se da cuenta de que dejó a su amado Tabasco en manos de un notario sin personalidad ni carácter que está rompiendo record como uno de los peores gobernadores en la historia tabasqueña. Peor que el mismo Chelo Granier o que Arturo Núñez, que ya es decir. Pero como estamos en México y aquí el presidente puede tener estos excesos, pues allá los pobres tabasqueños. Qué trilogía de gobernadores: Graniel, Núñez y Adán Augusto. Como dicen en Tabasco: con ese cargamento ningún buque sale a flote.
TWITTER: @cantonguillermo
FACEBOOK: guillermo.canton.z
INSTAGRAM: guillermocantonzetina