Día Hábil
Andrés Manuel López Obrador está a una semana de irse a La Chingada.
A su rancho, en Chiapas, que, dice, le regalaron sus padres y así se llama.
El atropellado cierre de su cuasi sexenio nada tiene que ver con el triunfo arrollador y prometedor de 2018, con 31.1 millones de votos y que López echó al cesto de la basura con su populismo y obsesión por asegurar el triunfo para su partido, Morena, en 2024.
Pese a que le organicen porras con matracas, llanto y cánticos de sus presuntos leales, la realidad está golpeando en la cara a López a unos días de irse.
Ayer, en su visita a Veracruz, donde gobierna Morena vía el estadista Cuitláhuac
García, fue recibido por inconformes, que le arrojaron una botella de agua -con mal tino, por cierto- mientras le gritaban “¡Dictador!”, “¡Dictador”
Y Cuitláhuac ya no sabía si reír, llorar o sonreír.
En Culiacán, Sinaloa, se vive una guerra entre Los Mayitos y Los Chapitos desde que Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, puso a su padrino, Ismael El Mayo Zambada para ser detenido por el gobierno de Estados Unidos en Nuevo México, a unos pasos de Texas, y ya son más de dos semanas con al menos 60 muertos y la ciudad paralizada.
El saldo del de Macuspana, Tabasco, es absolutamente deficitario.
Y lo sabe.
Su monótona conferencia diaria desde Palacio Nacional le ha servido para atacar, destrozar adversarios y para marcar agenda.
López Obrador cerrará con 200 mil ejecutados y más de 110 mil desaparecidos.
Es la peor cifra en la historia de México, desde que se lleva la estadística.
Según los datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no localizadas, el 1 de diciembre de 2018 había 53 mil 296 personas extraviadas, mientras que hoy se reportan poco más de 115 mil, lo que significa que a lo largo de este sexenio se sumaron más de 61 mil.
El fracaso de la máxima “abrazos, no balazos” es absoluto e innegable.
Y mientras en Ciudad Obregón, Sonora, el narcotráfico provocó ayer terror con enfrentamientos, el señor que cobra como gobernador, Alfonso Durazo Montaño, andaba en la CDMX, en el World Trade Center, tirado al piso ante Luisa María Alcalde Luján y Andrés Manuel López Beltrán, Andy, el hijo de su aún jefe y promotor.
La ex secretaria de Gobernación releva en el cargo a Mario Delgado Carrillo, mientras Carolina Rangel Gracida a Citlalli Hernández, en la secretaría general.
Andy es el secretario de Organización en el partido que inventó y administra López Obrador y será la extensión de su padre formalmente, porque, hasta ahora, negociaba, imponía e influía en el partido, pero sin un cargo oficial.
-Nuestro trabajo al frente de esta secretaría será mantener ese legado. Él se va al retiro, porque nos dijo que él se iba a retirar cuando hubiera un relevo generacional, dijo desde el atril.
Así, Andrés Manuel se irá el próximo martes y dejará un país dividido, polarizado, enfrentado y convulsionado, aunque todos los días diga que México ya es mejor, incluso, que Dinamarca.
Vámonos:
No somos iguales, han alardeado desde 2018. Pero ¿qué cree? No son iguales, son peores.
La Cámara de Diputados ya está sitiada, con esos muros de acero de tres metros de altura no vaya a ser que Claudia Sheinbaum Pardo no pueda llegar para rendir protesta el próximo martes 1 de octubre.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex