La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Por lo visto, nadie le explicó que el paquete incluía un Calvario
Acerca de las marchas, realizadas ayer domingo, en defensa del Instituto Nacional Electoral, debemos decir que fueron un éxito, más allá de las consideraciones sobre el número de asistentes.
La falacia de los 12 mil participantes en la Ciudad de México, es un chiste que se cuenta solo, sin embargo, la respuesta, fundamental, no es argumentar que fueron 200 mil o medio millón, las imágenes hablan por sí mismas. En este caso, lo rescatable, radica en constatar una movilización identitaria en todo el país.
El fenómeno adquiere relevancia, porque se hizo contra la voluntad del Tlatoani y la existencia de personajes impresentables como Alito Moreno, Marko Cortés, Vicente Fox y Claudio X. González.
Para millones, el hartazgo es de tal magnitud que, a pesar, de todos estos imponderables, decidieron salir a manifestarse.
El meollo del asunto está, en que se vertebró una protesta a lo largo y ancho del país, ya fuera el norte industrializado o el sur atrasado (obradorista, por cierto). Surgió una causa común, que dejó a un lado los perniciosos localismos empobrecedores.
La pretensión de una reforma electoral, para disminuir al INE, sólo fue la chispa que detonó un malestar incubado, contra un régimen que no cumplió las expectativas que generó.
El bono democrático se acabó y, en consecuencia, se rompió la jettatura, ese es el quid de la cuestión. El suceso marcará un antes y un después, ya se verá.