EL SONIDO Y LA FURIA
MARTÍN CASILLAS DE ALBA
Como los días de su vida…
Ciudad de México, sábado 5 de junio, 2021. – Esto fue lo dijo Paty Jacobs poco antes de morir, tal como ahora lo leemos en la versión del libro que hizo su hermana, Bárbara Jacobs, titulado Días de tu vida (Era, 2021): “no debo. aquí. seguir. más. ni modo. liberadora muerte. del dolor. liberadora. bienvenida. muerte.” –y así, como lo ven, son las 182 páginas de este libro en donde cada palabra lleva su punto y seguido con lo que nos complica su lectura, aunque el efecto por momentos es brutal hasta que termina diciendo: “entiérrenme. envuelta. silenciada. en cenizas. silenciada.”
Es difícil porque se trata de nuestra amiga Paty Jacobs que recuerda su vida poco antes de morir, historias que Bárbara decidió publicarlo de esta manera porque “su soliloquio lo emitió así, en frases cortas” y, aunque la narración parece simple, “en realidad, refleja un profundo mundo interior en extremo rico en matices y complejidades.”
El esfuerzo ha de haber sido agotador tanto para Bárbara, su reportera, como le decía Paty, como para ella, consciente del poco tiempo que le quedaba de vida y tratando de recordar todos sus
días de vida. Dijo o escribió lo que iba recordando, tal como lo leemos, como si estuviera entrecortado por el sollozo. Una vida que tuvo con uno que otro momento feliz y, el resto, resistiendo los golpes y dardos de la insultante Fortuna en medio de un mar de calamidades.
Bárbara decidió publicarlo en minúsculas porque un día la oyó decir “que nadie habla con mayúsculas y que ella escribía… tal como hablaba.” También usa “ja” como estribillo “que, al emitirlo, ja, es de un humor nacido del desapego, si no es de la sabiduría, en ningún momento del desdén” y que, cuando aparece, sonreímos por su ingenio o ironía.
Cuesta trabajo leer esta historia por la puntuación entrecortada. Parece que brincamos a saltitos como los pájaros en tierra o como si cada palabra estuviera entre las cuentas de un rosario o un tasbih puntitos unidos por un hilo conductor.
Hay repeticiones, cambios bruscos de personajes y un constante regreso a su pesadilla –pobrecita–, a eso que fue un golpe casi mortal cuando su hijo Peter se quitó la vida: vuelve y vuelve a expresar su dolor para ver si de esa manera lo exorciza y queda en paz. Imposible.
Recuerda su vida que la ve con su propio cristal, sabiendo que “la memoria es el teatro del espíritu”, como decía Octavio Paz. Aprovecha su dictado para despedirse de sus seres queridos, de sus familiares y amigos que le quedaban, así como de otros que pasamos por su Avenida y, por alguna razón nos recordaba.
Bárbara se ha vuelto a soltar el pelo como lo hizo con La dueña del Hotel Poe (Era, 2014), que rompe esquemas y estructuras, construida como un laberinto que, además, gira sobre su propio eje, una helicoidal que asciende o desciende, según se vea. Ahora, ha vuelto a romper estilos y formas para narrar los Días de tu vida, donde nos quedamos anonadados.
Bárbara sabía de las dificultades para leer un texto así, con tantas páginas, como las que escribió o grabó Paty antes de morir. De entrada, duele y, conforme vamos leyendo, imaginamos haber estado a su lado mientras ella recordaba, sabiendo que pronto iba a morir y que Bárbara, su reportera, lo iba a convertir en palabras, seguidas de un punto y seguido como si lo hiciéramos entre sollozos, como digo una vez más.
“La fiesta terminó. Todos los actores eran espectros y se han desvanecido en el aire”, decía Próspero al final de la fiesta que organizó para celebrar el compromiso de su hija Miranda en La tempestad, como nos sucede al terminar esas gotas categóricas de agua que escurren por la ventana, plenas de nombres, imágenes y desencantos, antes que se fuera desvaneciendo, como nos lo dice por ahí: “me está costando la vida. emigrar. ja. emigro tarde. mal. emigro. primero. todos. me dejaron. de un modo. de otro. ahora. los dejo yo. ja.”