En el universo jurídico de nuestro México y de ésta Cuarta Transformación de la Nación, existen diversos dogmas tan evidentes que se estima que no requieren demostración. Sin embargo muchos “Siervos de la Nación” o los ignoran o prefieren ser omisos a dar cumplimiento a ellos.
Como juristas no podemos ni debemos olvidar aquellos conocimientos que al respecto nos inyectó Giorgio del Vecchio (Bolonia 1878-Genova, 1970), refiriéndose a las relaciones entre moral, política y derecho. Nuestro consejero espiritual en su obra nos dejó el siguiente axioma: “Aquello que es deber es siempre derecho; y no puede ser deber aquello que no sea derecho” (Filosofía del Derecho, Segunda Edición Castellana, Página 415).
El abogado que se queje de no ser comprendido por el Poder Ejecutivo, censurará, no al Presidente de la República si no a sí mismo. Andrés Manuel López Obrador carece del deber de comprender, es el togado el que tiene el deber de hacerse comprender. De ambos, el que está sentado gobernando, esperando las próximas elecciones, es el Presidente Constitucional; quien se encuentra erguido y debe moverse para hacerse comprender, aún espiritualmente, es el versado en las leyes.
Pero aquí viene lo bueno.
Quien tiene un deber tiene el derecho de cumplirlo.
Éste muy añejo conocimiento postula la existencia del derecho al cumplimiento de la propia obligación que al tomar posesión como Primer Magistrado de la Nación le concedió la Constitución. A tal facultad los iniciados en el derecho le conocemos con el nombre de derecho obligado. Consecuentemente Andrés Manuel tiene la obligatio de cumplir su propio deber. La existencia de tal facultad deriva de otro axioma: nadie puede estar, al mismo tiempo, obligado a hacer y a no hacer algo. Ello equivale a ser total y absolutamente incongruente o indecente.
Veamos: Un antiquísimo dramaturgo y poeta español, el más relevante comediógrafo neoclásico del siglo XVIII, de nombre Leandro Fernández de Moratur, visualizando el futuro de la Cuarta Transformación de la Nación, bien dijo “El que socorre la pobreza evitando a un infeliz la desesperación y los delitos cumple con una sola obligación y ya no hace más”. Palabras sabias pronunciadas en son de profecía.
Debo afirmar por último que no es Andrés Manuel López Obrador, como algunos políticos superficiales opinan: Un gran Presidente Constitucional.
Sino todo lo contrario: un incongruente, que no da cabal cumplimiento a su obligación de combatir a la narco-política.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz.
Presidente de la Academia de Derecho Penal del
Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C..