Manuel Zepeda Ramos.
Hace unos días, una investigadora del ITESO de Guadalajara experta en divulgación de la ciencia, vino a Xalapa a dar una conferencia a la Universidad Veracruzana.
Habló acerca de una investigación que realiza en el lago de Chapala y la gran devastación que su contaminación incluye en torno a enfermedades infecciosas renales en niños y adultos gracias a la existencia en dicho lago de la Escherichia Coli, a la que a partir de acá, la habré de llamar E coli.
Me llama poderosamente la atención este patético caso del Lago de Chapala, porque hace un año yo padecí un choque séptico por E coli que me puso al borde de la muerte y que, gracias a los médicos de la Universidad Veracruzana, de la universidad Anáhuac y de la UNAM, puedo vivir un poco más en este planeta maravilloso que hoy se ve amenazado por una guerra, absurda, que pone en peligro la existencia de la humanidad.
La gran experiencia que viví en el hospital y que lo puedo contar gracias a la visión de mi hija Juana que me trasladó urgentemente al nosocomio para decirle no a la muerte, me llevó a crear una página: La última y nos vamos, en la que escribí muchos artículos en torno a los sucesos nacionales que observé en la contienda electoral pasada por la presidencia de la república, el poder legislativo y la gobernatura de Veracruz.
Ciertamente, la E coli puede provocar infinidad de muertes, sobre todo en niños, si no empezamos a actuar desde ahora, de manera consiente y agresiva.
De los cien compromisos que la nueva presidenta hizo ayer en el zócalo de la CDMX para cumplirlos en su período gubernamental y que deseo los lleve a cabo para bien de México, quiero referirme a los relativos a la contaminación de los ríos de México.
De ese compromiso, le pediría que empezara por todos aquellos escurrimientos nacionales que tienen que ver con el abastecimiento de agua para el consumo humano, que son muchos pero su costo pudiera ser factible de obtener porque significaría una inversión no tan onerosa como pudiera ser en otros rublos. Me explico:
En el gobierno de Peña Nieto hubo una partida presupuestal otorgada en la cámara de diputados a los ayuntamientos de México, destinada a la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales. Muchos ayuntamientos pudieron acceder a esa partida, pero muchos -¿acaso la mayoría?-, las dejaron inconclusas dado que no contemplaron que los salarios y el mantenimiento de las plantas, entre otros gastos menores, correrían por cuenta de las presidencias municipales.
El caso del estado de Chiapas, es un buen referente.
Más de cien plantas de tratamiento de aguas residuales quedaron inconclusas. Su funcionamiento oportuno hubiera evitado la contaminación que hoy es ya escandalosamente manifiesta: todos los ríos del estado de Chiapas, todos, incluidos los de la selva que todavía es reserva de la biósfera, están contaminados con heces fecales. Los ayuntamientos descargan sus aguas negras en ellos.
¿Cuántos de esos ríos están ya contaminados con la bacteria E coli, -con excepción -hay que decirlo-, de las plantas del río Sabinal que si funcionan porque sus obras concluyeron y el ayuntamiento las opera-?
¿Cuantos niños y adultos tiene ya en riesgo su vida, sin saber que es lo que tienen?
No dudo en pensar que estos casos pueden repetirse en otras entidades federativas que, de seguro, tienen plantas de tratamiento inconclusas.
Xallapan, nombre náhuatl de la capital veracruzana, quiere decir: manantial en la arena. El agua de Xalapa brota en muchos nacimientos de manera constante sin darle la menor importancia a este bendición que Dios le dio a una de las pocas capitales de la cultura en México.
La Universidad Veracruzana, con sus ingenieros y sus biólogos, todos bien calificados, están formados para intentar esta hazaña sin precedente.
¿Veremos algún día los manantiales de Xalapa descontaminados, debidamente potables sin el temor de que un niño o un adulto pueda adquirir la terrible E coli?
No es un sueño: es una realidad tangible al alcance de la ciencia.
¡Claro que sí se puede!