Reaparece. Diez años después de los “video-escándalos” en los que se le veía entregando recursos a colaboradores del entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, el empresario de origen argentino Carlos Ahumada ocupó ayer las ocho columnas de El Universal demandando al PRD le pague 200 millones de pesos que, en su momento, le prestó a quien era su amasia, la actual secretaría de Desarrollo Social, Rosario Robles y por aquel entonces cabeza visible del partido del sol azteca.
Ahumada salió a pescar. En un mal día, por cierto. Cuando hay otros escándalos, como el de Oceanografía, como el de Susumo Azano, como el de Joaquín Loera, como el de Gastón Azcárraga… acaparando la atención pública.
Conociéndolo, Ahumada difícilmente actúa motu proprio.
¿A nombre de quién es que ahora ha tomado la red y la caña?
O ¿quién fue el que ahora volvió a colocarlo a la orilla del arroyo, so riesgo de que una vez más lo arrollen?
¿Otra vez Carlos Salinas?
¿Quizá porque el dinero que ahora reclama Ahumada es en realidad del ex Presidente?
Que ¿no fue acaso Salinas a quien Ahumada –y Robles de su mano– recurrió para que les prestara dinero y con él pagar las deudas que el partido fundado por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo tenían con la televisora de avenida Chapultepec?
¿Es ese dinero de Carlos Salinas el que ahora reclama Carlos Ahumada?
¿O este ya quedó en el olvido, en pagaré firmado sobre un bloque de hielo, tras los servicios que el propio Ahumada, la señora Robles a su lado, prestaran a Salinas y a Diego Fernández de Cevallos para lograr el contraproducente desafuero de López Obrador?
Esos servicios, ¿cuánto costaron?
LA BANDA ESTÁ BORRACHA
De tantas vueltas, la banda presidencial que usó Carlos Salinas durante su presidencia mal habida –remember el fraude electoral de 1988– debe estar borracha, como dice aquella canción.
Muestra de las complicidades de Salinas – Ahumada – Robles están escritas por el propio ex contratista del gobierno capitalino encabezado por la ahora titular de Sedesol, en un libro publicado hace tres años.
Ahumada, en efecto, narra en su libro Derecho de réplica, cómo Rosario Robles en una de las reuniones que sostuvo con Carlos Salinas, éste le colocó una de las bandas presidenciales que tiene en su gran biblioteca en una de sus residencias, al sur de la capital nacional:
“…Cuando llegamos a la vitrina donde conserva sus bandas presidenciales, Rosario le comentó que debía ser un gran honor y un orgullo portar la banda presidencial.
“Salinas inmediatamente tomó una escalerita –chaparrito que es él– para poder subir a abrir la vitrina y sacó una de las bandas presidenciales.
“Yo creía que nos la quería mostrar, y en efecto así lo hizo, pero no fue sólo eso, sino que la tomó y se la puso a Rosario cruzándole el pecho y le dijo: ‘Te luce muy bien’.
“Sé que al lector le puede resultar muy difícil creerme. Yo mismo, a pesar de la gran cantidad de vino tinto que tenía encima, no podía dar crédito a lo que veía. Quedé estupefacto. Me pareció una escena increíble y vergonzosa, me dio pena ajena.
“Rosario se quitó la banda presidencial y se la entregó a Adán –¿un ayudante?–, quien acababa de entrar en la biblioteca.
“Conversamos unos minutos más, nos despedimos y nos fuimos”.
Robles, por supuesto, se llevó el obsequio.
Y ahora Ahumada sale a pescar.
¿Con aquella banda presidencial sobre el pecho de Rosario Robles?
¿De parte de quién?
Índice Flamígero: Me lo negaron. Dijeron que no era cierto. El caso es que en el mes de septiembre de 2011 la empresa TMM-Logistic buscaba un acercamiento con el entonces jefe de gobierno de la ciudad de México Marcelo Ebrard, ya que a finales de ese año se vencía su contrato para renovar el servicio que tenían convenido con la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSP), respecto a los gadgets para imponer multas de tránsito. No sólo eso, además se les debía el pago de tres meses por los servicios prestados. El Oficial Mayor de esa dependencia les pedía demasiada “comisión”, de esas que se cobran por fuera. El caso es que en esta coyuntura aparece en escena un alto funcionario del gobierno del Estado de México, Jorge Jiménez Campos –junior de un ex gobernador– al cual Manuel Mondragón, entonces titular de esa área quiere como “hermano”, y se ofrece a negociar el pago de adeudos y la renovación del contrato por dos años. Lo logra, pero cobra de “comisión” millones de pesos, y les pide “como préstamo” otra cantidad igual, argumentando para esto último una operación de Susana Mondragón, la hermana del titular de la Secretaría. Atendiendo esta situación, dichas cantidades le fueron depositados en una cuenta que tiene en los Estados Unidos, por la directora general de la empresa, la ingeniera Claudia Ramos. Cabe señalar, que desde hace dos años la ingeniera Ramos busca a dicho funcionario, el cual fue confirmado en el mismo puesto por el actual gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, a fin de que liquidaran su adeudo o en su defecto, recomiende a la empresa, en la nueva responsabilidad que el doctor Mondragón asumió en el mes de diciembre de 2012. De todo lo aquí narrado existente constancias electrónicas. No obstante el mediador o amable (des)componedor se ha negado contestar a las llamadas que frecuentemente se le hacen. En tal virtud, se solicita al arquitecto Jorge Jiménez Jr. pase a liquidar su adeudo. Diez millones, más intereses, claro.
–no don Paco, la banda no esta borracha, esta enferma, muy enferma, veremos si de muerte. han trapeado con ella y esta muuuuuuuuuuy deshilachada !!!