Magno Garcimarrero
Uno pensaría que las leyes de la física que rigen la mecánica inorgánica, son aplicables a las estructuras orgánicas, pero hay muchas excepciones. Aprendemos que el calor dilata los cuerpos y el frío los contrae, esto sería cierto si yo fuera un pocillo de peltre o un pistón del motor de mi coche, pero siendo un ciudadano común y corriente me ocurre lo contrario: con el frío se me afloja la nariz y la vejiga, mientras que, con el calor y la luz solar se me fruncen las pupilas de los ojos y el entrecejo.
Con el transcurso de los años, esas solturas y fruncimientos van dejando huella; un practicante de Semiótica, puede muy acertadamente saber, con sólo ver las arrugas del rostro, si una persona ha sido mayormente feliz o desdichada. También se puede saber si un viejo ha abusado de su juventud o la ha llevado con moderación, con sólo verle caminar, también si se queda quieto, ya se ha acuñado el refrán nacido de la observación: “Quien se sienta con suspiro y se levanta con pujido… está jodido”.
Decía mi abuelo: “La vejez es la venganza que cobra la vida por los abusos de la juventud” … ¡Cierto! Pero yo conozco un truco eficaz para ir frenando cuando ya va uno de bajada, miren ustedes: la juventud se caracteriza, entre otras cosas, porque se tienen los músculos duros, y las coyunturas flexibles; la vejez se caracteriza por lo contrario: las articulaciones se rigidizan y los músculos se ponen guangos. Bueno, pues lo que se puede hacer es un rato de ejercicio diario que tonifique los músculos y flexibilice las bisagras, esto para imitar a los jóvenes y, algo muy importante, reír para emular a los niños.Otro método eficazmente importamadrista sería el de mi tío Roberto García Marrero: “Dormir bien, comer fuerte y, reírse de los huesos de la Muerte».
